El asesino serial.
Como todos los días, el crimen en la ciudad no se hacía esperar, la policía no descansaba, llamadas de uno u otro lado los apresuraba a cumplir con el deber de cuidar y proteger a la ciudadanía, pero la tarea no era fácil, asaltos, robos, rapiñas y lo peor, crímenes, que a todo esto se enfrentaban día y noche, pero el deber estaba primero.
Una madrugada suena el celular del policía Antunez quien ya se encontraba en su casa, durmiendo junto a su esposa desde hacía algunas horas.
Antunez contesta y le dicen que tiene que presentarse a la comisaría lo antes posible porque se había cometido un crimen y los superiores estaban siendo apurados por los de arriba, como llamaban a sus jefes, imposible esperar a la mañana, lo necesitaban en ese mismo momento.
De mala gana Antunez se levanta, se viste, toma su moto y arranca hacia la jefatura, ya estaba acostumbrado y a los pocos minutos se encontraba junto a su superior.
–¿Qué ocurre jefe, por qué tanto apuro?
–Necesito que vayas inmediatamente a la casa del comisario Burgues su esposa ha sido asesinada.
Sin seguir preguntando Antunez se dirige a un lugar muy conocido por él, ya que muchas veces había tenido que recoger al comisario en su casa cuando por alguna razón no tenía su auto porque su esposa se lo había llevado a su trabajo.
Encontró a Burgues sentado junto al cadáver de su esposa, una mujer joven y hermosa con la cual llevaban dos años de casados, preguntándose aún quién podría haber hecho aquello, ellos no tenían enemigos y se llevaban bien con todos los vecinos, con lágrimas en los ojos hablaba con Antunez que trataba de calmarlo sin mirar a la desgraciada mujer que yacía muerta de un disparo en la sien.
Es muy raro decía Burgues, es el mismo modo operantis de los cuatro crímenes anteriores, todas mujeres jóvenes muertas con un tiro en la sien.
A pesar del dolor, el comisario quiso investigar él también aun sabiendo que debido a que la muerta era su esposa y no podía intervenir.
El comisario era, a pesar de ser un hombre joven, muy inteligente y respetado por sus superiores que sabían de lo que era capaz, por tal motivo, aun no respetando los procedimientos y el protocolo, lo dejaron en libertad de resolver el drama en que estaba y le designaron a Antunez por ser no solo compañeros sino amigos.
De inmediato Antunez quiso reconstruir lo acontecido y trató de, junto a los del laboratorio, juntar todo lo que pudiera tener huellas o algo que los llevara a descubrir por lo menos el móvil del crimen.
Terminado el examen forense, la esposa del comisario fue llevada a la morgue para dejar el lugar libre y poder encontrar algo que les mostrara por lo menos el motivo. Antunez conocía muy bien a su compañero, sabía de lo enamorado que estaba de su esposa y jamás pensó que pudiera hacerle daño, pero primero era policía y luego amigo y debía investigar, eso le comentaba a su mujer.
Pronto se enteró de que el matrimonio no era tan feliz como parecía y que Burgues pasaba más tiempo en la comisaría que en su casa, todo lo fue anotando en un cuadernito de notas que siempre llevaba consigo.
Antunez,´tenía anotadas la fechas de las muertes de las otras cuatro mujeres que murieron en la noche, casi a la misma hora y sin comentarlo con nadie, fue ideando un plan para poder procesar a Burgues, porque para sí mismo pensaba que entraba en el tipo de asesino serial.
Mientras tanto, el flamante viudo también tenía sospechas y sabía que sólo se salvaría si otro fuera el asesino porque todos sospechaban de él.
La investigación siguió su curso, luego del entierro, el viudo vuelve a su casa, solo y allí comienza a limpiar todo, pensaba que algo debería encontrar para librarse de aquella pesadilla que jamás hubiera imaginado.
Varios días transcurrieron antes del sexto asesinato.
La policía no tenía ni idea de quien podría ser el asesino, pero un nuevo integrante entra en la historia, Ramón un viejo policía retirado que a pedido del actual jefe de policía comenzó a trabajar con ellos, la gente estaba cansada de lo que sucedía en las calles y había que resolver el caso lo antes posible.
Ni Antunez ni Burgues estaban de acuerdo con Ramón quien les dijo que sabía quién era el asesino y que pronto resolvería el caso.
La arrogancia de Ramón molestó mucho a los demás, pero nadie podía decir una palabra, era amigo del jefe…
Ramón era un policía de la vieja escuela y muy bueno en lo suyo por eso una mañana habló con el jefe diciéndole que estaba seguro de saber el nombre y apellido del asesino, pero que debía reunir a todos los que llevaran el caso y contaba con él para apresarlo.
Por supuesto sin revelar el nombre, llamó a todos y los hizo sentarse alrededor de una mesa donde nadie entendía nada, pero lo escucharon sin chistar ya que ninguno tenía la menor sospecha de quién era o podría ser el asesino.
Ramón se sentó junto al jefe y comenzó a hablar del motivo por el cual había dejado de ser policía y se había jubilado tan pronto.
Contó su historia sin que nadie entendiera por qué estaba haciéndolo, pero su jefe a medida que lo oía comenzó a entender y sin que nadie se diera cuenta sacó la pistola de reglamento la puso entre uno cuantos libros que estaban sobre la mesa sin que lo vieran, quería tenerla a mano por si acaso la historia que contaría Ramón fuera cierta.
Luego de varios minutos entraron dos policías y custodiaban la puerta lo que hizo que más de uno se sintiera nervioso, uno de los molestos era Bermudes y el otro era Antunez , se reían por nada a /pesar de que nada era gracioso cuando de pronto Ramón saca un cuaderno y lo puso frente a Antunez que de inmediato se vio rodeado por los dos policías que custodiaban la puerta sacándole la pistola de reglamento y esposándolo.
Antunez viéndose descubierto bajó la cabeza mientras los demás aún no lo podían creer.
El primero en hablar fue Burgues quien sospechaba de él y quería que fuera descubierto porque sabía de sus locuras, además estaba enterado por su esposa de que había ido alguna vez a su casa y se había insinuado con ella, algo que dejó pasar pensando que sería una broma ya que eran muy amigos. Pero luego vio cuando Antunez recogía algo del piso de su casa y en lugar de llevarlo al laboratorio junto a todo lo demás, se lo guardaba en un bolsillo.
Entonces habló Ramón que Burgues no había conocido antes, pero que Antunez sí ya que debido a él fue que decidió renunciar, sabía que era un mal bicho y de sus locuras, pero nunca había conseguido una prueba para delatarlo, por eso esta vez lo siguió día y noche hasta que en un descuido el policía había dejado su cuaderno en el gimnasio de la policía, lugar donde solía llevar su libro diario y Ramón sin ser visto se lo llevó.
En el libro estaba todo anotado, cada crimen, la hora exacta y antes del sexto, contaba cómo le había sido placentero matar a la mujer de Burgues que nunca había sido de su agrado y que se sentía mil veces mejor que Burgues y que ella ni lo miraba, etc… jamás reconoció que estaba enfermo, cometía sus crímenes todos por alguna razón que lo justificaba, pero, aunque es imposible que lo lleven preso, el lugar donde pasará el resto de su vida no es para nada agradable porque el manicomio difícilmente cure a los pacientes…
Omenia 19/11/2025
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