| He cometido un pecado cósmico,desee la Luna.
 
 Fue casi inconsciente,  ella me sedujo.
 Cuando estaba menguante  me decía  todo  lo que nunca me habían dicho,
 cuando estaba  llena  me robaba la atención  y el aliento
 y las noches en que estaba  a medias,  me acoplaba en la curvatura  de su pecho
 y la dejaba acariciarme la nuca,
 y me entregaba cual  lágrima a la tristeza,
 y me abstraía en un escalofrío orgásmico,
 que me erizaba la conciencia.
 
 Nunca había notado  sus lunares en el vientre,
 parecen  escarchas de nieve en una madrugada de Julio.
 Pero no saben a  hielo,   tienen el agridulce  de un beso con malicia y crema,
 me recuerdan a esas noches  en que me comías la boca y yo almacenaba tus besos
 para los días  en que  no entraba en tu vida.
 
 La luna  me toma los ojos  y me vuelve hacia ella,
 me rescata  de tu recuerdo,
 sabe  que   naufrago  en mis lágrimas
 cuando   pienso  que no fui tuya,
 que no conseguí  desvelar tu sueño,
 que  nunca me necesitaste,
 que  fui una visita en tu vida.
 
 Cuando la noche está nublada,
 la  no presencia visual de mi amada luna,
 me sumerge en una soledad miserable,
 se me enfría el cuerpo y la risa,
 busco desesperadamente un beso en el vacío,
 y termino cara  a cara  con mi reflejo,
 viendo cómo las lágrimas van recorriendo mis rasgos
 respetando cada curva, cada desgaste.
 
 Y al mirar mis ojos,  tras el brillo y enrojecido,
 veo  tu carita bella,   esos ojos locos,  esa boca  llena de muecas
 que sin querer reproduzco  todos los días,
 y tu cuerpo, nadie podría verlo tan bello  como lo veía yo
 en la desnudez  de niño  que lucías  las contadas veces
 que fuiste  de mis ansias.
 
 Apriétame fuerte  Luna,
 entierra tus cráteres en cada vacío  que me descubras,
 sacúdeme,  golpéame, has razonar esta cabecita  enferma
 que aún lo quiere tanto tanto.
 
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