| Seisespejos,
 dos caras,
 tu y yo,
 no me des la espalda,
 no me arranques los ojos con tus mentiras,
 no viertas mi sangre azulada sobre tus inmundos senderos oblicuos de la perdición.
 Mi padre me advirtió sobre la presencia de tres bestias diabólicas y arcanas
 con tres estrofas sobre plaga, sangre y putrefacción.
 No te me acerques más,
 conozco tu pasado,
 tus fuertes
 y
 hazañas.
 
 Tus
 ojos
 se encienden,
 con llamas flameantes,
 tus hermanos atacan mi espalda.
 Siento el dolor punzante de sus garras envenenadas
 y el angustioso pesar de un destino ya determinado sobre mis profundas heridas.
 Mis ojos parpadean al ritmo de los tambores infernales hasta encontrar el sueño,
 sueño que me arrastra de vuelta a casa,
 donde el recuerdo sana llagas,
 donde su cuerpo
 me espera
 con
 ansiedad.
 
 Demonios
 vuelan
 sobre mi,
 bailando y celebrando,
 como buitres sobre el agonizante.
 Flotando sobre el fuego, amarrado a mi destino,
 con los párpados cocidos a mi rostro y un ave comiendo mi intestino.
 Si mi sacrificio personal en este agujero infinito, ardiente e infernal es suficiente,
 entonces con fuerza sonreiré a estos bastados eternamente.
 Mi vida por un sueño,
 un sueño que
 pronto será
 eterna
 pesadilla.
 
 El
 demonio
 me mostró
 un río sucio,
 de agua de sangre muerta.
 donde yo era
 sólo un
 manantial.
 
 |