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Inicio / Cuenteros Locales / pamela_la_enana / Descanso en grados indefinidos

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Una gota de sudor resbala feliz por tu sien. Qué manera de respetar esa parte del cuerpo, disparada por los más activos relatos de suspenso, dañada por la imaginación turbia de los asesinos, aniquilada por el sufrimiento apocalíptico del suicida, sin entrar en faltas de respeto. La cosa es que esa gotita resbala feliz por tu mejilla, donde te he besado tantas veces bajo las leyes de la buena educación y bajo el tormento de no ser tu boca el epicentro de mis buenas costumbres. Tú tendido en mi cama, cansado después de tanto ajetreo rítmico, me viniste a ver, estabas cansado, y te ofrecí mi cama para desahogar ese molesto sueño, que ahora estoy vigilando.

Volvamos a la gotita. Resbala ahora en tu cuello, donde tantas veces he respirado quejosamente. Baja a tu pecho. Se divide en mil. Los latidos de tu corazón rompieron a esa inocente gotita. Sigues durmiendo plácidamente. Me encuentro sentada en mi escritorio, observándote, cómo duermes, pareces un lironcillo. Quisiera besarte como si fueras un bello durmiente, quien despertará con la normalidad de la vida y luego se irá, acabando con este cuento de hadas torcido, en donde se invierten los papeles. Pero prefiero quedarme en esta privilegiada posición. Abro la ventana. El fulano de meteorología anuncia treinta y tres grados celsius. De repente, se corroe el ambiente. La alarma de tu celular suena. Te despiertas quejándote, mientras trato de contener la risa. Dices que tienes que irte. Te acompaño a la puerta y te doy un abrazo. Me miras con esos ojos brillantes, ojos de despertar, tan bellos así. Te vas.

Me agarra el sueño. Me acuesto en la misma posición que tú. Buscando los contornos de mi seno, descubro a la famosa gotita marcada en mi blusa. Esa gotita apasionada que marcó terreno en tu sien, en tu mejilla, en tu cuello, en tu pecho y ahora, en el mío. Río con ganas. Luego, el sueño. Ahora yo soy la bella durmiente. No creo verte en el escritorio vigilando mi sueño, sino preguntando que hacía yo sentada en mi escritorio observándote.

Mientras duermo, siento unos labios gruesos en mi cuello. Labios suaves, labios inocentes, labios felices. Me imagino la contradicción entre la temperatura de Santiago y la de mi cuerpo, por dentro y fuera.

Texto agregado el 10-01-2005, y leído por 201 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
26-01-2005 Me parece que escribes de una manera envidiable, tienes inteligencia en las palabras y una narrativa que atrapa, pero quizá podrías hacer juegos de imaginación más profunda y quizá un poco de literatura más fuerte, al menos en mi opinión. koljaisek
18-01-2005 Uno escribe por lo que lee y no puede dejar de lado, inconscientemente, ninguna influencia, dejando esto en claro podemos apreciar sin prejuicios las melodías de Motzar o los escritos de Pamela. Si de algo puedo estar seguro en estos días de insegura seguridad, es sobre tu talento y sobre las posibilidades de trascender que tiene tu prosa. Esa gotita que puede ser de tinta, ha demarcado tu despegue. Te felicito nuevamente, mis cinco estrellas en tu cielo juanromero
12-01-2005 Muy buen texto, bien narado, atrapa su lectura. Lo que hace una gotita... Mis estrellas y un abrazo. Shou
11-01-2005 Buen escrito... muy bien, me gustó mucho... que buen manejo el de la gotita... AashajuiJekechi
10-01-2005 Que buen texto. Como logras atrapar en la lectura, y como juegas con un elemento que puede ser casi infimo para los demás... misterioso
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