Duermes

Duermes con una hermosa sonrisa en tus labios, tus mejillas están sonrosadas, tu cabello; ensortijado y desordenado, enmarcar tu blanco rostro; observo las curvas de tu cuerpo, relajado después de nuestra batalla de poderes, de tu negación, de tu postrera abdicación a mi cuerpo.
Miro como tu respiración mueve tus senos en un subir y bajar lento y rítmico que me alucina, observo la tersura de tu nívea piel que en algunos lugares de tu perfumado cuerpo da brillos nacarados con la luz del ígneo atardecer en la ciudad, mi vista acaricia tu pelvis desnuda y saborea tu bajo vientre, tus largas piernas me recuerdan su cimbrar cuando caminas junto a mi; la curva de tu espalda esta semioculta a mis delirios por una delicada lluvia de negros y largos cabellos. El deseo se agita en mí, dominándome y te miro con tal intensidad que logro despertarte, abres tus dulces ojos oscuros y tu voz si me toca, me toca el alma; me doy cuenta que ya eres un virus en mi sangre, una enfermedad en mi cerebro que me quema las venas y consume en llamas. Nuevamente te acaricio, besos tus labios hasta perder la razón, te hago mía hasta que tus suspiros callan y tus gemidos se silencian.