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Oía los murmullos de mi alma desvaneciendo el miedo al dolor... Aún mecía entre mis brazos esa muñeca que jamás mecí de niña... Aún, en mi mente, se agolpaban las palabras queriendo engendrar ese cuento que nunca me contaron...
El viento soplaba a cada paso lento y sosegado que mi cuerpo daba, acompañando la tenue tranquilidad de mi alma, mientras mi mente buscaba, sin prisas, las espinas de esa angustia que me anidaba, como si formara parte de mí misma..., desde siempre.
Y fue como si el cielo me elevase la mirada, y las estrellas parpadearan muy dentro de mí... Esta vez mi mirada no buscó la paz..., me encontré sorprendida, llenándome de todo lo vivo que me rodeaba...
Por primera vez en mucho tiempo, afrontaba la vida dándole la importancia que tenía, pero superada la angustia por las esperanzas en mi "reconstrucción"...
Había leído un libro recientemente, que siempre me venia a la cabeza, cada vez que me sentía atrapada en los mismos problemas que se suponía, hacía mucho tiempo que dejé atrás... Según este libro, la vida se estancaba, no permitiendo marchar hacia adelante, hasta que aprendieras a reconstruir lo destruído...
Mi mente no sabía explicar su significado, pero en las circusntancias en las que lo leí (completamente sola en un hospital, sufriendo un mal que no acertaban a detectar los médicos), parece que muy dentro de mí misma, vibraban los ecos de un significado que sería lo único que impregnaría mi vida de esperanzas para encontrar un sentido a todo lo que me sucedía...
Y aún ese sentido se me escapa en vibraciones armoniosas, sin forma..., aunque muy dentro de mí siga latiendo y sea el milagro que cambie mi vida, tal y como siento que he de hacer...
El viento dejó de soplar un segundo, sacándome de golpe de mis divagaciones... Cogí aire en mis pulmones, que me parecieron con más capacidad que de costumbre, y al elevar levemente los brazos, acompañando a mi diafragma distendido, con la mirada en las estrellas, por inercia..., me pareció tener ante mí el cielo más bello que había contemplado, sóla, en toda mi vida...
Con ese sentimiento profundamente arraigado, el viento comenzó a soplar, esta vez furioso, como si celebrara conmigo el milagro de vida que tenía frente a mí...
"No pares nunca de soplar..."-me dije.

(18/01/05)

(Si alguien posee la curiosidad de saber a qué libro me refiero en este texto, diré que es "LA QUINTA MONTAÑA", de mi admirado PAULO COELLO)

Texto agregado el 18-01-2005, y leído por 112 visitantes. (0 votos)


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