UN TORO Y EL SOL


El sol
luego de reposar
su mañana dominical,
sale perezoso en la tarde
y se sienta como rey
en el cielo compañero.

Abajo,
en un fétido coso,
infectado
de bestias salvajes,
cocinan la masacre
de un indefenso toro
que no ha pecado
para ganarse
tan brutal sentencia.

Sale el bravío al ruedo…
tan terriblemente solo
a enfrentar al cobarde
(torero le llaman)
que aparece disfrazado
con traje de puses,
como él, hecho de pus.

Se da inicio, entonces
a la fiesta del escarnio,
bien adornada ella
de arreglos florales
que envió la muerte.

Ya ataca el cobarde:
en el morrillo del toro
indolente ha clavado
las agrias banderillas
que cuelgan coloridas,
como si lo condecorara
con medallas de odio.

Su cómplice picador,
ruin fantoche montado
en inocente caballo noble
(que ruega perdón al toro)
prepara la temida pica
y hunde su puya cruel
en el morrillo ya abatido.

Asqueado el sol
decide el retiro
para no espectar más
la infame diversión.

Antes que el cobarde
embista sin piedad
la espada asesina,
a tiempo el astro rey
abandonó el cielo:
de pena iba a sangrar tanto
con la estocada mortal.

Se fue vomitando…