| En la oscuridad de aquella noche
 En donde las ilusiones se opacan con la negra niebla de las sombras
 Solo se oían lamentos, lamentos de aquel hombre, ese hombre.
 Tan solo, tan frió, tan encerrado en si
 Que ni siquiera la luna podría comprender, ni las estrellas susurrarle.
 Tan solo, solo y sin quien amar.
 Una noche tan seca, tan turbia, tan gélida
 En donde las ilusiones se ahogaban en las tinieblas, y solo podría respirar amargura.
 Esa noche de no recordar, de dejar encarcelada en el olvido, tu silueta apareció.
 Jamás lo olvidaré, tan solo me mirabas, tan solo me oías llorar y no me consolabas,
 Porque sabias que tan solo tu presencia me iluminaba, me consolaba, me llenaba.
 Y tu mirada calida, fresca, llena de ilusión.
 Acabo por derrumbar mi tristeza, y con tu mirada me envolvías.
 Y entre tus labios, jóvenes, incorruptibles, tan solo dijeron
 Es hora de levantarse, porque el crepúsculo pasó y el amanecer llegó
 Ya es hora Papá…
 
 |