Todo lo he comenzado con la ligereza del pensamiento superfluo, pues deseo preguntarme que es lo que continuaré viviendo, que es lo que deseo para mi existencia, para mis ansias de sentir, conocer....
Recorro mis profundidades con la pregunta incesante futurista, el mundo atrae raíces y la presión crece.
La pasada noche cerré los ojos, puse mis pies sobre la arena y sentí que vivía. Las luces dejaban su viaje iluminador y daban paso a la oscuridad absoluta.
Recuerdo que luego, abrí con fuerza mis ojos ya cansados, y divisé en la bruma una mujer difuminada, recostada en la estancia solitaria. Su cabello entrelazaba la historia y el segundo de existencia se convirtió en razón de inspiración.
Dimensioné que era libre, que respiraba, que una lágrima de culminación infinita corría sin material de desarrollo y cómo lo expresé en ese minuto, la vida tal como es, se muestra ahora, más que el cirio encendido y cándido, pues mi alma expandió horizontes de autores desconocidos, y yo, ahora, llena de vida, explotaré de dicha al ver irradiando mi existencia en la tómbola garabateada del mapa perdido, siendo yo la precursora de mi destino.
Mi cabello hiló otra historia, desperté de mi sueño, sentí la cálida caricia de mis ideales en la mejilla, la luna radiante se reflejó en sus ojos de ilusión, la vida me devolvió la mirada, descubrí nuevamente mi alma.... lancé al azar mi futuro, miré ansiosa mi donante y expulsé mis temores, quedando con la palpitante meta de lo que quiero realizar.
Observé por última vez el momento de cambio, y cubierta con mi nueva lucha y piel, tomé la mirada, razonando lo que había acontecido.
La última lágrima nubló mis ojos y rememorando mi ideal, volví a mi camino, con mi alma recogida, con la melancolía infundada, extasiada...