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¿Exégesis?

¿Es que acaso la exégesis es atribuible exclusivamente a los textos bíblicos?

Alguien me dijo alguna vez, que la exégesis es elucidación, es decir una forma de explicar o interpretar algo que se supone que existe, no habiendo otra forma de fundamentación que el argumento y otro, más apasionado, enarboló su bandera para acentuar, alegando que la palabra exégesis quería significar una especie de exageración desde un punto de vista de lo imposible, en presencia de mi profesora de lengua materna, quien como árbitro mudo nos castigó con su silencio en medio de la diatriba, mientras yo explicitaba que esta palabra tenía su origen en el griego antiguo antes de la hermenéutica como forma de descripción y comprensión de los textos. Aquel persistió en su empeño figurativo y no allanamos terreno entre los presentes (dos discutiendo y uno observando).
Pasaron los días y me fui al convite no pautado de mi retador, pero sobreentendido e ineluctable, en su propio patio. Tan sólo al verlo le abordé con la pregunta: “Averiguaste el término”. Me respondió: “Sí y ninguno de los dos tenía la razón”. Entonces esbocé, antes de que tomara un mayor hálito, lo referente a la interpretación de lo que está más allá de los físico donde lo que lo representa o explica se encuentra en el testimonio dado o dejado por otros. El, esta vez me dijo: “La exégesis es solamente aclaración de lo bíblico y cosas así como el Corán”. Contraataqué diciéndole que la exégesis era una forma de dilucidación o demostración que puede ir mucho más allá de lo religioso, por lo que en las diversas artes y ciencias podía, en un momento determinado, darse una paráfrasis con base a puras argumentaciones para fundamentar una idea o algo escrito. Luego me fui a los incipientes inicios del pensamiento como discernimiento y la explicación metafísica contenida en mis adentros, justificando su separar filosófico, bajo la siguiente ilustración: “En un comienzo, todo conocimiento era atribuible a lo divino, viniera de los múltiples dioses existentes o del monoteísmo. En aquellos entonces, la sabiduría se permeaba de generación en generación, traspolándose a las diversas culturas a través de la palabra hablada y quienes recogían esos diálogos entre sabios y discípulos lo hacían en piedras, muros, cortezas de árboles, en telas, hasta que se fue evolucionando y aparecieron los papiros y libros. En esos días, el discernir filosófico estaba muy unido a lo sagrado. Pero, llegado cierto momento, se vio la necesidad de comprobar todas la hipótesis y las historias que demostraban una verdad, en consecuencia, comenzó la experimentación mediante procedimientos que al ser repetidos denominaron las ciencias naturales y las ciencias filosóficas, esta última bajo la comprobación retórica del discurso fundamentado bajo nuevos argumentos que cimentaban los ya existente dándoles fuerza y calidad de verdad. Después, esta parte filosófica debió ser sometida a nuevas realidades argumentativas surgiendo las diferentes corrientes del pensamiento, donde se encontró al hombre como sujeto y objeto de estudio, a través de su actuar y su pensamiento que justificaba su razón de ser y su relación con el entorno, surgiendo una diatriba en cuanto a aquello, que sostenía su actitud frente al mundo y que estaba basado en pensamientos escritos en textos muy antiguos que nadie se atrevía a refutar, pero tampoco a reafirmar, dejándose, lo que obedeciera al discernimiento, producto del propio albedrío del hombre, para que fuera interpretado, explicado y comentado filosóficamente, como solía hacerlo Hermes, quien hacía las veces de intermediario entre los Dioses y los mortales y quien quedó representado en la ciudad de Hermenia, naciendo así la hermenéutica y, quedaba atribuible definitivamente a lo Divino por estar más allá de lo físico (Metafísica), como simple disquisición y comentario, sin poderse ir más allá de las letras, a los conocimientos que no se podían comprobar ni llegar a un acuerdo con el propio juicio y que por tanto, quedando a expensas de la exégesis (dilucidación) para su explicación, como antes se hacía con las demás ciencias”. Por supuesto que esta elucubración mía generó nuevas discusiones, las cuales considero que a la larga alimentarán la sed de conocimientos en todos los condiscípulos de nuestra la Escuela.

Hoy, sentado frente al mundo, post obligado por la pelea ya vencida, pero quizás no ganada por el descontento final, dejo al valor recóndito de la dialéctica última, la yerta letra como si fuera residuo de la sindéresis, y la viva palabra como verdad insoslayable de mi sentir vanguardista.

Texto agregado el 27-06-2003, y leído por 539 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
18-09-2003 Gracias Patricia por tu opinión. Este tipo de comentarios me motiva a seguir escribiendo. agpachecol
04-08-2003 Interesante. Confieso que la poesía es lo que me arrastra. Pero con este texto he quedado atrapada. Está claro, sin rebuscamientos. Me atrevería a decir que lo escribiste de una sola vez. Se nota. El tema me atrae, siempre lo entendí desde la religión como bien dices. Abres puertas y ventanas, muestras el espacio, para avanzar más allá del umbral. Mis estrellas. Patricia. Muerte
 
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