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Siempre dos. Tan absoluto y bastardo como eso. Siempre dos, ya sean suertes, estados de ánimo, estéreos o participantes. La dualidad no es opción, la opción no existe. Optar es palabra cuando no se maneja el destino propio. Pero entonces que es propio? Que es palabra y que destino. Saberlo es conocer la creación, no solo del mundo sino de la verdad. Así la verdad se hace próxima y se crea a si misma se disuelve en la sangre de los capaces de escapar a los limites de lo real. Difícil desafío este, cuando antes de ser existe un deber ser. La voluntad desaparece con este concepto, al haber un deber ser anterior al ser, al existir un contrato previo al ser, deja de actuar el en si mismo para transformarse en yo soy todos antes de ser yo. La salida de este oscuro proceso se plantea como imposible, la muerte acecha y la soledad aparece a la vista. Pero es uno de nuestros principales fines el de compartir, estar, disfrutar con otros nuestras voluntades y deseos. A la hora de jugar a ser se levantan paredes con forma de principios que bloquean el paso de las conciencias desesperadas por conocerse. Propio es realmente mi yo, mis ganas, o sobre el actúa ese deber ser previo volviendo ciego a quien cree ser y sin saberlo no lo es. Siempre es demasiado y ambas son palabras, pero el retroceso en el tiempo, en nuestro tiempo se ve como un imposible. Entonces como se explica la huella del hombre y por que se explica lo que no necesita ser explicado. Es porque según creemos las certezas nos hacen humanos y las ilusiones son el motor de aquellas. Bien o mal, entre medio distancia, vacío, que como corresponde se lo llena con palabras (fetiche de la aproximación a la naturaleza) tales como regular. El olvido es siniestro, prohibido olvidar. Es el objeto, no olvidar, de donde venimos, cual es nuestra fuente. La tradición incrustada para siempre, siempre volver y mantener, pero el olvido en todo caso pasaría inadvertido cuando es conveniente olvidar. Así el deber ser nos permite el olvido. La dualidad vuelve a hacerse presente y el ser ya configurado por el deber ser reacciona de su letargo para ofrecernos otra opción. Si, una opción, la única posible, la muerte. La muerte del deber ser, el abandono de conciencia, la vida colectiva sin individuos, sin personas y sin porque no decirlo reglas. Creo que esta es la forma para abandonar definitivamente aquel pecaminoso deber ser, la angustiante dualidad de la no opción para si encontrarnos con la multiplicidad del ser. El ser irracional capaz de comprender las cosas sin la necesidad de explicarlas, capaz de expresarse con solo mirar.

Texto agregado el 31-10-2002, y leído por 464 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
01-11-2002 Sólo me gustó al final, lo releeré. PoetaSuburbano
 
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