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La ambulancia llegó unos quince minutos después de haber sido requerida, lo pusieron en la camilla y partieron hacia el hospital. La sirena se escuchaba a varias cuadras del vehículo, que se desplazaba a toda velocidad por las casi vacías calles de Santiago de 1940.

Jorge era un niño de 6 años, que en esa época estaba entregado al cuidado de María, aún no iba al colegio y se entretenía y aprendía de los otros amiguitos que vivían en el pasaje.

María, muchacha de unos 25 años, baja, delgada, pelo negro, siempre sonriente, vivía en la casa de Jorge y le cuidaba, además de levantarse temprano para atender a los papás, barrer la casa, hacer el almuerzo, lavar la ropa, planchar, seguir cuidando a Jorge, hacer la comida, servir la comida, lavar la loza y acostarse tarde, cansada pero feliz, ya que se sentía parte de la familia. Familia que ella nunca tuvo en su pueblo.

Los papás de Jorge trabajaban todo el día fuera de casa, por lo que estaba permanentemente con su María a la que quería casi tanto cómo a su mamita. Ella a su vez, adoraba a su niño.

Dentro de la ambulancia cundía la desesperación. Jorge afirmado a la camilla, pero con una mano libre con la que tomaba el brazo de María. Su único pensamiento era que mientras mantuviera el contacto directo con ella, nada le sucedería. María estaba desesperada, se sentía culpable de lo sucedido, pero a la vez también pensaba que su única misión era no soltar a Jorge. El enfermero que iba con ellos observaba al niño que cada vez estaba más pálido, pero consciente.

El pasaje en que vivía Jorge era una calle sin salida, rodeada de casas y con una gran palmera al medio. En la esquina con la calle principal había un almacén, propiedad de un matrimonio de la vecindad, don Primo y doña Paola. En éste, que además era fuente de soda, pues tenía una vitrina con 4 pisos altos y 4 mesas con sus respectivas sillas, se reunían las empleadas del barrio a copuchear con doña Paola, quién finalmente era la fuente de información que tenían las señoras del vecindario para enterarse de lo que sucedía en sus casas mientras ellas estaban trabajando.

La ambulancia arribó al hospital. Bajaron la camilla con Jorge que no soltaba a la María, así llegaron a la sala de urgencias. El enfermero trató de que ella se quedara esperando afuera, pero Jorge, sin decir una palabra, no lo permitió, aferrándose a ella con ambas manos. Lo cambiaron a una cama y permanecieron juntos esperando. Entró un hombre vestido de blanco, a Jorge le pareció que era un gigante, quien luego de mirarlo y echarle un vistazo a la herida en la pierna izquierda exclamó: “¡Qué lástima!, se fregó el cabro” y luego agregó: “veamos, trata de mover los dedos de los pies”. En ese momento Jorge se desmayó.

La señora Paola, tenía los teléfonos de todos los vecinos, así que después de llamar solicitando el envío de la ambulancia, llamó a la mamá de Jorge y le informó sobre el accidente y el hospital adonde lo habían llevado.

Esa mañana, como siempre, había ido al almacén de don Primo con su María, se subió en uno de los pisos y se puso de rodillas, se afirmó en la vitrina y comenzó a balancearse, su María, que estaba a su lado, se puso a conversar con doña Paola. De improviso en una de los balanceos, el piso se resbaló, sintió la quebrazón de vidrios, pero se sintió tomado en el aire por su María. Esta, en el apuro de la situación, lo retiró hacia atrás y como Jorge había metido su pierna izquierda en la vitrina, al ser retirado violentamente hacia atrás y arriba se hizo un corte profundo en la parte delantera de la pierna, la sangre lo cubrió todo y el dolor que sintió fue intenso, se puso a llorar y lo último que recordaba claramente era la voz del gigante vestido de blanco: “¡qué lastima!, se fregó el cabro”.

Cuando recobró completamente el conocimiento, tuvo la alegría de escuchar a su lado, la voz de su querida mamita, que le decía a María:
—No te sientas culpable de lo sucedido, demos gracias a Dios que no fue algo más serio.

—Sí, pero yo estaba a su lado y de repente sentí la quebrazón de vidrios y sólo atiné a tomarlo para que no cayera.

—La señora Paola me contó cómo sucedió, por suerte la ambulancia llegó rápido, de todas maneras perdió mucha sangre.

—Lo llevaremos a casa, pero tendrá que permanecer mucho tiempo en cama.

Jorge abrió sus ojos y los fijó en los de su mamita, los tres se pusieron a llorar, él, aún tenía en su mente la voz del gigante de blanco: “¡qué lástima!, se fregó el cabro”.

JORVAL (12)
211004

Texto agregado el 23-10-2004, y leído por 7498 visitantes. (15 votos)


Lectores Opinan
25-12-2007 hijo de puta... anciano de mierda...activa mi cuenta Ciberbaco
29-12-2005 Ya se o dije en una ocasión, no estoy acostumbrado a leer historias en las que no se echan las culpas al primero que se cruza en el camino para quitar las culpas de una desgracia cualquiera. Y por eso me fascina. Ikalinen
20-08-2005 me maravilló porque yo de pequeño tuve una experiencia igual a caerseme una puerta de vidrio. me tuvieron que operar y sacar infinidad de cristales. y me dieron más de cien puntos de sutura. Un saludo y *s josef
27-03-2005 Buen cuento, amigo. Muy buen cuento. Me ha gustado. Mis estrellas. Vaerjuma
21-02-2005 Yo también tuve una María que me adoraba y yo adoraba... ¡tantas Marías que existen!. Precioso cuento, dulce, tierno, lleno de nostalgia. Felicitaciones de verdad. maitencillo
17-02-2005 me gustó porque al leerlo me impregno de esas situaciones, atmosferas, de estos chilenos personajes que retratas con mucha frescura sin que falte el mensaje. El accidente por cierto, es muy emotivo y cruel con ese '¡se fregó el pobre cabro!. saludos! Quilapan
09-02-2005 Lo he leído y me he enterado mucho mejor que si lo hubiera presenciado como testigo preferente. Y me quedo sobre todo con la natural ternura de María, que así también debe ser la tuya por lo que se ve en tu escrito. azulada
08-02-2005 Este cuento me ha gustado excesivamente... los intervalos han estado bien manejados y le dan agilidad al relato. bravo jorval KaReLi
29-01-2005 Me gustó tu historia. Mantienes muy bien la tensión del cuento... y para mi queda abierto, con la expresión de se fregó el cabro... quiero decir que puedo imaginar que igual le tuvieron que casi amputar la pierna... que perdió los genitales... o algo así... y eso está muy bien... Me gusta el recurso... Mis cinco estrellas amigo.... tobegio
21-01-2005 Fluido y bien redactado. Menos mal que sólo fue un susto. Supongo que 'cabro' significa niño. psychotron
07-01-2005 Buen relato, fluido y de buena lectura... jornuco
27-12-2004 Fluido texto y facil de leer. Me gusta tu estilo. Un beso mamujama
13-12-2004 Mejorando, por la humanidad del cuento, no es facil pnerse a ese lado de la vida, cuando uno a veces es tan inhumano, eso si viejo, aun te critico lo plano que escribes, no aprovechas bien lso recursos del lenguaje. bueno saludos pues!! creo que por hoy 3 de tus cuentos han sido suficientes, mañana continuo. t-bonnes
09-12-2004 te deja el alma en un puño pensando que algo le puede pasar al niño. Bien narrado. Bueno, ahora te toca a tí, te recomiendo que leas a Darkness_Queen. taciturno
14-11-2004 Una historia amena y muy bien narrada, que consigue además alimentar un creciente desasosiego por el previsible desenlace fatal. Enhorabuena... y todas las estrellas que aquí permiten. akim
13-11-2004 Me gusta el cuento, me encanta el mensaje. Sigue escribiendo... no te detengas. Saitek
12-11-2004 Excelente texto, un bonito cuento para compartir. Un beso y mis ***** arielariadna
11-11-2004 Me enacntó el mensaje, pero más la fluídez. Felicitaciones...***** mosco
10-11-2004 Una historia con un mensaje que nos lleva a reflexionar sobre algunas conductas o actitudes que no siempre consideramos ni medimos sus consecuencias. Muy bueno. Un abrazo Shou
10-11-2004 Bonito cuento y agradable de leer por la fluidez con que se relata. Los inevitables accidentes infantiles siempre dan para mucho. Me ha gustado la forma en que has desarrollado la historia. Mis felicitaciones.Saludos. claraluz
09-11-2004 Vuelvo al texto, querido amigo. Es de una humanidad impresionante. Nada fácil escribirlo. Mis felicitaciones. Y que caigan las estrellas. (Recién hoy, 9 de nov. pude reingresar a la página...la tormenta fortísima ha amainado...islero rema y rema). islero
02-11-2004 el cuento es muy bello, pero el mensaje es mucho mejor, demasiadas veces los que tienen responsabilidad hablan y dicen cosas que no deberian ser escuchadas. Un medico tiene la responsabilidad de saber que sus comentarios pueden ser escuchados hasta por pacientes en estado de coma...meravilloso contenido amigo todas las estrllas fredonedi
25-10-2004 un bonito cuento, mis estrellas, accidentes de los que no escapan los niños india
24-10-2004 Un bonito cuento. supongo que la frase significará algo así como "Se jorobó el niño". margarita-zamudio
 
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