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 De la coleccion Semana de Romance y Misterio
 
 Me mira con esos enormes ojos negros
 me mira, me mira y una sugerente sonrisa
 parece descolgarse de sus labios de fresa.
 Elegante, perfecta, silenciosa, eso es ella,
 un parámetro para las que pasan por su lado y
 la contemplan con un dejo de envidia.
 
 Me alejo, me olvido pero siempre regreso
 me ha echado de menos, lo noto en sus ojos
 entristecidos en su plenitud de noche astral
 se ilumina su faz, demuestra  su contento
 pero disimula y recobra su esbeltez de diosa,
 río con ella y ella se ruboriza y luego es fría
 como la noche que comienza a envolvernos.
 
 Todos dirán que yo estoy loco de remate
 que aquella por la que me desvelo es nada más
 que un maniquí de una de esas grandes tiendas
 aunque así lo piensen, juro por lo que quieran
 que nunca he visto más vida que en esas pupilas
 ni más sinceridad que en esa bellísima sonrisa
 seguiré visitándola en este romance distinto
 coloquios de piel y yeso, amor a través de cristales.
 
 Herido estoy de muerte, anoche se la han llevado
 he preguntado por ella y nadie me ha respondido
 pregunto por el decorador, acaso por el vitrinista
 nadie me da señales, me miran y se sonríen
 ahora han colocado una base de metal y allí
 cuelga un vestido, la niña hay que imaginarla
 lloro a mares, creo que es el fin de mi existencia.
 
 Veo salir un carro, se lleva algunos desperdicios
 y semi oculta entre todo ese horrible caos
 está ella, mi princesa de yeso que me contempla
 con su rostro implorante, abofeteo al guardia
 y al conductor de ese carro, a todos golpeo con furia
 y salvo desde ese infierno a mi querida muchacha
 está desnuda pero no me importa, subo al microbús
 y la siento sobre mis piernas, todos me miran y ríen
 pero tampoco me importa, ahora seremos felices
 ya le compraré un vestido y la sentaré en mi mesa
 nunca más soledad, ahora me perteneces, vida mía…
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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