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Inicio / Cuenteros Locales / JuanPabloCastel / Por cobquecura... sin verdad segura

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Todavía no...
Ya creo que ha pasado un poco la fiebre, supongo que las compresas de papas que coronan mi frente en algo pueden haber ayudado; en el velador hay una serie de infusiones y yo sólo deseo con ansias fumarme un cigarro para entrar en onda y emprender otra vez más el intento de crear el manifiesto para nuestro querida filosofía: el ahueonismo, que en pocas palabras es parecer huevón, pero, obviamente, no serlo, aunque algunas veces a muchos de nuestros amigos por más que digan que son fieles a la doctrina de tanto parecer huevones....

Empieza...
Pero lo que iba a contar va por otro lado... La vacaciones están por terminar y esta es la última semana que mendigamos al cagao’ mes de febrero (siempre he pensado que este mes de mierda nos saca pica con sus especial distribución de días), en estos días que debería aprovechar para reventarme, y no llegar a clases con la sensación de no haber tenido vacaciones. Yo más encima en esta cama donde me suda todo, especialmente los lugares... hummm...

La historia...
Estoy en cama porque en Cobquecura... bueno, todo sucedió un poco más o menos, parecido a lo que(nunca sé como empezar)... Todo sucedió en Cobquecura, un poblado de la costa en la octava región, entre la playa de “Mure” y una cueva tallada por el mar denominada “Iglesia de Piedra”, que dicho sea de paso, todavía no la conozco. Entre estas dos zonas relativamente cercanas hay sus buenos kilómetros, a simple vista parece estar “ahí no mah’”, pero en realidad caminando por orilla de playa queda harto más “que ahí no mah’”, lo digo por experiencia propia: caminé una buena parte de una mañana para llegar hasta ese lugar; Me aleje tanto como para ver la lobería y las piedras de Mure pequeñitas, pero no lo suficiente como para alcanzar a divisar con exactitud la cuevita esa.

¿Ahora sí... En la noche...
La mañana de la caminata fue posterior a una ‘pequeña’ incursión nocturna en la playa, entre la lobería y Mure, donde nos congregamos algunos bacanes (esto lo digo porque según un filósofo amigo, bacán viene de Baco, el dios del vino y los placeres, Aunque yo no le creería nada a ese huevón. Onda que dice que para ser comunista hay que hacer la primera comunión)... como iba diciendo nos reunimos en un ritual, que para el género humano estoy seguro es parte de un saber intuitivo, que yace en alguna parte de nuestro cerebro... desde los cavernícolas hasta los molícolas se sabe que hacer en torno a una fogata.

De fuego...
Fogata: leños + fuego + noche = trances = Hombres y mujeres músico positivos, danzo positivos, guitarro-zampoño-queno-bongo positivos o vocálico positivos: música, o viento, o canto de sirenolas, trance que nos bautiza de noche y fuego y espesoblina y salíamos y nacimos a una nueva especie, más libre, más compacta, con nuestro sexto sentido abierto para experimentar la compañía
Pd: y también para cagarnos de frío.

o en la mañana..? en la relatividad de espejismos...
En la mañana después de tanto trance el aire estaba especialmente fresco (y uno que anda con la caña pareciera que el frío despeja los pulmones y “el estómago”)... con el nacimiento de las luces que dispersaban los rastros de la oscuridad, el caos de la bacanal anterior quedo expuesto en la playa: muchísimas botellas, además de“guajardos, gutierrez” que son llamados con insistencia... pero en la playa que gracias al grandioso, gentil y todopoderoso servicio de un hombrecillo que con su magia se encarga de ordenar cada cosa en su lugar, todo desaparece, borrando las huellas de cualquier aventura, convirtiendo todo en espejismo. Como que el día censurará la oscuridad y la hiciera desaparecer en un nuevo orden, que es a su modo otro caos.


Como de piel... y sus espejismos,
La humedad del día no dejaba lugar a ninguna otra cosa que emprender el viaje al alojamiento, pero la noche había sido demasiado buena como para desperdiciarla en dormir, el sol a su manera también tiene sus bondades y la brisa del mar, como ya había dicho, estaba fresca: feliz remedio pa’ pasar la ‘caña’. Entre que pensaba esto y estotro, en plena divagaciones me encontré caminando hacia la Iglesia de Piedra, era tercer año seguido que iba y no dejaría de visitarla, además el sol no estaba muy alto. Entre mis bolsillos encontré al hijo de la tierra y el agua, y el fuego y el aire le dieron sentido: un derbys rasca, pero que había sobrevivido a la noche, el azulino grisáceo me causo un placer reconfortante (y que en este preciso momento también me reconfortaría), fumando divise no muy lejos una silueta, parecía un no sé qué... como un lobo marino parado, sé que no podía ser un lobo... por la silueta era un hombre o mujer con algo extraño puesto encima... sin los lentes no podía ver bien (los dejé guardados para que no se me perdieran).

O de la sirena...
Cuando estuve más cerca y mis ojos no me podían engañar la vi,- sirena –pensé en voz alta, pero las sirenas no existen... ella parecía no tener boca, sus labios estaban secos, sin color; su cabeza estaba levemente alzada hacia atrás, como un animal gesto, elegante, desafiando al horizonte, parecía tan ajena a la noche anterior, a este día y a todo lo que la rodeaba. Su pelo rojo, húmedo cerca de su rostro(quizá por la humedad marina) en su nuca estaba enredado y seco, iluminado fuertemente por el sol (que acentuaba aun más el rojo), a pesar de su silencio, sentía como si estuviera musitando algo, que silenciaba hasta las olas y paralizaba el cielo, la miraba y reconocía a Eva, la madre, hija hermana y mujer de todos, la siempre amante, la antigua compañera, la única amiga que prostituía su ser, en un ritual sacro, que mantenía a raya la fuerza de un espeso bien, fuera de mis sentidos, fuera de nuestro sexto sentido, tan despierto desde anoche, tan vivo a la compañía.

Inmóvil...
Reconozco que el tiempo era indeterminado en ese momento, pudieron haber sido ocho segundos u ocho horas, lo cierto era fácil llegar al éxtasis contemplándola. Ella firme como una estatua destinada a desafiar al mar, creo que sólo bajo una vez la cabeza como adivinando que se aproximaba una ola que la cubrió mojando su abrigo de piel, dando de beber a los pelos pegados por la humedad desde siempre, desde donde colgaban algunas algas que parecían haber nacido entre los manchones grises, marrones y rubios que cubrían su desnudez.

De aire...
Cuando el sol empezaba a bajar decidí acercarme un poco, pero fui incapaz de pararme desde donde estaba, y juró que no fue el miedo a no saber que hacer o que decir, estaba demasiado abierto para conversar con cualquiera. La brisa cambio, los olores que significaban algo para mí tomaron consistencia: el color y forma se construían a sí mismos, los podía ver aglomerados: colores, círculos y figuras, todas cambiantes, creándose y destruyéndose en cada hilo de aire que se cruzaba en ese momento, que brotaba desde los pelos y algas que la cubrían en tan rara indumentaria. No era difícil llegar a creer que ella era una sirena, naufragando por la costa, buscando un pasadizo que la condujera al mar.
Entre plumas...
Mientras era testigo de este nuevo génesis, su abrigo era víctima de un apocalipsis, el contacto del aire debió romper algún sello que no podía ver, el pelaje comenzó a desformarse y adquirir una consistencia espesa: una pasta blanquísima se apodero de su cuerpo para después solidificarse: los pelos se transformaron en plumas. Las plumas con cada color, con cada aroma tomaban diferentes siluetas: gaviotines que flotaban hacia el horizonte, peces que se introducían al mar, estrellas que aparecían y desaparecían; Pero la gran cantidad de ellas fue a dar por toda la playa, cada trozo blanco que caía, contradiciendo en lo que más podía a la gravedad, quedo tendida sobre la arena, formando un cementerio de plumas y esqueletos de aves que antes no estaban ahí. A pesar de que todo parecía sobrenatural, en ese momento todo era demasiado natural, lo diferente éramos nosotros: el mar, el viento incoloro, la plomiza arena y yo, sobretodo yo. Ella que ahora estaba completamente desnuda, era mucho más natural que yo, sentía frío por ella: estaba pálida y sus tobillos amoratados comenzaban a inundarse con el agua, entre la espuma que salaba sus pies dos lobos marinos salieron a acompañarla. Fue ese el único momento en que Ella giro su rostro y escuché el rugido del mar en toda su plenitud, supe que su boca estuvo siempre dibujada con una sonrisa que escondía una pequeña huella de amargura, supe que sus ojos eran azul firmamento y supe...

sin miedo...
Parece que perdí el sentido, y desperté cuando mis amigos me buscaban, yo estaba rojo con una insolación terrible, a uno o dos kilómetros de la lobería, sé que antes de que me encontrarán vi una mujer con alas negras y pelo rojo, sucio de sangre comiéndose la carne de los lobos y unos terribles ojos azules que no me daban miedo y que me invitaban a comer de la carne de su sacrificio... yo no pude, no podría...

verdad segura...
Ahora cuando debería estar pensando en el manifiesto, estoy en mi cama pasando la insolación con una infinidad de cremas, hierbas y pociones que según mis amigos y mi mamá bajan la fiebre y curarán mi piel; por otro lado, acompañado de mi lápiz, que aspirado en mi boca se disfraza de fumarolo, y este papel, que no consigue despejar mi mente para descifrar lo más cierto. No sé si la vi realmente o si vague borracho hasta a el lugar donde me encontraron, para luego caer dormido hasta cuando me encontraron... lo cierto es que en el atrapa sueños (esa red que según dicen espanta las pesadillas y acerca los buenos sueños) que me regalaron en la artesanía del pueblo hay una pluma negra, que no estaba antes, así lo creo. Si alguna vez en los caminos de la vida ella estuviera cerca, la reconocería enseguida, detectaría enseguida su presencia y no dudaría en ser parte del ritual del cual ella es su único miembro-sacerdotisa, con toda mi fuerza me iría con ella y sus alas negras por lo hilos de viento que ella me mostrara.
FIN
PD: Todavía no empieza la historia, ¿Ahora sí... en la noche de fuego o en la mañana...? en la relatividad de espejismos... como de piel... y sus espejismos, o de la sirena... Inmóvil... de aire... entre plumas... sin miedo... sin verdad segura...

Epílogo:
EXPERTOS ASEGURAN QUE ES POCO PROBABLE EL CANIBALISMO ENTRE ESTE TIPO DE ESPECIES
LOBA BLANCA SE DIVISA EN COBQUECURA
Habitantes de esta pequeña localidad costera aseguran que la reciente muerte de lobos marinos se debe a un extraño tributo que pagan antiguos soldados convertidos en lobos a una antigua hechicera.
Por Osi Oso
Extraños sucesos han rodeado al santuario de lobos marinos en Cobquecura, Octava Región. Con evidentes signos de haber sido atacados por algún otro animal, se han encontrado los restos de a lo manos seis especímenes de estos mamíferos...

Texto agregado el 04-01-2005, y leído por 190 visitantes. (0 votos)


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