A veces la vida parecía tornarse en una espera, simplemente pérdida de tiempo. Después de las
sesiones oníricas él se preguntaba ¿qué espero? Le parecía que era tan malo “esperando” que tenía
la sensación que cuando llegara el momento todo tendría menos sentido, menos gracia. Pero ella
tendría que llegar, para dar sentido y respuestas, para completar las cosas, no vivir más en esa
relativa soledad, para poder liberar(se) las pasiones, para empezar. Es un anhelo que todos llegamos
a tener; que nos puede convocar con toda la fuerza de nuestro espíritu y con cada fibra y célula del
cuerpo. Sin ella todo parecía tener menos sentido.
Aunque se pretendía malo para esperar no se había turbado casi nunca hasta desesperar, a diferencia
de Braulio o Paulina, que en algún momento dejaron de esperar e hicieron el amague de buscar
¿Será correcto esperar? ¿Acaso él también la había buscado? ¿Realmente esperamos o siempre
buscamos? Ante la falta de certeza (aunque muchos parecían tener respuestas) él se mantenía
esperando, pero ¿cómo esperar? ¿esperarla? ¿desearla? Le parecía que erraba al desearla pues no
estaba listo para aquella comunión, que cuando ella finalmente le viera se decepcionaría y él se
reprocharía y haría recalculos imaginarios de como pudo esperarla mejor. Le parecía que erraba al
desearla pues aquella comunión potente e ineludible es un momento que dicen importante; sagrado,
algo que solo llega en el momento que debe llegar (aunque muchos dicen que no, y puede ser una
tragedia), además, la expectativa y sus ilusiones son complicadas ¿cuántas veces un niño que deseó
mucho un juguete no se aburrió de él al poco tiempo de conocerlo, o simplemente se decepcionaba?
le parecía mejor no hacerse ilusiones, para poder entenderla, acogerla sin falsedades de la mente.
¿La conocemos? ¿es parte del destino conocerla o ya nos hemos cruzado? ¿los intentos de
encontrarla y adelantar el destino tienen sentido? A raíz de sus reflexiones y espera él hubiese
querido poder recibirla en más silencio, igual aún no sabía cuando llegaría, tenía tiempo para
esperar y callarse.
Alguna vez Alejandra en un corto encuentro le comentó que ahora tomaba pastillas, porque le
comenzaron pasiones muy fuertes; le enardecieron el deseo de encontrarle… y es que es fácil
desesperar, más cuando se es sensible. O el caso de Estefanía; ella le invocaba muy seguido, decía
desearle, hablaba con descuido y humor, parece que le deseaba de alguna manera particular.
Él se sentía lejano de ella, veía en otras personas casos mucho más íntimos, de alguna manera él
vivía consciente de que su privación le hacía distinto, deseaba poder encararla, verla y detallarla,
para que su vida tuviese algo más de picante y emoción, aunque esto le parecía que podía ser un
capricho tonto, arriesgado, porque al ser tan lejano puede que las pasiones le desbordaran y lo
hicieran parecer patético. De poder encararla le haría ojitos, aunque es algo muy intimidante,
seguramente le haría venias, alabanzas, regalos y sonrisas, le agradecería, hasta podría ser
arrastrado por pasiones y le pediría que le acompañe, aunque no sea el momento. Parece que hay
quienes simplemente la topan, sin darse cuenta, de repente y algunos dicen no desearla. Otros tienen
vidas muy aburridas y calmadas, lejos de ella, otros la tienen consigo mismos, hasta en sus manos,
pero de ahí se puede escurrir, alejarse súbita o repentinamente.
¿Qué tipo de romance es este? En el que debemos vivir sin ella, eso pensaba él.