PERSONAJES:
PARLAMENTARIO 1: Culto. Aprovechado. De derechas.
PARLAMENTARIO 2: Menos culto, con pequeños arrebatos de remordimiento de conciencia. De izquierdas.
MAESTRA: Alegre, trabajadora, crédula.
MAESTRA VIRTUAL EN LA PANTALLA: Ella misma en la pantalla.
ALUMNO: Su nombre es Alumno. Pelota, enamorado de la maestra.
VIRIATA: Viste mono de trabajo azul con botas de goma y encima una chupa de cuero con tachuelas. Disruptiva. Rebelde. ¡Quiero acción!
SÁNCHEZ DRAGÓN: Redicho. Solo interviene para demostrar lo que sabe con 17 carreras. Culto.
ABUELO: Batallitas: Nostálgico, descreído, pesado.
FINLANDÉS: Acento finlandés. Desconoce todo y se sorprende por todo. Necesita muchas explicaciones.
MADRE E HIJO: Mari charlatana, Madre ventrílocua. El niño es un muñeco. Siempre juntos.
ESCENA 1: ESTA ESCENA SE PUEDE REPRESENTAR DELANTE DEL TELÓN.
Interior de un bar cercano al Parlamento. Ruido de bar. Alrededor de un barril de madera están dos parlamentarios, su indumentaria puede sugerir que son de partidos diferentes y tradicionalmente enfrentados (uno de traje y corbata, otro con camiseta PRO-PALESTINA). Uno de pie y otro sentado en un taburete alto, sobre el barril una botella de vino y dos copas. Se sirven vino, charlan distendidos y ríen.
Parlamentario 1: ¿Has pedido el jamón?
Parlamentario 2: Que sí, pesao.
Parlamentario 1: Es que el de aquí está buenísimo.
Parlamentario 2: (Irónico.) Y barato… ¿no? Como lo vamos a meter en mis dietas…
Parlamentario 1: Anda, déjate de dietas y de historias. Échame otro vino y vamos a brindar.
(El Parlamentario 2 llena la copa de vino de Parlamentario 1 y comprueba contrariado que ya no queda más para él.)
Parlamentario 1: (Levantando la copa.)¡Por lo buenos que somos y por lo bien que lo hemos hecho!
Parlamentario 2: La verdad es que tengo que reconocer que hoy nos ha salido bastante bien.
Parlamentario 1: ¡Bastante bien!, dice el tío. No me seas modesto. Cuando me has dicho: “No descansaréis hasta que la Sanidad Pública sea tan solo esta mísera caja de tiritas”, casi me caigo de culo.
Parlamentario 2: (Sacando la caja de tiritas.) Sabía que te gustaría la performance de las tiritas.
Parlamentario 1: (Con falsa modestia.) Bahhh. Bueno, ¿y qué me dices de ti? Cuando me has dicho lo de “Solo queréis descuartizar España, pandilla de psicópatas bolivarianos”, has estado sembrado. Yo oía de fondo hasta el himno nacional. (El Parlamentario 1 empieza a tararear el himno.)
Parlamentario 1: Me lo he currado bastante, la verdad.
Parlamentario 2: Y se nota, se nota. Todo el discurso escrito en perfectos endecasílabos. Un discurso clásico y fresco a la vez.
Parlamentario 1: Hoy nos sacan en el telediario.
Parlamentario 2: Puede… (Suspiro y silencio.) ¿Tú no te cansas? A mí me cuesta cada vez más buscar otra forma diferente de decir lo mismo una y otra vez. Siempre lo mismo…
Parlamentario 1: No te me pongas nostálgico. Anda, pide más vino.
Parlamentario 2: A lo mejor, deberíamos intentar algo nuevo.
Parlamentario 1: Cuando algo funciona es mejor no tocarlo. Además, si a la gente este circo le encanta…
Parlamentario 2: Ya… Pero…¿sabes? (Tono de confesión.) El otro día tuve una idea.
Parlamentario 1: ¿¡Una idea!?, ¿y seguro que nueva? (Resignado.) Y me temo que ahora me la vas a contar ¿no?
Parlamentario 2: ¡A ver qué te parece! (Enmarcando las palabras en el aire con las manos.) “Educación Obligatoria hasta los 65 años”.
Parlamentario 1: ¿Cómo?
Parlamentario 2: (Agrandando aún más la idea en el aire.) “Educación Obligatoria hasta los 65 años”.
Parlamentario 1: Tú estás loco. ¿Y qué pasa si alguien quiere trabajar?
(El Parlamentario 2 le mira condescendiente y le extiende la mano invitándole a reflexionar sobre lo que acaba de decir.)
Parlamentario 1: (Dándose un golpecito en la frente.) Es verdad. Estoy tonto. ¿Quién va a querer trabajar? Nadie quiere trabajar.
Parlamentario 2: (Excitado) Mira, yo solo le veo ventajas: acabaríamos con el paro de un plumazo, fomentaríamos la cultura, ayudaría además a la conciliación familiar…
Parlamentario 1: No me cuentes todo el rollo ahora. Y vamos a brindar.
Parlamentario 2: Tienes razón… Además, esta propuesta de ley solo con nuestros votos nunca saldría adelante y vosotros no tenéis…
Parlamentario 1: (Serio.) Y nosotros no tenemos ¿qué?
Parlamentario 2: Nada. Nada.
Parlamentario 1: (Más alto.) Y nosotros no tenemos ¿qué?
Parlamentario 2: ¡Que no hay huevos!
Parlamentario 1: (Se levanta y le da la mano con fuerza.) ¿Qué no hay huevos? Venga lo que sea. “Educación obligatoria hasta los 65 años”.
(Se retiran y se abre el telón.)
ESCENA 2: ESCENARIO DEL RESTO DE LA OBRA: AULA ANTIGUA: PIZARRA, MAPA, ESQUELETO, MESA DE LA MAESTRA CON MANZANA. PUPITRES Y SILLAS.
Entra en escena la maestra optimista con su cartera (con pequeños pasos de baile y tarareando “Abc de the jackson 5”). Va hasta el perchero y se pone su bata multicolor. Empieza a sacar libros, lápices, gomas, escuadra y cartabón, compás, tizas de colores… de su cartera y los coloca meticulosamente encima de la mesa sin dejar de bailar. Mira alrededor y suspira satisfecha. Se sienta. Mira su reloj. (Silencio.) Empieza una cuenta atrás con los dedos con la seguridad de saber lo que va a ocurrir. Se empieza a escuchar un himno que llega del patio. La maestra empieza a dirigir un coro imaginario, primero sentada, después dirigiéndose embelesada a la ventana.
Himno:
“Gracias a nuestros pedagogos
que con sus sabias directrices
saben hacer de nosotros
perennes estudiantes,
alumnos sempiternos.
(Solo)
Gracias a nuestros dirigentes
por alejarnos del trabajo
y guiarnos de la mano
al mundo del futuro:
la escuela infinita.
Gracias a nuestra profesora…”
Se corta la canción con gritos de
¡Viva el trabajo! ¡Trabajo libre!
Alboroto. Sirenas de policía.
La maestra abandona la ventana con cara de terror.
ESCENA 3: ENTRA EL ALUMNO CORRIENDO ALARMADO.
Alumno: ¡Señorita!, ¡señorita!
Maestra: Pero, ¿qué jaleo es ese?, ¿qué pasa ahí abajo?
Alumno: Pues lo de siempre, señorita, cuatro inadaptados con la monserga de que quieren trabajar. (Cambiando a una voz de enamorado y acercándose a olfatear con los ojos cerrados.) ¡Pero qué bien huele señorita! ¿Ha cambiado de perfume?
Maestra: (Apartando al alumno e ignorando los últimos comentarios.) Pero qué perra les ha entrado con querer trabajar. Con lo que nos ha costado llegar hasta aquí.
Alumno: Mi padre dice que los que quieren trabajar son unos vagos, que en realidad lo que no quieren es estudiar.
Maestra: Yo creo que protestan solo por protestar. Pero lo que más me indigna es que tenían que hacerlo precisamente hoy.
Alumno: (Repitiendo compulsivamente y sin saber porque hoy es un día especial.) Precisamente hoy, señorita. Precisamente hoy, señorita. Precisamente hoy, señorita.
Maestra: Para.
Alumno: Señorita, ¿y por qué hoy es un día especial?
Maestra: Porque hoy es el día de la E…
Alumno: De la Esperanza.
Maestra: No. El día de la E-D-U…
Alumno: De la Eduarda.
Maestra: (Desesperada.) ¡De la Educación! Hoy es 25 de diciembre, el día más importante del año. Hoy es el día de la EDUCACIÓN.
Alumno: Pero, ayer también fue el día de la educación y no era 25, señorita.
Maestra. Claro.
Alumno: Y anteayer también y no era 25, señorita.
Maestra: Claro. Pero, ¿qué dice nuestro himno? La educación no es…
Alumno: (Cantando con la música del villancico.) La educación no es 25 sino 365. La educación no es 25 sino 365…
Maestra: Para.
Alumno: (Entusiasmado.) Con usted me divierto a la vez que aprendo, señorita. A su lado soy tan feliz.
Maestra: Claro. Claro.
Alumno: Le he traído una manzana. (En susurros.) Pero lo que de verdad me gustaría es entregarle mi corazón.
Maestra: (Deja la manzana con desgana junto a un gran montón de manzanas.) Gracias.
Maestra: Y claro, Viriata seguro que está en el ajo.
Alumno: ¿En el ajo…? Viriata es la cabecilla, señorita, la ca-be-ci-lla, la cabecilla del ajo.
Maestra: Esta muchacha no cambiará nunca.
Alumno: Señorita, ya no aguanto más, le tengo que contar un secreto o creo que voy a morir. Aunque me vea con esta carita, ya no soy un niño, señorita, dentro de unos días cumpliré ya los 54 años, ¿sabe? (Cantando la Ranchera.) “Y ya no puedo leer ni escribir, me hace falta su mirada …”
Maestra: Déjate de tonterías y vete a ver qué pasa con Viriata.
Alumno: (Tono militar) Usted dice: ¡salta! y yo ¿hasta dónde? Usted dice: ¡salta! y yo ¿hasta dónde? (Silencio.) Señorita ¿qué me había dicho?
Maestra: ¿¡Viriata!?
Alumno: Voy.
El alumno sale corriendo.
ESCENA 4: LLAMAN A LA PUERTA. ENTRA EL ABUELO CON ANDADOR.
Abuelo: (Quitándose la boina.) Con permiso, señorita.
Maestra: Adelante Juanito, siempre tan educado.
Abuelo: Ya vienen todos.
Entran Sánchez Dragón, Finlandés y se sientan.
Maestra: ¿Y Viriata?
Abuelo: Viriata está en Orientación. Con la que ha montado, hoy me parece que va a tardar un rato largo.
Maestra: ¿Otra vez con lo del trabajo?
Abuelo: Otra
Maestra: ¿Y dónde habrá sacado la idea de querer trabajar?
Abuelo: Las malas compañías
Finlandés: Y las redes sociales.
Dragón: Hombre, el nombre de Viriata tampoco ayuda.
Finlandés: ¿Cómo?
Dragón: Que digo yo que bautizar a la cría como al héroe lusitano, llamarla igual que al terror de Roma, pues… que no ayuda. No ayuda.
Maestra: El trabajo cansa. Eso lo sabe todo el mundo.
Todos: (Coro.) El trabajo cansa.
Maestra: Juanito, tú llegaste a trabajar de joven, ¿no? Cuéntanos tu experiencia de cuando trabajabas, cuéntanos para que entiendan, de una vez por todas, que el trabajo cansa.
Abuelo: Me da mucha vergüenza hablar de esa época de mi vida. Yo era muy joven, estaba confuso y perdido. Además, en esos tiempos todos lo hacían.
Maestra: ¡Por favor! ¡Después de lo que ha pasado, nos haría tanto bien escuchar tu historia!
Comienza una especie de sesión de alcohólicos anónimos. Se sientan en círculo.
Abuelo: (Se levanta.) Me llamo Juan y soy trabajador.
Todos: Hola Juan.
Abuelo: Pero ya llevo 13388 días sin trabajar.
Todos le aplauden.
Abuelo: (Avergonzado.) Yo trabajé durante tres semanas en un Burger Queen.
Finlandés: ¿Qué es un Burger Queen? En Finlandia no tenemos Burguer Queen.
Maestra: Era un restaurante de hamburguesas.
Abuelo: Sí, yo trabajaba de jefe de cocina.
Maestra: ¿Y en qué consistía tu trabajo? ¿Mucha responsabilidad?
Abuelo: Entraba a las 6.55 de la mañana y me ponía el uniforme de policía local. A las 7:00 en punto ya estaba en mi puesto.
Finlandés: ¿Y qué hacía un jefe de cocina?
Abuelo: Poco. Casi todo ya estaba automatizado. Echaba sal a las patatas y sonreía, echaba sal a las patatas y sonreía, echaba sal a las patatas y sonreía … Y así hasta las 5 de la tarde.
Maestra: Debía de ser agotador.
Abuelo: Sobre todo lo de sonreír. Siempre tenía agujetas en las mejillas. Me salieron estas dichosas arrugas.
Maestra: Pobrecillo.
Todos: ¡Animales! ¡Explotadores!
Finlandés: ¿Y para qué necesitaban explotar a pobres humanos trabajando si todo estaba automatizado? En Finlandia también sería automático echar la pizca de sal. ¿No te parece más lógico?
Abuelo: Me imagino que sí, no sé. Nunca nos lo preguntamos.
Dragón: Resulta obvio, ¿no? En los restaurantes fastfood la comida era basura y todo el proceso de cocinado y servicio estaba absolutamente automatizado. La mano de obra humana ya era totalmente prescindible.
Abuelo: (Sentándose agotado.) La verdad es que cuando faltaba algún empleado no notábamos mucha diferencia.
Dragón: Solo aprovechaban a los humanos como reclamo publicitario, pretendían dar la apariencia de ofertar un producto artesano. Eran trabajadores florero.
Finlandés: Pero sigo sin entender para qué mantenían a los humanos trabajando.
Dragón: Te lo estoy explicando. Porque un Burger Queen sin humanos ya no sería un restaurante.
Finlandés: ¿Y qué sería entonces?
Dragón: Una vulgar y repulsiva máquina expendedora de comida sintética.
Maestra: Juanito, ¿qué opinas de eso?, ¿Juanito? ¡Juanito!
Dragón: Ya se ha vuelto a quedar dormido.
Finlandés: (Tomándole el pulso.) Creo que es peor, creo que está muerto.
Dragón: Claro, tantas emociones…
Finlandés: Y tanta sal…
Maestra: ¡Qué pena, por dios! ¡Qué pena! Ahora que estaba a punto de terminar tercero de ESO.
Finlandés: ¡Era tan salado!
Dragón: Salado, sí, pero paradójicamente estaba tan desazonado.
Finlandés: Y siempre con una sonrisa en la boca.
Dragón: Mira, hablando de los del Burger Queen. Ya están aquí.
Entran dos NO HUMANOS con el uniforme del Burger Queen y se llevan el cadáver.
Finlandés: No entiendo nada. ¿Burger Queen no es una franquicia de hamburguesas?
Dragón: La compañía resolvió amplificar su nicho de mercado. Ahora también se encargan de procesar los cadáveres.
Finlandés: En Finlandia eso sería un poco sospechoso. ¿Aquí no?
Dragón: Aquí no.
Finlandés: ¿Hamburguesas y cadáveres en la misma empresa? No sé yo…
Dragón: ¡Deja ya de inocularnos el pernicioso virus de la duda!
Maestra: ¡Basta! Deberíamos continuar con la clase.
Dragón: Pues no sé cómo. El aforo se encuentra en mínimos históricos. El abuelo ya cruzó el Estigia, Viriata continua en sus Cruzadas y tampoco el Alumno se ha dignado a…
Escena 5: ENTRA EL ALUMNO.
Alumno: Ya estoy aquí, señorita. ¿Ha cambiado de maquillaje? Parece aún más joven.
Maestra: Déjate de tonterías Alumno y cuenta: ¿qué ha pasado con Viriata?
Alumno: Hoy la cosa está fea.
Maestra: Alumno, no te andes por las ramas, que nos conocemos. ¿Toda la mañana al rincón de pensar?
Finlandés: (Reprimiendo a la maestra.) No me parece correcto que se refiera continuamente a él como Alumno. Es despectivo, alienante y poco pedagógico. ¿Tendrá nombre el chiquillo? (Al alumno.) ¿Cómo te llamas?
Alumno: Me llamo Alumno, señor.
Finlandés: ¿Cómo?
Alumno: Mi nombre es Alumno, señor.
Finlandés: Podríamos entonces referirnos a ti por tu apellido. ¿Cuál es tu nombre completo?
Alumno: Alumno Propedéutico de Interdisciplinarez.
Dragó: Un aristócrata.
Finlandés: Alumno está muy bien. Perdón, perdón, pueden continuar.
Maestra: (Mirando severa al Alumno finlandés.) Alumno, ¿han castigado a Viriata?
Alumno: Peor.
Maestra: ¿Va a venir el Orientador a darnos una charla?
Alumno: Peor. Peor. No se lo puede ni imaginar.
Maestra: Me estás poniendo muy nerviosa. Habla.
Alumno: Por culpa de Viriata, el GRAN DECANO va darnos a toda la clase una conferencia de concienciación.
Expectación, nerviosismo y silencio.
Finlandés: ¿El Gran Decano?
Dragón: El GRAN DECANO:
Finlandés: Ni idea.
Dragón: El decano de todos los decanos.
Finlandés: ¡Cómo no me des más pistas!
Dragón: El líder absoluto de todo el planeta. ¡El GRAN DECANO!
Finlandés: No caigo.
Alumno: El puto jefe.
Finlandés: ¡Ah! Pues haber empezado por ahí.
Maestra: ¿Y sabemos a qué hora va a ser la videoconferencia?
Alumno: Nada de videoconferencia.
Maestra: No entiendo.
Alumno: Va a venir en persona.
Maestra: ¿En persona? Por fin llegó el gran día. Vamos a tener la oportunidad de conocer en persona al GRAN DECANO. ¿Y yo con estos pelos? (Pausa.) Necesito ir a la peluquería.
Alumno: Usted siempre está guapa señorita.
Maestra: Siri.
Maestra virtual en la pantalla: ¿Sí?
Maestra: Encárgate de la clase.
Maestra virtual en la pantalla: Claro, siempre es un placer poder ayudar.
La maestra sale corriendo.
ESCENA 6: LLAMAN A LA PUERTA. ENTRA UNA MADRE ARRASTRANDO DEL BRAZO A UN NIÑO.
Madre: Buenos días, venimos por la vacante por deceso. ¿Es aquí?
Maestra virtual: Bueno… ehh.
Dragón: ¡Qué premura! Si el venerable abuelo aún debe estar caliente.
Finlandés: Y sonriente.
Se ríen Dragón y el finlandés.
Maestra virtual: Pero aquí solo ha quedado una plaza libre y veo que ustedes son dos.
Madre: Nosotros en realidad solo somos uno.
Maestra virtual: Pues yo cuento dos. (Recalcando lo obvio.) UNO Y DOS.
Madre: Somos una unidad familiar. Aquí tengo la documentación. (Extendiendo unos documentos a la maestra.)
Dragón: El eterno e irresoluble problema de la dualidad y la unidad.
Madre: Es que solicité una ayuda de conciliación familiar. Para poder DISFRUTAR más tiempo con la familia, ya sabe.
Maestra virtual: (Inspeccionando incrédula los documentos.) Entiendo… Entiendo…
Finlandés: ¿Y el papá no entra en la unidad?
Dragón: ¿Uno y Trino? Esa tesis es más compleja aún, hasta el Concilio de Trento…
Madre: (Interrumpiendo.) El papá está de Erasmus.
Finlandés: ¿Todo el curso?
Madre: Se fue hace 12 años.
Finlandés: ¿12 años?
Madre: Es un Erasmus PLUS.
Dragón: Antes decíamos: “ El papá bajó a por tabaco”.
La madre y el niño se sientan en el puesto del abuelo. El niño sentado sobre las rodillas de la mamá.
Maestra virtual: Pues nada, bienvenidos. ¿Y cómo os llamáis?
Madre: Nos llamamos JULAMAR.
Maestra virtual: ¿Cómo?
Madre: Sí, JULAMAR, de Julián y Mari Carmen. Como somos solo uno…
Maestra virtual: Muy bien Julamar, pues ahora mismo estábamos hablando de lo pernicioso que era el trabajo
Dragón: (Interrumpiendo con retintín.) Lástima que el ponente haya tenido que salir un momento. Una pequeña indisposición sin importancia.
Maestra virtual: (Continuando molesta.) Y de la liberación que supuso para la humanidad su abolición. ¿Tú qué opinas?
Madre: ¿Que qué opino yo del trabajo? Pues qué voy a opinar. Ayer se lo decía a mi niño precisamente. Nos fuimos de excursión al museo de educación, sabe usted. ¿Ves esa estatua tan grande, -la que hay a la entrada del museo-, le dije? Pues esta es la estatua al trabajador desconocido. (Cada vez que dice “mira” marca y alarga la palabra.) Mira cómo sufre, mira esas manos con callos, mira esa nómina diminuta, mira cómo suda, mira esa corona de espinas...
Maestra virtual: ¿Y el niño que decía?
Madre: (Sin atender a la pregunta.) …Mira cómo llora, mira esa cara de alienado perdido, mira cómo sangra…
Maestra: ¿Y el niño qué decía?
Madre: El niño no decía nada.
Maestra: ¿Y por qué no decía nada?
Madre: Como yo le decía “mira esto, mira aquello”.
Maestra: Sí.
Madre: Pues él solo miraba. Es un niño muy obediente, ¿sabe usted?
Finlandés: Esa estatua te deja el corazón en un puño. Representa al último trabajador.
Dragón: Pues para Viriata y sus secuaces esa efigie es una imagen de culto. Siempre están llevando arreglos florales, ofrendas y cirios encendidos. Un icono absurdamente loado con requiebros y madrigales.
Finlandés: ¡Animales! ¡Herejes!
Maestra virtual: (Poniendo calma.) ¿Y el niño no habla nunca?
Madre: Claro que sí. Di algo a la maestra.
Silencio.
Madre: Vamos, dile algo a la maestra. (Dirigiéndose a la maestra.) Es muy tímido, ¿sabe usted?
Silencio.
Maestra virtual: ¿Qué pasa? ¿Te ha comido la lengua el gato?
La Madre habla como un ventrílocuo y el niño solo abre y cierra la boca.
Niño: (Moviendo la pelvis obscenamente.) ¡Toma gato! ¡Toma gato!
Madre: No le miente a los gatos, que se me altera.
Maestra: ¿Y qué le pasa con los gatos?
Niño: ¡Toma gato!¡Toma gato!
Madre: Es que nuestra familia se dedicó durante muchas generaciones al noble arte de la mendicidad, sabe usted. Y, claro, los gatos y los mendigos nunca se han llevado bien.
Alumno: ¿Y por qué no se llevaban bien los mendigos y los gatos?
Niño: ¡Toma gato! ¡Toma gato!
Madre: La gente empezó a tener mascotas y a cuidarlas como a humanos. Había comidas especiales para animales, escuelas para perros, peluquerías para gatos, por haber, había hasta psicólogos para peces, he oído decir.
Dragón: El inconfundible síndrome de desplazamiento afectivo.
Madre: El problema era más el síndrome de desplazamiento económico. Vamos, que se gastaban el dinero en mascotas en lugar de gastarlo en mendigos.
Dragón: Una de las más honradas y distinguidas disciplinas: la de mendicante. Lástima que con la implantación de la renta básica universal e incondicional se desvanecieran todos los limosneros y menesterosos.
Finlandés: ¿Qué era un mendigo?
Dragón: Eran diligentes cumplidores del noble arte de aceptar limosna.
Finlandés: ¿Y para qué servían los mendigos?
Madre: Pues para que la gente fuera caritativa. ¿Le parece poco? Anda que no ahorraban visitas al psiquiatra los mendigos.
Dragón: El pórtico de cualquier templo que se preciase siempre estaba engalanado con al menos un indigente.
Madre: Mi abuelo era mendigo a la puerta de un Carrefour Express, ¿sabe usted?
Dragón: Entonces su antepasado debió de ser uno de los postreros mendigos.
Madre: Sí, fue justo antes de la nacionalización de la mendicidad.
Finlandés: ¿Se nacionalizó la mendicidad?
Dragón: Sí, pero fue una formidable hecatombe. Los burócratas, oficinistas y numerarios no se adaptaron a las exigencias del heroico desempeño.
Finlandés: ¿Por?
Dragón: Siempre te encontrabas el cepillo abandonado a su suerte gobernado con un ominoso cartel de: “Estoy desayunando”.
Finlandés: Pero por las tardes...
Dragón: ¿Por las tardes? Y en noche cerrada, también. Los funcionarios siempre han sido diestros en desayunar a cualquier hora del día.
ESCENA 7: ENTRA LA MAESTRA AGITADA CON UNA IMPRESIONANTE CRESTA ROJA.
Maestra: Gracias Siri. Ya estoy aquí. ¿Qué tal se han portado?
Maestra virtual: Siempre a su servicio. Si no necesita nada más. (Se apaga.)
Alumno: (Con lágrimas en los ojos.) Está preciosa señorita.
Maestra. ¿Y ahora por qué lloras?
Dragón: En mi humilde opinión, Alumno está sufriendo un ataque agudo de síndrome de Stendhal.
Maestra: Dejad de hacer tonterías. Nos tenemos que preparar para la visita del GRAN DECANO. Tenemos que preparar las preguntas, las banderas, los saludos…
ESCENA 8: ENTRA VIRIATA INTERRUMPIENDO. ABRE LA PUERTA CON EXAGERADA TEATRALIDAD Y SE QUEDA INMÓVIL CON LA MANO EN EL POMO.
Todos: ¡Viriata!
Silencio.
Maestra: ¡Viriata, vaya numerito que has montado hoy! Pero que sepas que tú y tus cuatro amigos no vais a destruir nuestra utopía.
Viriata: (Irónica y despectiva.) ¿Utopía? ¿Esto es la Utopía? Pues desde lejos la UTOPÍA parecía más brillante.
Maestra: ¿Un mundo sin las penurias del trabajo no te parece acaso brillante?
Viriata: No, me parece aburrido.
Maestra: ¿Aburrido? La gente inteligente nunca se aburre.
Viriata: Puff. Yo quiero trabajar. Yo quiero hacer. Yo quiero tener alguna responsabilidad. Yo quiero tomar decisiones. Yo quiero ser alguien. Yo quiero ser.
Maestra:¿Pero de qué me hablas, Viriata? Si tú ya eres. Eres Viriata.
Viriata: Pero solo soy Viriata en potencia y yo quiero ser Viriata en acción.
Maestra: No te entiendo mi niña. ¿Has desayunado bien?
Viriata: (Subida a una silla en postura épica.) ¡Yo quiero cambiar el mundo!
Maestra: (Abatida y lloriqueando.) No puedo contigo. Es que no puedo.
Dragón: Ya has hecho llorar a la señorita otra vez. No te da vergüenza, abusona. ¿Por qué no te metes con alguien de tu tamaño? (Notando que ella es mucho más pequeña.) De tu tamaño intelectual, quiero decir.
Viriata: (Despectiva.) ¿Quién?, ¿tú?
Dragón: (Amenazante) Sí, yo.
Todos a coro: ¡Pelea!, ¡pelea!, ¡pelea!
Maestra: (La maestra les reprende con una mirada censora.) ¿Cómo que pelea?
Todos a coro: ¡Debate!, ¡debate!, ¡debate!
Maestra: (Complacida por el cambio de actitud.) Bueno, ¡pues qué bien! Parece que disfrutaremos de un debate. Cada uno a su esquina.
Se hacen dos grupos. Alumno como el entrenador de Dragón y la Madre con el niño acompañan a Viriata. La maestra gana el centro y presenta el debate como una pelea de boxeo por el título mundial de los pesos pesados en Madison Square Garden.
Maestra: En el rincón derecho y corbata amarilla. “El dragón de la letras”, “El titán de la retórica de acero”, “El hombre que solo escupe hespérides y nenúfares”, ¡Sánchez Dragón!
Aplausos.
Maestra: Y en el rincón izquierdo y botas verdes. “La jornalera a destajo”, “La mariposa del knockout”, “El azote de la escuela” ¡Viriata, Zasca!
Abucheos.
Se retira la maestra y sale el alumno Finlandés con una camiseta de rayas verticales. Es el árbitro. Llama a los contendientes al centro del ring. Ambos van con guantes de boxeo y protector bucal.
Finlandés: (Diciendo unas reglas mil veces repetidas.) Quiero un debate limpio. No quiero insultos por debajo de la cintura, ni alusiones personales. Por supuesto, si alguno hace alguna pregunta el otro tiene que responder y no irse por las ramas. ¿Está claro?
Ambos asienten con la cabeza.
Finlandés: Quiero que el debate fluya siempre en busca de la verdad o por lo menos de la belleza. No toleraré ningún “Y tú más”. ¿Me habéis entendido?
Vuelven a asentir.
Finlandés: Y lo más importante de todo: quiero un debate honesto. En todo momento debéis poner todo de vuestra parte para que el oponente tenga la oportunidad de convenceros. ¿Está claro?
Ambos asienten y chocan deportivamente sus guantes.
Maestra: Pues a vuestros rincones.
Se preparan para el combate en su rincón. Reciben los consejos de sus entrenadores. Suena el Gong. Ambos se levantan y van al centro del ring bailando como púgiles.
Madre con niño hacen de locutores.
Locutor 1: Comienza el debate del siglo.
Locutor 2: ¿El trabajo es necesario o es un anacronismo de las sociedades primitivas? ¿Qué piensas?
Locutor 1: Yo no pienso. Además, ya no hay tiempo. Esto comienza y si pestañeas te lo pierdes.
Viriata: (Farfulla por el protector bucal y no se entiende nada.) Te voy a demostrar por qué el trabajo es necesario.
Dragón: (Farfullando también.) ¿Qué? No me vas a durar ni dos asaltos.
Viriata: (Farfulla por el protector bucal y no se entiende nada.) ¡Que te voy a demostrar que el trabajo es necesario!
Dragón: ¿Qué?
Viriata: Que te voy… (Se dirige al árbitro, abatida por lo inútil del esfuerzo.) Nos podemos quitar esto.
Finlandés: Solo bajo vuestra responsabilidad.
Ambos se quitan el protector bucal.
Locutor 1: Parece que esto va en serio. Después del previsible tanteo inicial los contendientes se desprenden de sus protectores bucales.
Locutor 2: Si el árbitro lo permite, y parece ser que sí, este va a ser un debate sin protector bucal, vamos a presenciar un debate con palabras. Repito. Sí, sí, sí, lo que oyen: un debate con palabras.
Locutor 1: Las almas sensibles que se tapen los oídos, porque esto puede ser una verdadera carnicería.
Viriata: El trabajo es necesario. El trabajo es un derecho.
Dragón: ¿Un derecho? Nuestras instituciones deben rescatar el mayor tiempo posible para que todos tengamos libertad y podamos cultivar nuestro espíritu. En esto consiste la verdadera felicidad. Y la felicidad, creo yo, es un derecho más importante que el trabajo.
Viriata: El amigo al que citas también dijo: “Ninguna disciplina se debe aprender por medio de la esclavitud. El alma nunca conserva los conocimientos que entran por la fuerza.”
Locutor 1: ¿De qué amigo hablan? No me entero de nada.
Locutor 2: Han citado al mismísimo Platón.
Locutor 1: ¿Y por qué no lo dicen claro?
Locutor 2: (Con el índice en los labios y en tono de susurro.) Sssshhh. Porque cada vez que dices Platón los alumnos se distraen.
Locutor 1: ¿Y si dices Schopenhauer?
Locutor 2: (Escandalizado.) ¿Chope… qué? No digas barbaridades. Calla y escucha.
Dragón: Viriata, ¿tú sabes las batallas, los esfuerzos, las manifestaciones, las huelgas, los martirios y las penurias que hemos tenido que digerir para disfrutar de una jornada laboral de cero horas?
Viriata: ¿Jornada laboral de cero horas? Jornada de cero acción. Nos han dejado congelados en esta escuela. Atrapados en esta eterna infancia.
Dragón: (Condescendiente.) ¿Sabes cuántas horas se trabajaban en el siglo XXI?
Viriata: No sé…(Dudando.) ¿2, 3, 4 como mucho?
Dragón: ¡40!
Viriata: ¿40 al año?
Dragón: 40 horas semanales.
Viriata: Eso es imposible. Esa carga laboral no la soportaría ni física ni mentalmente un ser humano. (Viriata levanta una tarjeta con un ojo.) ¡Eso es mentira!
Locutor 1: Viriata ha pedido ojo de halcón.
Locutor 2: Muy segura debe de estar para gastar tan pronto su comodín.
Se acerca el árbitro y lee.
La jornada completa en el XXI era de 40 horas semanales con un salario mínimo de 1.184 € brutos/mes y descansos regulados. No fue hasta el siglo XXXIV cuando la jornada laboral se redujo a 37,5 horas semanales pese a la oposición frontal de la CEOE.
Árbitro: Punto para Dragón.
Locutor 1: Viriata no puede cometer ningún error más.
Locutor 2: Dragón tiene a Viriata contra las cuerdas.
Viriata: (Reverencia con cabeceo.) Gracias. No conocía ese dato y, desde luego, que hace replantearme alguna de mis ideas preconcebidas.
Locutor 1: ¡Qué elegancia!
Locutor 2: Viriata sabe encajar golpes, desde luego.
Dragón: Gracias a ti. Eres una digna oponente.
Viriata: ¿Y qué le pasó a la CEOE en el siglo XXXIV para dejarse comer la tostada de esa manera? ¿Eligieron un presidente de la CEOE comunista?
Dragón: (Condescendiente.) No. Lo que ocurrió es que las empresas empezaron a necesitar cada vez menos mano de obra, pero mucho más especializada.
Viriata: ¿Y?
Dragón: Y más especialización requería más tiempo de formación. Más años de escuela.
Viriata: Pero ese tiempo extra de formación demandaría muchos recursos.
Dragón: No importaba. Los capítulo monetario en formación siempre lo asumía el Estado y los beneficios siempre los cosechaba el empresario.
Viriata: Hay cosas que no cambian.
Dragón: Efectivamente.
Viriata: Pero sigo sin entender una cosa. Cuando la especialización finaliza deberíamos empezar a trabajar, ¿no?
Dragón: Sí, sí, sí, pero no. Porque luego empezaron a exigir que los trabajadores además de especializados fueran flexibles.
Viriata: (Doblándose.) Yo soy muy flexible, mira, mira.
Dragón: (Enfadado y decepcionado.) Viriata, ¿De verdad me estás haciendo este chiste tan chabacano?
Viriata: (Arrepentida, poniéndose de pie avergonzada.) Perdón, no he podido aguantarme. Continúa, continúa, ¡por favor!
Dragón: No. No es ese tipo de flexibilidad. La empresa requería trabajadores que fueran especialistas en muchos ámbitos.
Virata: ¿Especialistas en cuántos ámbitos?
Dragón: Especialistas en todo
Viriata: Pero eso que piden los empresarios es imposible: Si sabes de todo, entonces no sabes de nada. Además, así nunca terminaremos de estudiar.
Dragón: Eso sin tener en cuenta las actualizaciones.
Viriata: ¿Actualizaciones?
Dragón: Se necesitan trabajadores especializados, flexibles y que además nunca dejen de incorporar a sus conocimientos y habilidades todas las innovaciones sociales, científicas y tecnológicas. En pocas palabras: Se necesitan trabajadores 2.0.
Viriata: En mi currículum he puesto que tengo carnet de conducir. ¿Tú crees qué…?
Dragón: (Moviendo la cabeza) Me temo que no basta, Viriata.
Viriata: (Abatida.) Nunca escaparemos de la escuela. Siempre seremos niños.
Dragón: Siempre seremos Potencia.
Viriata: Nunca seremos nada. Nunca seremos Acción.
Dragón: Esta escuela es una máquina para fabricar supertrabajadores.
Viriata: ¿Cómo una granja de genios?
Dragón: Si prefieres llamarlo así… Si crías suficientes mirlos en una granja alguno acabará saliendo blanco. Es una simple cuestión de estadística.
Locutor 1: Viriata se tambalea.
Locutor 2: El combate parece que agoniza y que Dragón se llevará la victoria de un momento a otro.
Viriata: Entonces lo único que nos queda es aprender y esperar, ¿no?
Dragón: Aprender a aprender, dicen los pedagogos.
Viriata: Aprender por aprender, digo yo.
Dragón: El saber no ocupa lugar.
Viriata: Pero yo no quiero aprender más. Yo ahora quiero desaprender.
Dragón: ¿Cómo?
Viriata: Que ya estoy cansada de ensayar y ensayar sabiendo que nunca habrá estreno. Yo quiero actuar.
Dragón: ¿Desaprender?
Viriata: No, mejor. Quiero desprender, quiero desprender luz. Y dejar de ser un agujero negro en el que todo entra y nada sale.
Dragón: Yo tampoco quiero ser un afligido agujero negro.
Viriata: Quiero ser algo: apicultora, modista…
Dragón: O abogado, obrero de una cadena de montaje…
Viriata: Ingeniero, médico.
Dragón: (Emocionado.) Agricultor, agricultor, yo siempre quise tener un pequeño olivar de aceituna picual.
Viriata: Agricultor, ¿por qué no?
Locutor 1: Algo está pasando. Viriata se está haciendo con el debate.
Locutor 2: El combate ha entrado en el terreno emocional y ahí Viriata no tiene rival.
Locutor 1: Dragón parece un gigante con los pies de arcilla. Un juguete roto en las manos de Viriata.
Dragón: (Llorando.) ¿Por qué no puedo ser yo agricultor? A ver, ¿por qué?
Viriata: Claro que puedes ser agricultor, mi niño. Y puedes sembrar y cosechar y…
Dragón: (Como un niño pequeño.) ¿Y puedo mirar al cielo para ver si va llover? Me encanta mirar al cielo.
Viriata: Puedes hacer todo lo quieras, pequeño.
Dragón: (Recobrando su entereza.) Gracias Viriata, este debate me ha servido para enriquecerme, descubrir otros puntos de vista y abandonar mi error vital. Muchas gracias.
Viriata: (Un poco abrumada.) Bueno, tampoco es para tanto.
Dragón: Viriata, por favor. Yo estaba ciego y tú me has hecho ver. Yo sabía, pero no sentía. Yo…
Viriata: Me estás asustando.
Dragón: (Cada vez más exaltado.) Yo quiero mi olivar de aceituna picual.
Viriata: Poco a poco. Primero vamos a organizarnos. Luego hacemos unas pancartas. Y luego…
Dragón: Quiero ser agricultor. ¡Viva el trabajo! ¡Viva el trabajo!...
La maestra entra en modo pánico.
Maestra: Tapaos todos los oídos. Dejad de escuchar estas barbaridades. ¡Todos fuera de clase!
Locutor 1: Y hasta aquí la retransmisión de hoy.
Locutor 2: Un debate para la historia.
Maestra: (Empujando a todos afuera.) ¡Todos fuera, he dicho! Espero que esto no sea otra vez el principio del fin.
ESCENA 9: EN ESCENA SOLO VIRIATA Y DRAGÓN.
Dragón: (Saltando por el escenario) ¡Viva el trabajo! ¡Viva el trabajo! ¡Viva el trabajo, carajo! ¿Te gusta, Viriata? ¡Viva el trabajo, carajo! Es muy pegadizo, ¿no te parece?¡Viva el trabajo, carajo!
Viriata: (Aburrida.) Sí, muy pegadizo. Escucha esto.
Dragón: (Pensando en la rima.) ¡La aceituna picual…!¡La aceituna picual…! Esta rima es más esquiva. ¡Ummm! ¡La aceituna picual…la recoge la patronal! ¿Qué te parece? ¡La aceituna picual…!
Viriata: (Para sí misma.) Solo hay una cosa peor en el mundo que un rico nuevo: ¡un rebelde nuevo! (Autoritaria con Dragón.) Escucha. ¿Quieres participar en nuestro plan?
Dragón: ¿Un plan? ¿Cómo que un plan? ¿Hay un plan? ¡Cuéntame el plan!
Viriata: Deja ya de decir tanto plan y escucha. El gran decano no tardará en entrar. Mira lo que tengo. (Saca de sus bolsillos una navaja de afeitar y un bote de espuma.)
Dragón: ¡Una navaja! Cuenta conmigo para lo que sea. (Coge la navaja pero le tiembla mucho el pulso.)
Viriata: Ahora no te me vayas a poner nervioso. Para este trabajo te necesito con pulso firme. ¡Tranquilízate!
Dragón sigue temblando y Viriata lo abofetea.
Dragón: Oye, mano de santo. Ya no estoy nervioso.
Viriata: (La mano en alto preparada para volver a abofetearlo.) ¿Seguro?
Dragón: ¡Sí, mira! Enseña la mano con pulso firme.
Viriata le vuelve a abofetear.
Dragón: ¿Y ahora por qué…?
Viriata: Te he visto esa cara de… Se me ha escapado. Perdón.
Dragón: No estoy nervioso. Lo que ocurre es que he visto la navaja y me he puesto a pensar.
Viriata: Ya pensamos en la asamblea todo lo que había que pensar. Limítate a hacer tu parte. En unos minutos el Gran Decano estará sentado en esta silla y tú harás tu trabajo.
Dragón: No sé. No sé. Bueno, venga, si hay que cargarse al Gran Decano. pues me lo cargo. Muerto el perro…
Viriata: Pero qué perros ni qué gaitas. Tenemos órdenes de rasurar el bigote al Gran Decano y eso es lo único que haremos.
Dragón: ¿Rasurar el bigote? Pero, ¿por qué no lo matamos? Me parece que vamos a desaprovechar una ocasión maravillosa.
Viriata: Debemos acatar al pie de la letra lo que se decidimos en la asamblea, que para eso estuvimos debatiendo tres meses hasta alcanzar un consenso.
Dragón: Claro, el sistema asambleario aplicado a grupos muy numerosos, ya se sabe, acarrea esos pequeños pero molestos inconvenientes funcionales.
Viriata: En la asamblea solo estábamos mi novio y yo.
Dragón: Ah, ¿tienes novio? ¡Qué calladito te lo tenías!
Viriata: No, ya no. Me dejó. Mi novio me dejó. Me dejó a mí y también dejó la asamblea. Gracias a eso pudimos llegar al consenso.
Dragón: Ya, bueno, pero es que este hercúleo despliegue de medios… ¿No te parece un despilfarro excesivo para una chiquillada como es trasquilar el bigote al Gran Decano? Esto no es más que una travesura. Sería mejor matarlo y punto.
Viriata: No entiendes nada, ¿verdad? (Moviendo la cabeza y adoptando un tono didáctico.) Si lo matamos, otro sinvergüenza ocuparía su sillón y no conseguiríamos absolutamente nada, pero si lo despojamos de su bigote conseguimos un golpe irreversible al sistema. Él seguirá siendo el Gran Decano, sí; pero, al fin y al cabo, ¿qué es un Gran Decano sin bigote? Nada. No es nada. ¿Comprendes ahora? El bigote es un símbolo.
Dragón: Me sigue pareciendo una chiquillada (Con los brazos cruzados.) Sería mucho mejor degollarlo.
Viriata: Con un asesinato no conseguiríamos ni medio minuto en los medios. En la televisión se dedica más tiempo a una calabaza gigante en Albacete que a un atentado con veinte muertos. En la asamblea apostamos por la creatividad; y con mucho acierto me parece a mí.
Dragón: (Descreído.) Unos pelillos más, unos pelillos menos. Eso no cambia nada.
Viriata: De acuerdo; este es solo un bigote, pero después caerán muchos más, ¿comprendes? (Con un brillo inteligente en sus ojos.) No dejaremos ningún bigote sano en todo el planeta.
Dragón: ¿Y los bigotes buenos? En mi nutrido círculo de amistades hay muchos bigotes y algunos pertenecen a admirables personas. ¿Amputaremos también esos?, ¿o tu asamblea nos adjuntará un registro de los bigotes dignos de indulto?
Viriata: Ningún bigote es inocente (Guarda un pequeño silencio, orgullosa de su frase.) Puede haber gente buena con bigote, pero el bigote no ayuda precisamente a hacer mejores personas. ¿Conoces, acaso, alguna mujer con bigote?
Dragón: Bigote, bigote, no. (Silencio, pensativo.) Pero un poco de pelusilla, sí. Bueno, y lo que no es pelusilla, que algunas que yo conozco…
Viriata: ¡Qué cruz! Deberíamos haber optado por la fotodepilación. No entiendes nada.
Dragón: Es que no comprendo la relación entre la libertad para trabajar y rasurar un mostacho insignificante.
Viriata. Insignificante no es precisamente. Ya verás cuando lo veas, que parece una comadreja.
Dragón: ¿El Gran Decano parece una comadreja?
Viriata: El bigote parece una comadreja.
Dragón: Como si parece una capibara. Yo sigo sin entenderlo.
Viriata: Los bigotes, en realidad, no existen; son sólo ficciones sociales. Los bigotes son la gorra del general, son el bastón de mando, son la estrella del sheriff. Y nosotros liberaremos al mundo de su yugo.
Dragón: El bigote es un símbolo.
Viriata: Veo, que lo vas pillando.
Dragón: El bigote es como un interruptor.
Viriata: Bien.
Dragón: Apagamos el bigote y encendemos el trabajo.
Viriata: Esa es la idea.
Dragón: (Sin entender nada.) Entiendo, entiendo… Viriata, entonces, ¿le arreglo también las patillas?
Viriata: Imagina un mundo sin bigotes (Mística.) ¿No te parece un lugar maravilloso?
Dragón: ¿Y si pedimos un rescate por su bigote? ¿Un millón y medio de euros te parece mucho dinero? Sí, verdad, mejor empezamos por un millón y vamos viendo.
Viriata: Calla y esconde la navaja. Ya vienen.
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ESCENA 10: ENTRA EL GRAN DECANO SEGUIDO DEL RESTO DE LA CLASE CON UN BIGOTE DESCOMUNAL ARRASTRANDO UNA LARGA CAPA.
En el centro del pecho lleva un triángulo divino y dentro un bigote. Suena “Perfect Day de Lou Reed” como música para el desfile. (Viriata hace gestos a Dragón señalando lo grande que es el bigote.) Y Dragón se asombra de lo enorme que es el bigote.
Se sienta con parsimonia en un silla central y todos los demás se sientan a su lado en el suelo.. El Gran Decano sonriente se levanta y pasa entre ellos acariciándoles el pelo. Sigue sonando “Perfect Day”.
Decano: ¡Qué maravilla! ¡Cuántas criaturas bellas hay aquí! ¡Cuán bella es la humanidad! Estáis sanos, alimentados y con manos de seda. Sois tan bellos que los ojos se me lastiman de tanta luz y perfección. No tenéis otra opción que ser felices. Ser felices siempre y en todo lugar. Sois criaturas omnifelices. Sois…
Viriata: (Interrumpiendo.) ¡Somos ovejas!
Decano: (Sonriente y conciliador.) Tú debes de ser Viriata. Me han hablado tanto de ti. Eres aún más bella de lo que me habían contado. Cuéntame hija mía, ¿cuál es la causa de tu malestar?
Viriata: No quiero ser una oveja.
Decano: ¿Ni siquiera una oveja feliz?¿Una oveja sana, instruida y libre? Cuéntame e intentaré aliviar tu mal.
Viriata: Quiero trabajar.
Decano: ¿La habéis oído? Quiere trabajar. ¿Puede haber en el mundo una persona con una inocencia más cándida? ¿Y por qué quieres trabajar Viriata?
Viriata: Quiero trabajar porque… porque…
Decano: Quieres trabajar porque no se puede trabajar. Si viviéramos en un mundo perfecto donde la única regla fuera, por ejemplo, que no se pudieran abrir cajas. ¿Sabes lo que querrías?
Viriata: No sé…
Decano: (Pregunta a todos sabiendo la respuesta.) ¿Qué querría Viriata?
Todos: Abrir cajas.
Viriata: (Reconociéndolo.) Sí, la verdad, querría abrir cajas. ¿Y?
Decano: ¿Ves, Viriata? No eres un verso libre, no eres diferente, es muy sencillo saber lo que quieres. Quieres lo contrario.
Viriata: Eso no es verdad.
Decano: ¿Seguro?
Maestra: Bueno, Viriata has de reconocer que en todas las votaciones de clase siempre votas en contra.
Alumno: Todos llevamos zapatos y tú, botas.
Dragón: Todos preferimos a Góngora y tú a Quevedo.
Decano: Nadie quiere trabajar y tú sí.
Viriata: (Aburrida y cansada.) Quiero trabajar.
Decano: (Condescendiente.) Eres un personaje prosaico, plano y previsible. Solo eres un arquetipo, pero nosotros te aceptamos de buen grado.
Viriata: (Vencida.) No soy un arquetipo, yo soy Viriata.
Decano: Viriata, mi amor, no te empeñes en no ser feliz, puedes hacer todo lo que quieras, todo. Todo, salvo trabajar. ¿Qué quieres, Viriata? Pide.
Silencio.
Viriata: (Dudando.) Quiero, quiero…
Decano: Pide y se te dará.
Viriata: (Alzando la voz y apuntando con el dedo al Gran Decano.) Quiero tú bigote.
Decano: (Sorprendido.) ¿Cómo?¿Mi bigote?¿Y para qué quieres mi bigote?¿Sabes la dura carga que es poseer este bigote?
Se apagan las luces. Ruido, carreras, gritos de socorro.
Se encienden las luces. la escena es idéntica a antes del apagón. Solo que el Gran Decano no tiene bigote.
El Gran Decano se palpa y nota que no tiene bigote. Intenta no dar importancia a lo sucedido.
Decano: ¿Eso es todo Viriata? ¿Quitarme el bigote? Eso no cambia nada, con bigote o sin él, sigo siendo el GRAN DECANO.
Viriata: (Moviendo el bigote con chulería.) ¿Estás seguro?
Decano: Viriata, mis bellas criaturas me siguen adorando. Ellos saben reconocer la verdad con o sin bigote.
Viriata: ¿Sí?
Decano: ¡Oh, magníficos ejemplares radiantes! Ante las adversidades seguiremos caminando la senda de la paz, el progreso y la concordia. Ante las agresiones caminaremos más unidos en busca de un destino y…
Se oyen unas risitas contenidas y cuchicheos.
Decano: Lucharemos firmes contra los enemigos del sistema, que pretenden hundirnos en un futuro lúgubre y desesperanzador. Un futuro…
Alumno: (Burlándose.) ¡No tiene bigote!
Finlandés: (Riéndose más.) Mira, si no mueve el labio de arriba.
Decano: (De repente habla en tejano.) Siempre la mayoría será nuestro resorte y para cuando eso falle tendremos lista otra solución porque estamos trabajando en ello.
Viriata: (Ridiculizándolo.) Estamos trabajando en ello.
Todos se ríen a carcajadas y le ridiculizan.
El Gran Decano se siente avergonzado y se tapa la cara con las manos por no tener bigote. Sale corriendo y detrás la maestra.
Maestra: ¡Gran Decano! ¡Espere, por favor! Esto es solo un malentendido.
Fiesta, papeles al aire, suena “The Wall”. Todos empiezan a caminar robóticamente en una fila por el escenario.
TELÓN.
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