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Inicio / Cuenteros Locales / jovauri / El globo de frustraciones

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—Me voy a volver loco de tanta frustración, de lo que pudo ser y no fue, de lo que hubiera sido y no será...
—No digas eso, que lo único que importa es la salud. Estás sano. Lo demás no importa.

En eso estaban Luis y José, sentados en la banca de un parque, en un mediodía pleno de sol, con pajaritos gritones, música de marimba y un par de detalles más que no vienen al caso contar, cuando apareció el payaso Gomita. Es un tipo que siempre camina vestido de payaso. Nadie sabe si, en realidad, es un payaso que va camino al trabajo o un simple loco bajo libertad condicionada. El caso es que ese enorme, gordo, de brazos musculosos, piernas de jamón serrano, ojitos chiquitos y grandes orejas, asqueroso payaso, estaba parado frente a ellos.

—¿Qué pasa, mis putitas, llorándole a la vida? Dejen de lamentarse, mariconas, que la vida se burla de los que piensan demasiado.

Luis y José hicieron como que no escucharon la voz grave y rasposa del payaso. Luis intentó seguir con los dolores de su vida, pero ¡PAAAAAFFF!, sonó una cachetada en su mejilla derecha.

—Cállese, cabrón, no sea grosero con el payaso Gomita, amigo de los niños y enemigo de los idiotas. Si abres la boca sin mi permiso, en el próximo golpe te saco los dientes.

Luis y José se quedaron paralizados, sentados como dos canarios en las duras maderas de la banca del parque, con ojos de conejo asustado. El payaso Gomita sacó un globo de su enorme bolsillo del pantalón: un globo rojo brillante, globito de fiestas de niños, tipo condón aromatizado.

—Este globo es la vida.

El payaso comenzó a soplar el globo con fuerza, y cuando iba por la mitad se lo sacó de la boca.

—El aire que soplo son las jodidas preocupaciones y desilusiones, frustraciones y miedos.

El payaso sopló y sopló hasta que el globo explotó con un estruendo que espantó a los pajaritos en los árboles.

—Ya ven, cabroncitos, lo que sucede cuando te la pasas asustadita y lloricona con los problemas: que un día explotas como el globo y te vas derechito a la mierda.

Luis y José, en realidad, querían huir de ahí corriendo lo más rápido posible, pero ambos esperaban que el otro comenzara a correr para seguirlo, y no se movían.

—Escuchen, perras, hoy tienen suerte. Los voy a curar de espantos con la terapia de la cachetada amiga. Es fácil: tú, la de la derecha, le das una buena cachetada a tu amiguita de la izquierda. Y tú, la nena de la izquierda, le das una tremenda cachetada de vuelta. Y así repiten la ronda hasta que yo les diga que es suficiente.

Luis y José no se querían dar cachetadas. Miraron a su alrededor, pero el parque estaba vacío; ni los pajaritos quedaban, asustados por la explosión del globo.

—A ver, ¿para cuándo, cabronas?, que no tengo tiempo. Tú, la de la derecha, suéltale el primer bofetazo o te saco los dientes.

José vio el enorme puño y los inmensos anillos de oro que salían de los musculosos dedos. No quería sentir eso en su boca. Miró a Luis con ojos de “no me queda de otra” y le dio una cachetada con todas sus fuerzas. A Luis le salieron lágrimas y, enojado, le devolvió la cachetada, a lo que José le soltó una más dura, y Luis respondió con otra de regreso, pegándole con los nudillos. Así se surtieron los dos hasta que los cachetes se pusieron rojos, las lágrimas corrían y la sangre asomaba por las narices.

—Más duro, nenas, ¡más duro!, que no quede huella de la neurosis que los atormenta —gritaba eufórico el payaso, muy feliz, mientras se chupaba el dedo.

José y Luis lloraban a gritos mientras se pegaban, y de repente pasaron de los llantos a las risas, hasta que se detuvieron para abrazarse, mezclando mocos, sangre, saliva, sudor y lágrimas en el disfrute de un éxtasis jamás experimentado hasta ese momento. Se sentían plenos y felices. Luis quiso agradecerle al payaso por haberles mostrado el camino a la redención, pero frente a ellos no había nadie, solo los restos de un globo rojo en el suelo...

Texto agregado el 19-12-2025, y leído por 26 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
20-12-2025 Ah el viejo conocido y nunca bien ponderado payaso Gomita. Me cae bien. Fijate si no sobran mamadas como «en el disfrute de un éxtasis jamás experimentado hasta ese momento» que no sirven para nada pero que me ofenden porque me parece que el autor cree que necesito explicaciones. guy
20-12-2025 La descripción de Payaso Gomita es excelente,molesta imaginarlo. Lo sentí como un ser conflictivo que con sus molestas palabras de bajo nivel logró enardecer a esos amigos hasta maltratarse; pero eso fue motivo para que terminaran toda la golpiza y aceptaran su amistad. El globo rojo,siempre estuvo presente,incluso en el sorpresivo final que me gusto . 5* Un fuerte abrazo Victoria 6236013
20-12-2025 Lograste con este cuento que mi fobia hacia los payasos sea cada vez mayor. No se el motivo, pero desde niña nunca soporté sus caras pintadas con lágrimas cuando su misión, si es que la tienen, es la de hacer sonreír. Saludos. ome
20-12-2025 BIen manejado el relato. Me gusto el sorpresivo final, como deben ser los finales de un cuento. beethoveniano67
19-12-2025 Si lo que querías es lograr risitas nerviosas, imagíname levantando la mano. El texto es una salvajada deliciosa: humor negro sin pedir permiso, exagerado, incómodo y muy bien llevado. Justo ese exceso es lo que funciona, porque te hace reír mientras piensas “esto está mal… pero qué bien escrito está”. El payaso es brutal, absurdo y memorable, y el mensaje entra a golpes, como debe ser en este tipo de humor. Muy efectivo y con personalidad propia. kone
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