Cada mañana al despertar me pregunto si aun sigues a mi lado, o si has decidido tomar tus cosas y marcharte. Siento miedo al tratar de moverme y descubrir que nuestra cama se encuentra fria. Paso los siguientes minutos buscando el valor que he perdido en el mar de tus sueños y el silencio de tu respiracion que confundo con el correr del viento suave de la mañana.

Aun siento tu calor recorriendo mi cuerpo, aunque se que es una ilusion que permanece en mi mente y que no me deja pensar, la tomo y me aferro a ella como un bote salvavidas y no quiero dejarla ir.

Poco a poco doy vuelta sobre la cama, con los ojos aun cerrados para evitar que el contacto visual rompa primero con mi esperanza antes que el contacto corporal me de la señal de que la dicha continua al sentir tus caderas, y mi espiritu vuelve a mi. Entonces abro los ojos y te veo dormida como si no tuvieramos ninguna preocupacion y ningun problema.

Lentamente y con mucho cuidado me separo de ti y me siento al borde de la cama para poder contemplarte divina, desnuda y tranquila, y en ese momento todas las dudas desaparecen con el regreso de mi fuerza para continuar viviendo y luchando.

Una eternidad te observo y te miro, hasta que el brillo de la mañana penetra tus ojos y te obliga a despertar. Tu me ves en la misma posicion de cada mañana y sabes que te quiero, y sabes que seguimos juntos hasta que volvamos a separarnos al entrar en nuestros sueños egoistas de cada noche.