Entre las sombras taciturnas, se escucha un suave crepitar que es sólo el aleteo de las avecillas nocturnas, seres creados para convivir con las tinieblas, espejos complacientes de la imaginación en los cuales cada cual se recrea a su regalado gusto. Un ser resopla en la oscuridad y parapetado entre los árboles, parece aguardar algo. La noche ciega sólo adquiere luminosidades mortecinas cuando la luna, cual pájaro ceniciento, aletea sin gracia entre los nubarrones. Se escucha a lo lejos un leve taconeo que se hace más nítido y vigoroso al acercarse. Es la silueta de una mujer que se recorta apenas entre las pinceladas mortuorias de la noche. El ser que aguarda, emite un suave chillido que al parecer es de gozo, extiende sus brazos cual gigantesca trampa que muy pronto se derrumbará sobre la víctima. En cosa de segundos, se escucha un imperceptible aleteo y al ojo profano de cualquier paseante se divisa una sombra que se entrelaza con otra y la apresa con maestría adquirida por milenios de espantoso ejercicio. La mujer yace seducida sobre los brazos del vampiro, que no es otra cosa aquella alimaña ponzoñosa que se retuerce con sus espasmos orgásmicos que sólo se sacian cuando esas pequeñas dagas amarillentas se hunden en el cuello de la desdichada mujer. Las sombras parecen retorcerse en sus abismos de brea cuando el vampiro lanza un horrible aullido y se eleva con feroz aleteo, profiriendo maldiciones.
La fémina se acicala, repasa su cuello y luego continúa sin ningún sobresalto su camino. Es WX-EL2035, la mujer robot, guardiana del parque Bleriot. En el año 3005 ya casi no queda espacio para los vampiros romanticones…