Agustina los observa…

Aún faltaba una hora para entrar a trabajar, pero Agustina ya se encontraba en la cantina de la empresa, desayunando y poniéndose al día con las últimas noticias, no tenía apuro, era la jefa nadie le exigía nada ya que no tenía superiores a quien responder, pero luego de veinte años de arduo trabajo, era consciente de que ella debería ser siempre la primera en llegar. El dueño de la cantina la saludaba y ella correspondía el saludo sin fijarse en el hombre que por años la atendía sirviéndole el café mañanero.
Pero no solo desayunaba, tenía por costumbre observar a cada uno de los empleados sin que ellos se dieran cuenta, sus lentes de sol que difícilmente se quitaba antes de entrar a su oficina le permitían ver y observar cada detalle del comportamiento de cada uno de ellos.
Pronto sería el cumpleaños de Agustina y a sus sesenta años tenía mucha sabiduría sobre sus hombros y eso todos lo sabían, vivía sola con su perrita Chinita que según los expertos tendría en comparación casi la edad de su ama.
Había estado casada, pero nada le fue bien en ese matrimonio, veinte años de casada y veinte años de divorciada.
Parecía muchos años, pero a ella no le importaba, se sentía muy bien con la vida que llevaba y quizá por ese motivo se dedicaba a las demás personas observándolas y así poder ayudarlas si fuera necesario.
Uno de los primeros en llegar a su oficina era Javier, un joven casado y con mirada triste desde hacía algún tiempo.
Eso lo venía observando Agustina sin decir nada a nadie, no era su intención divulgar secretos de otros, aunque sabía que aquella mirada se debía a que Javier tenía problemas en su casa, aunque nadie parecía saberlo.
Ella se enteró un día cuando el celular de Javier sonó varias veces y no contestó, pero desde su lugar ella vio la foto de la mujer de Javier.
Jamás le preguntó el motivo, pero al pasar los días y ver como el hombre cada vez estaba peor, decidió ver qué podía hacer por él.
Una tarde fingiendo sentirse mal, le pidió que si no tenía inconveniente la llevara hasta su casa porque tenía miedo de manejar debido a los mareos que sentía.
Por supuesto que Javier la llevó y mientras ella fingía estar inconsciente en el asiento al lado de él, sin querer la llevó a la casa de él para ver si su esposa podía reanimarla en lugar de dejarla sola o en algún sanatorio.
Al llegar a su casa, la esposa de Javier le pregunta qué sucedió, cuál era el motivo que trajera a su jefa a la casa, a lo que el hombre le contesta que quería que ella lo ayudara que no sabía cómo reanimar a su jefa.
Nuri, la esposa de Javier lo ayudó y la llevaron apenas caminando al apartamento donde luego de un rato, Agustina fingió sentirse mejor y pudo ver por sus propios ojos el motivo de la tristeza de Javier, una mujer mayor con cara avinagrada lo mandaba como si fuera su esposo y no su yerno algo que molestaba al joven y a lo que su esposa nada hacía.
Luego de un rato, Javier llevó a su jefa a la casa prometiéndole que al día siguiente la vendría a buscar en el auto de ella que había quedado en el garaje de la oficina, pero durante el trayecto Agustina le preguntó el motivo por el cual permitía que su suegra lo tratara tan mal y Javier con mucha vergüenza se lo contó, la madre de Nuri se había divorciado y quiso vivir con ellos, transformando su casa en un infierno y él por no disgustarse con su esposa nada podía hacer.
Eso molestó mucho a Agustina, pero nada dijo. Algunos días después, cuando sabía que Javier no estaba en la casa, fue a visitar a Nuri, ellas ya se conocían de antes, no solo de cuando Javier la llevara a su casa, había sido invitada al casamiento de ambos y después de preguntar por su salud, Nuri le preparó un café y le preguntó el motivo de su visita.
Agustina nunca se había encontrado en una situación así, pero estaba dispuesta a ayudar a Javier para que volviera a ser el de antes y sin pelos en la lengua le contó lo sucedido a la muchacha que con lágrimas en los ojos le dijo que ya no sabía qué hacer, su madre tenía muy mal genio y como tampoco quería mucho a Javier, él estaba sufriendo por su causa, antes de que ella viniera hasta estaban pensando en encargar su primer hijo.
Agustina, luego de escuchar a Nuri le propuso una mentira que quizá hiciera que su madre se fuera de la casa.
A la noche, Nuri lo puso al tanto a Javier de lo hablado con Agustina y el plan comenzó.
Agustina le había dado tres días libres a Javier para que supuestamente se hiciera algunos análisis y al volver a su casa, con mucha tristeza, fingida, Javier delante de su suegra le muestra a Nuri el resultado de los supuestos análisis y siempre bajo la mirada de su suegra que también quería saber sobre esos análisis, luego de leerlos se retiró a su habitación armando las valijas lo antes posible y disculpándose por irse de vuelta a su casa, no podría quedarse más porque extrañaba su hogar.
Ese fue el día más feliz del matrimonio, la suegra al leer los falsos análisis donde se nombraba las palabras muy contagioso, había huido como la rata que era para no volver a molestarlos más.
El truco había sido todo un éxito y Javier ya no tenía aquella mirada triste, por el contrario, pronto se supo que la cigüeña rondaba su casa y la felicidad había vuelto a ella gracias a Agustina.
Así ayudaba Agustina a los empleados.
Se había hecho querer por las cosas que hacía muchas veces sin que nadie se enterara, por eso el día de su cumpleaños, la fiesta sorpresa no se hizo esperar y al final del día la cantina se llenó de gente, de regalos y elogios y hasta el dueño de la cantina, un hombre muy elegante y que desde hacía mucho tiempo miraba a Agustina de una manera que a pesar de sus años la hacía sonrojar, le había obsequiado un ramo de rosas rojas que ella aceptó y quizá con el tiempo…
Omenia
9/11/2025