El paisaje se encuclilló ante la fogata del ocaso.
¿Cuantas veces me subí a esos árboles y los trepé de rama en rama?
Escuché las voces de los sapos estridente en el silencio de la tarde.
Era hermoso
tibio
como invierno junto al horno...
Viene la noche :
la luz grande de la luna
cae sobre el techo
ni siquiera morir importa cuando se ve tanta belleza.
Mi perra se pasea
la vejez la volvió gruñona
ciega.
Camina con su cola caída.
No la acompaña el olfato que la hizo correr a encontrarme:
La hierba de seda languidece y me siento borracha de primavera.
Derrama tu aroma cerezo
mientras cantan en tus ramas esos pajaritos huérfanos.
La tristeza se cobija en un lucero
y de nuevo me entristece
el recuerdo de la infancia.

Victoria