Me olvidé de vivir es mucho más que la frase de éxito,
de palabras que remiten a aquella melodía inolvidable,
otra sentencia del poeta que vistio de gala sus letras,
privilegiando así las formas en vez de los contenidos,
pero la esencia de una poesía nunca estará a la venta
Camadas de significados, de palimpsestos a revelarse,
de interpretaciones que viven en el centro del huracán,
en la exégesis que nunca nos pide más explicaciones,
voces que ecoan desde la latencia de una Mnemosine,
o desde aquel insight, desde aquella epifanía creativa.
Pero mi poesía, hoy desnutrida, precisa volver a vivir,
crear en la etílica alteracion de mi propia objetividad,
en esa realidad distorsionada que me parece tan veraz
de letras que se retroalimenten de directas emociones,
de sueños despiertos que solo la lírica sabrá traducir.
En un desorden que la vida ahora me quiere ordenar,
en una clara turbación que siempre supe descifrar,
mi poesía precisa más nutrientes, pequeños detalles,
vivir los sentimientos como ese que aprendió a soñar,
engañarme como el perdedor que sabe de su pérdida.
La vida que me fue enseñando a poner freno a la vida,
dejar a un lado la subjetiva mirada del poeta vacilante,
acomodado en la serena risa eutrapélica tan correcta,
quiero volver tanto a los intentos como a los fracasos,
alimentar mi poesía sin aplausos vestidos de victoria,
en la anodina respuesta de un fatuo calculado epiteto,
prevesible emoticono que me recuerde que me olvidé...
JIJCL, 7 de diciembre de 2025. |