Cuatro años después de estar frente a un computador transcribiendo en un periódico de mucha fama y poca monta, mi paciencia gritó BASTAAA! y el 16 de febrero me paré frente al escritorio de mi jefe, y le dije: No más, hasta aquí me trajo el río. 15 días después estaba recibiendo mi liquidación, un cheque con más ceros de lo que esperaba y con el que haría realidad mis sueños de mortal clase media ¡Ah! También recibí los agradecimientos, besos, abrazos, lágrimas y tristeza hipócrita de mis ahora excompañeros. Creo que eso me gustó más que el cheque.

Dinero en mano, tomé un carrito hacia el centro tecnológico más importante de Caracas: La Candelaria. Todos los artefactos, equipos, sistemas y aparatos que estés buscando y no encuentres ni en Tokio, aquí los encuentras hasta en oferta. Entro a una tienda con la idea fija de comprarme un discman. Pero, de pronto, al fondo de la vitrina brilló un objeto que cambiaría mi vida. Pecaminoso, tentador, promotor del ocio y la vagancia: Playstation ONE. "Sólo por esta semana, 129.990, con dos controles, chip para copias, 6 juegos y 3 meses de garantía". Bah, ¡al coño el neoliberalismo, el Che y sus ideas balurdas! ¡Transculturización, ven a mí!



Ahora soy feliz, ya no tengo por qué sufrir los domingos por la tarde, y hasta la TV por cable me parece horrible ¡Ya tengo mi Playstation!



02-2001