Fui a dar una vuelta,
Por la plaza de mis recuerdos,
Risas, llantos y sueños,
Formaban parte del paisaje
Tan otoñal de esta plaza.

Me senté en el banco de la angustia,
Pintado de un oscuro celeste,
Di de comer a las palomas,
Palomas que se hacían llamar ilusiones,
Que al menor ruido salían volando.

Sola me quedé,
En este banco tan triste,
Pero una hoja se posó en mis cabellos,
Era una hoja color café,
Proveniente del árbol de los suspiros,
Lo que me sorprendió fue que llevaba tu nombre,
Al igual que todas las demás hojas
Que estaban repartidas por esta amplia plaza.

Llegada la tarde,
Decidí partir,
Levantándome de este banco,
Empecé a caminar.

No se imaginan cuantas cosas vi,
Cosas que mi memoria dejó bajo piedras,
Piedras llamadas olvido.
Había recuerdos que me hicieron sonreír
Y otros que me hicieron entristecer.

Llegué al final de esta plaza,
Terminé en mi cama,
Con una sonrisa tan llena de esperanza.
Lo que me sorprendió fue
Que todavía tenía esa hoja café
Que había guardado en mi bolsillo.

Cada vez que quiero recordar,
Me siento en esta plaza,
Justo en el mismo banco.
Y veo como todo se altera con mi llegada.