| Una de mis mayores preguntas empieza con mi nacimiento,
 no consigo responderla,
 pues supera el pensamiento.
 Lo primero que hice:
 ya hace mucho tiempo,
 y desde tanto alguien me dice
 Pablo, tantas veces como ciento.
 De tanto escuchar esa palabra
 terminó mi desconcierto,
 empecé a asentir al escucharla
 pues comprendí que con lamentos
 no iba más que a armarla.
 
 Con el paso de los días
 empecé a comprender para qué estaba,
 al principio que me dieran pretendía,
 yo pedía, y mis babas que caían,
 hacían ver mi inocencia.
 Poco a poco fui ganando en codicia
 y empecé a ver mi soledad,
 el por qué de la avaricia,
 aquello que tachan de maldad.
 Cuando caí en la cuenta
 vi que era un niño de ciudad,
 ya empecé con las ventas
 en que otra cosa iba a pensar.
 
 En mi pensamiento iba adentrando
 y entonces empecé a pensar
 por qué yo tenía cuerpo
 y era como los demás,
 tenía miedo a sufrir
 como los que había visto ya,
 así pensé primero que era gris
 como las máquinas del bar.
 Recuerdo que en poco tiempo
 a la calle empecé a ir,
 no haciendo mucho el loco
 pues era muy mío callar,
 siempre admiré a los otros
 por vivir sin preguntar.
 
 Fueron grandes los momentos
 que con muchos pasé,
 conocí a mucha gente
 y me hicieron como aquél,
 como cualquiera que ama y siente
 y para que yo no dudara
 hasta me hicieron un carné.
 
 He recibido muchas pruebas
 de que todo esto es normal,
 he conocido la muerte
 por mi apego terrenal
 o por la dejadez de verte.
 Aunque no sé quien eres tú
 puesto que tantas quise amar
 y ninguna llegó a ser
 lo que hubiera deseado.
 
 Ha pasado ya una noche,
 mientras escribía me dormí,
 y mientras dormía recordé
 otros sucesos que viví.
 
 Ahora quiero hacer una reseña
 a cuando caí y sentí dolor,
 hice en mí una fractura interna
 cuando sentí en la pierna un tirón;
 comprendí entonces que era físico
 no tan sólo lo de fuera,
 que en el pecho se encontraba el corazón,
 que de órganos tenemos llena la cabeza
 y yo intentaba darle un hueco
 a mi alma y mi razón,
 estudiando el cuerpo entendí
 que en el espacio más perfecto
 se encontraba el esternón.
 Así quedó abierta para muchos años
 la discrepancia entre alma y cuerpo,
 nadie demuestra nada,
 aunque estudie desde antaño.
 Yo me he hecho a la idea
 de que en el eterno descanso
 al pudrirse la materia
 saldrá el alma al paso.
 
 A la vez que usé mi pensamiento,
 noté que mi cuerpo se expresaba sólo,
 yo podía verlos
 y me veían en todo momento,
 sin tener que hablar,
 mi cuerpo ya lo decía todo.
 
 En mi paso por la geografía
 empecé a ver más allá,
 el mundo no era sólo una provincia
 sino un universo al que viajar.
 Una Europa de los ricos
 en la que por suerte nací yo,
 de los continentes el más chico,
 en contra desto,
 la coincidencia se dió.
 
 Pero yo,
 a pesar de verme con los demás,
 pudiendo hablar y que me oyeran,
 teniendo un carné
 que decía que era uno más.
 A pesar de ver y que me vieran
 tener comida y ropa lo normal,
 habiendo visto
 que aquel mundo lejano existía
 y que a pesar de todo era animal
 por sufrir sed por la sequía.
 
 La coincidencia de que anunciaran vendaval
 y a lo poco en mi ventana ya llovía
 y el mundo se mojaba por la lluvia torrencial.
 A pesar de haber sentido
 que otros sentían por mí,
 (eso es algo que tras los años
 fuertemente comprendí).
 Aunque me chocó sin hacer daño
 que sin mi existencia no pudieran vivir,
 aquella persona que me amara tanto
 con el paso del tiempo me di cuenta que era así;
 pero se termina ese tanto.
 
 A pesar de conocer,
 de vivir en mí el espanto,
 de en historia aprehender
 a los poetas y a los santos.
 A pesar de todo,
 me niego a creer
 que soy uno de tantos.
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