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Era eminente la llegada a la cumbre esa mañana, solo faltaba un par de horas de ascenso y no se presagiaban ventiscas, el sol resplandecía sobre la nieve compacta. Richard con mas experiencia en este tipo de aventuras, ayudaba a Jacqueline a acomodar sus últimas cosas en la mochila, mientras contemplaba serenamente la cumbre del Tupungato.
¡En pocos minutos partiremos!
Sonaba como lejana la voz de Richard
Ella asintió con un leve movimiento de cabeza, mientras recordaba lo que habían conversado esa noche a la luz de una vela que creaba imágenes surrealistas. Le quedaron muy grabadas las palabras de Richard:
Cuando volvamos de nuestra expedición a la cumbre que siempre fue nuestro sueño...¿que te parece si nos casamos?
Lo miro atónita tratando de encontrar una mueca en su rostro o algún gesto que insinuara que era una broma...pero no, el solo miraba el brillo intenso de sus oscuros ojos bajo la luz tenue esperando una respuesta. Tras un largo silencio ella respondió:
¿No será demasiado pronto?...llevamos solo unos meses de convivencia y no quisiera volver a sufrir otra desilusión
Richard con cierta tristeza, acepto sus motivos y para reafirmarlo, la abrazo cariñosamente, hasta que ambos como necesitando algo mas, dejaron de lado las pocas prendas que llevaban y como fusionándose se introdujeron en el acogedor saco de dormir.
Volviendo Jacqueline a la fría realidad, acomodo sus antiparras y se coloco los guantes térmicos, luego de lo cual empezaron el ultimo tramo de ascenso.
Rodearían la cara norte para subir por el flanco oeste que era el mas seguro, pero en su trayecto cruzarían una hondonada que a ciencia cierta no sabían cuan peligroso podía ser, ya que desconocían la topografía y la profundidad de la nieve congelada.
El tomo la delantera mientras ella lo seguía 10 metros mas atrás. Una resistente cuerda los mantenía unidos por el cinturón, con todo el juego de mosquetones necesarios, además ambos llevaban piolet en mano. Así transcurrió mas de media hora de penoso avance, cuando repentinamente Richard desapareció, en el acto Jacqueline intento clavar el piolet para sujetarse e evitar de esa manera ser arrastrados, pero el tirón de la cuerda fue muy violento, volvió a intentar una y otra vez...el hielo se resquebrajaba liberándose nuevamente, mientras golpeaba desesperada con los tornillos de hielo hasta que al fin logro clavar el piolet en alguna capa mas resistente ya casi al borde. Escuchaba los gritos frenéticos de Richard dándole las instrucciones, para asegurar a ambos e evitar la caída hacia el vació...hacia una muerte inevitable.
Casualmente los veían otro grupo de andinistas que no se encontraban muy lejos de allí. Sabían que el rumbo elegido por aquellas personas era extremadamente peligroso, intuyendo el fatal desenlace.
Intentaron llamar su atención moviendo sus brazos y a su ves les gritaban...pero ni Richard ni Jacqueline podían verlos, menos aun escucharlos con el silbido constante del viento.
Jacqueline entre medio de llantos seguía con desesperación las indicaciones que recibía, cuando miraba hacia abajo veía a su pareja colgado, oscilando como un péndulo sobre una profunda grieta y se le helaba la sangre de terror, de solo pensar:
¿Como saldremos de esta?
Los otros andinistas, se dirigieron con prisa hacia el lugar del accidente, llevando consigo gran cantidad de cuerdas y equipo.
Richard estaba muy consciente de la precaria y angustiante situación...los minutos, quizás segundos corrían en su contra, lo que mas le aterraba era arrastrar también a Jacqueline hacia el vacío, cada tanto sentía como cedía lo único que los separaba entre la vida y la muerte...el peso de ambos era demasiado para ser soportado por ese piolet, un escalofrió recorrió su cuerpo...tenia que hacer algo...y rápido. Luego de tragarse su amarga angustia miro hacia los ojos de su amor, desbordando lagrimas y entrecortado dijo:
te quiero con locura y no olvides ...¡siempre te querré!, eres lo mas hermoso que me a sucedido en esta vida
Acto seguido tomo el cortaplumas que llevaba colgado de su cinto, lo abrió impetuosamente sin quitarle los ojos a Jacqueline e...
Se escucho un solo grito desgarrador que con su eco penetro en cada rincón, en cada grieta del hielo.
¡NOOOOOOOOO..., no lo hagas...por favor, prefiero morir a tu lado... NOOOOOO!
En vano fueron sus súplicas...veía como la cuchilla de acero rozaba la cuerda con obvios movimientos sin que se mellara siquiera. Richard aplicó mas fuerzas...pero nada, estaba totalmente desafilada. Recién ahí recordó que había prestado su cortaplumas a un colega y que antes de partir no lo había revisado como siempre lo solía hacer. Esa imprudencia podría costarle la vida a su amada la suya ya estaba perdida, crecía su desesperación a cada instante...miro hacia abajo, el sudor helado mezclado con lagrimas bajaba como torrente por sus mejillas...volvió a mirar el angustiado rostro de Jacqueline rodeado de lacios cabellos negros,...seria la última imagen grabada a fuego en su retina que se llevaría de este mundo...
Algo golpeo la cara de Richard...en un primer momento no sabia que era, luego se percato que era una cuerda distinta a las que ellos usaban, solo atinó a tomarla en su ultimo esfuerzo para sujetarse comprobando que estaba firmemente asegurada...no perdió mas tiempo ya que en cualquier momento el piolet cedería fatalmente para ambos.
Escucho gritos de personas que no reconocía...le decían que se sujete fuerte que los izarían a ambos. Pasaron los minutos que parecían una eternidad, donde gradualmente fueron levantados hasta que al fin pisaron el hielo firme.
No les cabía las expresiones de agradecimiento para con sus rescatadores, mientras Jacqueline se abalanzo enérgicamente a los brazos de Richard y dándole un beso entre llantos solo dijo en viva voz como para que no queden dudas...
¡Si acepto!
Acto seguido sus labios se sellaron en un solo apasionado beso.
Las demás personas observando la dicha que invadía sus espíritus se quitaron los guantes y aplaudieron calurosamente hasta que la pareja se desenfreno, luego de explicarles a que se refería Jacqueline con aquel ¡Si acepto! todos vitoreaban y reían festejando el feliz desenlace.
Superados los dramáticos momentos vividos, recogieron su equipo para regresar junto al resto hacia el refugio, previamente echaron un ultimo vistazo a la cumbre no alcanzada que ya no les interesaba como antes...otra cumbre mucho mas importante habían logrado, ahora sabían hasta donde llegaría el amor que se profesaban. Ambos estuvieron dispuestos a dar la vida el uno por el otro.
El Tupungato fue quedando atrás para que otros quizás necesiten conquistarlo...ellos ya no lo necesitaban.
Pasado el tiempo, la pareja feliz tenía en su hogar colgado sobre la chimenea, un cuadro que enmarcaba un cortaplumas que jamás volvió a usarse...al pie una plaqueta con una simple inscripción:
“Un desafilado cortaplumas puede hacer la diferencia entre la vida y la muerte...y sobre todo entre la indiferencia y el amor sublime”.
Nicolas Jackson

Texto agregado el 16-01-2005, y leído por 127 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
27-05-2005 perdón. Probo . nam56
27-05-2005 así como Dios provo a Abraham en el sacríficio de sú hijo,tambien Richard recibio ,en su amada,su tierra prómetida. nam56
17-01-2005 Este cuento me pareció precioso la primera vez que lo leí y sigo pensando igual. Felicitaciones escritor! Magda gmmagdalena
 
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