MÁS ALLÁ DE LAS PALABRAS

Neco siempre fue especial. Su diminuto cuerpo despertó a la vida en el mismo instante en el que el último rayo de sol comenzaba a sumergirse en el tranquilo ronroneo del mar, su madre tumbada en la arena suspiró aliviada cuando escuchó el llanto de recién nacido, un llanto que acompañaba el ir y venir de las olas. Cuando abrió sus ojos a ese último rayo de luz, éstos se tiñeron del azul más intenso y profundo que ningún océano poseyó jamás.

Al cumplir los tres años, su familia descubrió que Neco no era como los demás niños que habitaban en la isla. Neco todavía no había sido capaz de articular una palabra y sin embargo se podía leer en sus ojos. Aquellos ojos grandes y profundos como el mismo mar que le vio nacer, podían transmitir sensaciones que nunca nadie había sentido, podían contar historias que nunca nadie había contado, podían ver aquello que nunca nadie había visto.

El rumor de que un ser sobrenatural habitaba en la isla se fue extendiendo entre las gentes de aquella pequeña comunidad tradicional, fueron tantos los que querían visitar a Neco que se formaban largas colas frente a la puerta de su choza. La gente se sentaba enfrente de aquel niño, y miraba fijamente a sus ojos, al instante una sensación de serenidad invadía sus espíritus, algunos eran capaces de pasar horas frente a aquellos ojos azules que tanto decían sin hablar. Una vez que desviaban su mirada de la de Neco, les era imposible reproducir con palabras aquello que habían sentido, visto o escuchado a través de los ojos de Neco, sin embargo nunca lo olvidaban. Muchos decían que el silencio de Neco, era necesario para que pudiera mantener su don, pues ninguna palabra podría sustituir lo que él expresaba.

Con el paso de los años, los ojos de Neco fueron haciéndose más poderosos, era capaz no sólo de percibir lo más profundo de la personalidad de los que le rodeaban y hacer aflorar en ellos las cualidades que algunos escondían, sino que también consiguió enseñar a la gente como ser lo que él era, y fue así como Neco, se convirtió en el líder de una nueva forma de vivir, de una microsociedad aislada por el mar, que aprendió a hablar con la mirada, que aprendió a ver más allá de las palabras.

Algunos aseguran que aún perduran las enseñanzas de Neco en aquella isla, otros dicen que sólo es una leyenda que alguien invento. En cualquier caso, este lugar siempre estará oculto por el olvido de quienes sólo escuchan lo que oyen y sólo ven lo que alcanza su mirada.