(Título alternativo: Explicación, basada en hechos reales, de por qué los hombres hacemos sufrir tanto a las mujeres en los delicados vericuetos del amor, de la inocencia femenina y otros menesteres)

Sé bien que lo has recordado,
al mirar el calendario:
no estés triste, sé valiente.
Hoy es nuestro aniversario.

...en realidad no lo es,
porque si hago memoria,
recuerdo que son diez meses...
cuatro días y dos horas.

Cuéntame, cómo te va?
Es que te has recuperado?
Sé que no escribiste más
de lo mal que te has quedado.

Fue duro, te entiendo bien.
Siento mucho haber jugado.
Tomé tu virginidad,
y sé que eso te ha pesado.

Pero ya no llores más.
Te volverán a querer.
De seguro algún cliente
de esos que sueles tener.

Sigue próspero el negocio?
Mira que tienes el don!
No cualquiera se consigue
tan generoso patrón.

En tu salón de masajes,
recuerdo como me viste.
Cómo te habré enamorado
que hasta descuento me hiciste!

Pero ya te lo expliqué:
lo nuestro no puede ser.
Lamento haberte mentido.
Tengo hijos y mujer.

Por eso te abandoné.
Por eso no dí la cara.
Pero quédate con todo,
para compensar mi falta.

El piso, el auto y las joyas,
tuya es la cuenta bancaria.
Quédate con el tapado...
aunque sé que no te alcanza.

Porque logré enamorarte.
Quizás un día me entiendas.
Espero que me perdones.
Y que me tengas paciencia.

Porque voy a divorciarme,
y te pagaré con creces
todo lo que has sufrido:
te daré lo que mereces.

Y quiero aclararte algo
que no pienso permitir:
que como las otras cartas,
(unas 30 que he mandado)
por orgullo de tu parte
las devuelvas sin abrir.