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Lo vestí y maquillé; arreglé su pelo para que se viese presentable; lavé los párpados de sus ojos, que aún tenían un dejo de temor, mientras le recortaba las uñas de sus manos. Esa era mi tarea; trabajaba como asistente en una funeraria. Los cadáveres solían pasar por mis días, con una frecuente asiduidad. Mi marido también trabajaba allí, atendiendo a la gente, en el servicio de bar. Al principio, me había costado mucho realizar este oficio; en ocasiones, hasta había llegado a tener pesadillas espantosas. Pero con el tiempo, mis manos fueron modelando en la arcilla de la muerte, los deseos de los otros. A veces, nos veíamos en el trabajo con José, mi marido, otras, nos encontrábamos a la salida, en casa. Esa tarde había llovido mucho, demasiado para mi gusto. Estaba a punto de terminar mi tarea, con un viejito fallecido; cuando me avisaron de urgencia, que llegaría otro cadáver. Mi hora de salida, ya se había cumplido, pero como mi sucesora de tareas, aún no había llegado, tuve que quedarme a reemplazarla. Me apuré entonces, para poder continuar con el siguiente. Casi en ese mismo instante, la camilla entró en la sala. Descubrí el cuerpo, como siempre lo hacía, para empezar a vestirlo. La sábana blanca, se resbaló de mis manos, casi sin darme cuenta; mientras una niña de 8 años, yacía allí. Nunca había trabajado con pequeños, realmente era algo que no podía superar. La muerte en un anciano, aunque dolorosa, era siempre más entendible, que la de un niño; al menos así lo pensaba. Pero ahora, no tenía opción. Comencé desenredando su cabello rubio, en forma de bucles, parcialmente ensangrentado. Una profunda hematoma en su frente, rompía el equilibrio de su rostro angelical. En la ficha decía, que había muerto repentinamente, en un accidente de tránsito. Traté entonces, de disimular el golpe con un maquillaje claro, a la vez que acariciaba su piel, con la esponja. Su boca, aún permanecía entreabierta del impacto, a la vez, que debajo de sus labios pálidos, un diente roto asomaba, como un túnel negro que daba espacio al infinito. La puerta se abrió, en un repentino sollozo junto a su madre. La mujer había venido a traer la ropa para el funeral. Sus ojos se perdieron en los colores de la niña, mientras me alcanzaba el bolso. Y, tomándome de la mano, murmuró entre lágrimas: -“ Vístamela linda a mi nena, como si fuera a un cumpleaños”. Yo asentí con mi cabeza, confirmando su pedido, a la vez que trataba de entender tal decisión. Le coloqué su vestido blanco, con el canesú lleno de encajes, junto a un lazo roza que le caía hasta los pies; soquetes con puntilla y zapatitos “Guillermina” claros. Después, las horas se precipitaron, y finalizada mi labor, me retiré.
Me fui despacio, esquivando los charcos de barro que aturdían a las calles, pensando en la niña, convertida ahora en angelito. Si bien iba a mi casa, aún no tenía un itinerario establecido. Mis pasos se fugaban por las huellas de los otros, como antecediendo su futuro. Ya cerca del barrio, mis piernas decayeron su ritmo. Me detuve en la plaza, mientras cruzaba un grupo de escolares, que había ido de recreación. Después me esfume con una moto, que sin un dejo de culpa, huía, tras dejar a una niña rubia tendida sobre el piso. Llegué a casa corriendo, aturdida por el llanto; justo cuando el teléfono sonaba, para reemplazar a una colega de la empresa, por un accidente de tránsito recientemente sucedido.


Ana.


Texto agregado el 13-10-2002, y leído por 925 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
24-04-2004 brrrrr Modelas la arcilla de la muerte, para que sea más mortal aún. touché newen
12-01-2004 Felicitaciones por tu texto. Es muy fuerte pero bueno. Un abrazo Pinocho
06-09-2003 Dama, he leído en comentarios esta joya suya. Me anoto con 5. Su relato golpea fuerte, es profundo, es doloroso. está muy bien estructurado. Mis respetos. Shakespeare
18-01-2003 Me dolio el alma es señal de tu calidad. BESOS gatelgto
14-10-2002 En los niños la muerte parece absurda e incomprensible, es cierto arrancan mucho dolor, pero bue... la vida es así, el relato es terrible, te felicito PoetaSuburbano
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