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Uno a veces se queda recostado sobre la cama, antes de dormir, y se empieza a imaginar cómo pasarán las cosas al día siguiente. Suelen ser pensamientos que revolotean lentos por toda la habitación hasta llegar a la cabeza, siguiendo un ritmo lento pero progresivo, una realidad irremediable y admitida como la de que el gotero del hospital dejará caer sus gotas constantemente durante el resto de la noche. Por eso no importa mucho que esos pensamientos vengan un poco transformados por nuestra propia ilusión y no se acerquen demasiado a la realidad que nos espera al día siguiente...

Supongo que todo comenzará con el doctor dictando sentencia en la sala de espera. Celia “acaba de fallecer”, como si llevase años falleciendo y sólo en ese momento lo hubiese conseguido, como si fallecer fuese como comer o hacer el amor y no solo un verbo muerto que se utiliza para darle ese trato lejano a la muerte que la mantiene lejos de nuestro vocabulario habitual.

Luego vendrá el comportamiento dictado, los amigos y familiares con sus trajes viejos de boda o comunión (no nos engañemos, nadie se compra un traje para un entierro) y esos “no somos nada, con lo joven que era, aquí nos tienes para lo que haga falta”. Y debe de ser cierto que no son nada, porque prácticamente no los escucharás allí sentado, con el café de máquina en una mano y la esquela de velatorio en la otra, leyendo todos aquellos nombres debajo de la cruz dentro del cuadro negro.

De todas formas sabes que lo sentirán, y no por Celia, ni por ti, sino por ellos, por ese miedo que les sale por las orejas cada vez que miran su carnet de identidad. Y te darán lástima, porque les dolerá más que a ti, les dolerá más que a ti que Celia muera, porque ellos no saben, ellos no la ven tirada en la cama con tan poca luz, consumiéndose en los pocos recuerdos que le quedan.

Y seguirás sentado, aunque tengas la impresión de que no hay nada que esperar. Y te sentirás observado por todo el mundo, por los primos, por los amigos de la oficina, por Celia porque nunca has creído en ese tipo de cosas pero nunca se sabe Te la imaginas proyectándose por encima del ataúd como absorbida por una luz blanca, saludándote, acordándose de nuevo de ti y de todo.

Conoces a Celia y sabes que cuando llegue el momento elegirá un Tango, subirá hacia arriba bailando al ritmo de Corrientes con esa sonrisa de mariposa que se le pone cada vez que baila, mientras que te saluda radiante con su bracito dándote ánimos. “No estés triste, olvídate de mí, verás que bien te las arreglas, ya nos veremos después de tu último tango” y tú te quedarás absorto, mirándola mientras alguien que, efectivamente, no es nadie, te dará sus condolencias en la sala dos del tanatorio.

Después vendrá más vida, más mujeres, más seguir adelante sin Celia, pero esperando el tango, sabiendo que cuando acabes de fallecer, ella bajará a buscarte y os fundiréis los dos en vuestro último baile, tantos años después del primero, en aquella pista pegajosa, pero, quien sabe, nunca has creído en esas cosas, pero a lo mejor hay más, no te cuesta imaginar a Celia enseñando el arte al españolito que llegó anteayer, tras caer de un andamio de cuatro pisos. A lo mejor después hay una eternidad maravillosa, juntos, pero no es momento de pensar en eso, sino en vivir, que es lo que ella querría que hicieses.

Llega la mañana y sientes a Celia dormitar en la cama de al lado del hospital. Unos minutos después de tocar el timbre el doctor aparece con paso cansino. “No tiene buena cara”, te dice, y tú le haces un gesto de complicidad con la cabeza y le pides que no la despierte, que no le diga nada, que es mejor así, que vas a empezar a morirte, pero que no quieres que la avise hasta que hayas acabado para que te vea subir hacia arriba entre la luz blanca, sonriéndole, marcando los pasos de ese tango de vuelta que ella hubiese bailado si la que tuviese que morirse fuese ella y no tu.

Texto agregado el 26-06-2003, y leído por 402 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
30-07-2005 Hermano0 que hermoso relato, tierno,,profundo,,,intrigante hasta el final. Me gustó. Mis ***** para ti. de excelencia. chilicote
26-06-2003 increible, me voy para un lado y pal otro buscando quien se muere, y el único que se muere soy yo gringuex
26-06-2003 Cielo, que bueno es esto.Como duele, pero que bueno. Gracias por subirle hache
26-06-2003 Es envolvente y tremendamente humano, bien narrado. Quédate por estos lados. cao
26-06-2003 Muy bueno, me ha dado mucha pena, pero tu relato es envolvente... Espero más de ti... Gracias. y muchas felicidades... La_Pachamama
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