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Inicio / Cuenteros Locales / maqroll / el señor Kakfa y los dientes del Irlandés

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Un dentista pidió al señor Kafka una historia para entretener la sobremesa y esto contó:


En un viaje por barco a Managua, un pasajero irlandés que se hizo mi amigo tuvo un percance. A dos días del puerto de Masachapa a aquel hombre se le comenzaron a caer todos los dientes. Asustado pidió mi ayuda pero yo no pude hacer nada. Cuando tocamos tierra el irlandés hizo lo que a mí me pareció una extravagancia: regaló a todas las personas que conoció en el barco una pieza de su dentadura. Yo no me salvé de su locura y me tocó un enorme y nacarado molar. Un año después recibí una carta de ese hombre donde me invitaba a una reunión en Dublín con todos los gastos pagados y con una única condición: que llevara su diente. Obviamente no fui a pesar de su insistencia. Cada año me llegaba la misiva con la invitación. Una ocasión tuve que ir a Belfast por negocios. Tenía presente la carta de ese año y dada la cercanía con Dublín por fin decidí presentarme. Al llegar ahí mi amigo irlandés me recibió con un abrazo y con un beso. Me di cuenta que éramos treinta y dos personas y que muchas me resultaban conocidas. Después de comer el dublinense se paró, sonrió con boca árida, levantó los brazos y sacó una charola de oro. Todos los presentes se levantaron también y colocaron en su boca un listón blanco que tenía surcida una pieza dental negra frente a la boca. Un mozo me dio la cinta que me correspondía, era un molar. Luego cada uno pasó frente al irlandés y ceremoniosamente colocó un diente en la charola. Así todos hasta que tocó mi turno. Afortunadamente llevaba aquella muela. Puse el diente donde estaba el último hueco, la dentadura se completó por fin y regresé a mi asiento. Al finalizar este acto una mujer con un colmillo trazado en su cubre bocas comenzó a hablar de una manera extraña, como si no tuviera dientes. Todos a un mismo compás levantaban las manos y guturaban palabras incomprensibles. No soporté más, me quité aquel ridículo listón que cubría mi boca y salí corriendo. ¿Se dan cuenta? Estaba en una secta.

Texto agregado el 25-11-2004, y leído por 96 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
11-12-2004 Revisa bien este cuento. Léelo como si nunca lo hubieras leído. Te darás cuenta de que difícilmente se comprende. Como aquí se describe una escena sui generis, hay que prestar mucha atención a la forma en que está descrita. Debe ser muy precisa y llevar al lector a imaginársela fácilmente, lo cual no ocurre aquí. Y bueno, además hay un adjetivo que sobra: “Al llegar ahí mi amigo IRLANDÉS me recibió con un abrazo y con un beso”, ya no es necesario repetir que era irlandés. demabe
 
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