Cada vez que veo está ahí, justo en el medio de mis ojos, en la televisión. Lo veo volando por los aires, contento, dichoso, feliz. Me encanta verlo. El sólo hecho de observarlo me produce muchas cosas. Apreciar aquella hermosa esfera brillando con el sol, flotando en el cielo azul, es algo hermoso. Nunca había visto nada igual. Durante algún tiempo después, descubrí que aquel globo se convirtió en algo muy especial, descubrí muchas cosas en él que me encantaban y que quería encontrarlo, abrazarlo, y sentirlo muy de cerca para decir y contarle a todo el mundo que es realmente mío.

Un día, inesperadamente lo vi. Me acerque a él lentamente, y tome de su hilito; repentinamente mis ojos brillaron, mis manos temblaron, y mi cabeza se enloqueció por tan asombroso hecho. Entonces fue cuando lo levanté y comencé a tirarlo al cielo como si estuviera viendo la tele a alguien más haciéndolo. Lo lanzaba y el globo volvía lo más rápido posible sin poder yo observarlo como se sumergía en mis ojos, sin poder ver todo lo feliz que estaba, y todo lo que pasaba a mí alrededor. Yo estaba más dichoso que nunca, era un deseo cumplido. Por fin yo podría entregarle a aquel anhelado globo todo lo que sentía por él. De repente, y por obra de la gravedad, el globo cayó al suelo; durante ese tiempo mi corazón se había esperanzado en nunca más alejarme de él.
De pronto la hierba se encontró alta, el globo rebotó en la esperanza del pasto lleno de trampas y de cosas que no quería ver. Se azotó en el suelo, y reventó como una bomba en mi corazón, saltó en mil pedazos distintos, reflejando en cada uno la muerte más clara de mis aspiraciones. El estruendo fue ensordecedor, una lágrima se esfumó desde el músculo de mi vida, confundió a las costillas, y flotó durante largo tiempo en mi cabeza, haciéndome una herida profunda en lo poco que duró mi deseo. El pecho se apretó y la lágrima nunca pudo caer. Estaba atada.


El globo es lejos lo más increíble que he visto en mi vida. De saberlo nunca lo habría llevado a la esperanza de mis pastos. En otra ocasión, sin dudarlo, lo habría seguido viendo por T.V, que ahora, con todo lo que pasó, ya perdí un pedazo de mí en aquella esfera. Ahora con todo lo que pasó, ya no soy el mismo de antes, y ya no lo miro con los mismos ojos, y sin duda alguna que aquel globo va a encontrar muy difícil de revivir de ese reventón, y más aún si ya no tiene ganas de que lo soplen, y más aún si mis labios ya no tienen ganas de soplar hasta que vuelva a vivir en mí. Y eso, eso es mucho pedir.