Hoy es habitual que la gente se anote en una página de citas. Eso le dije a mi hermana. Me atreví a alentarla , pero ahora, sentada junto a ella en el.living de su casa siento náuseas al pensar en lo que pasó.
Salgo a tomar aire y vuelvo a entrar enseguida. Ha refrescado, llovizna, el ambiente es lúgubre.
Mi hermana continúa en el sillón con las manos sobre la falda . Su perrito blanco está acurrucado junto a ella
La taza de té que le he preparado ya está fría. Dice que no pudo beberlo, está pálida, ojerosa y en estado de stock
Sus hijos acaban de llegar del hospital. Traen noticias del padre. Su estado es crítico. Ellos me explican algo sobre un dispositivo casero que hace un tiempo armó mi cuñado. Quisiera comprender lo que dicen pero no logro concentrarme en sus palabras.

Mi hermana conoció a Martin hace un año. Se había separado de su esposo después de treinta años de casados y yo le dije que no existía nada malo en relacionarse con gente. Estuvieron juntos un tiempo con Martin. Luego ella volvió con su marido y aunque mostraban cierta normalidad frente a los demás, yo sabía que la relación entre ellos no estaba bien.
Mi cuñado se veía frágil y triste. La depresión avanzaba a pesar de la medicación recetada por su psiquiatra.
Mi hermana trató de ayudarlo. Hicieron un viaje, comenzaron terapia de parejas. Ella no se atrevía a romper otra vez con él. Siguieron juntos hasta hoy.

La llovizna no cesa. Limpio el cristal empañado de la ventana. Alcanzo a ver a los policías revisando una y otra vez el lugar. No sé qué más quieren encontrar. Han revisado el taller donde él trabajaba. Miraron las herramientas y el torno que usaba diariamente. Hicieron muchas preguntas. Hemos respondido, pero no todo tiene respuestas.
Uno de los policias lleva en una bolsa plástica el arma que mi cuñado fabricó y usó con la intención de quitarse la vida.