A veces me duermo y sueño que ya no sueño contigo, que termina mi castigo y de un alma me hago dueño. Aunque no sea ya aquella que arropaba de pequeño al candor de las estrellas anhelando tu llegada. Aunque ya no sea aquella que deslumbró tu mirada, que desbordó tu luz bella, que dejó tu marcha helada. Fui feliz sin medida; ojalá también lo fueras y aunque duela de por vida al que fui no duelen prendas. A veces, muy pocas, sueño que algunas veces me sueñas. Y vale más que no sueñe; ya no caben componendas: solo los sueños helados, de un hielo que -a veces- sueña.
Texto agregado el 22-12-2025, y leído por 3 visitantes. (1 voto)