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Abrí los ojos y por un momento pensé que todo había sido un sueño, pero al ver mis manos, descubro que no fue así, y suspiro, ya he olvidado cuanto tiempo llevo aquí, los constantes susurros de la enfermeras me adormecen, mientras que el calor se hace cada vez mas insoportable, al igual que la comezón, la hinchazón de mi cuerpo es tal que la vieja cicatriz de mi pierna se ha abierto e inunda el ambiente de un aroma de sudor y sangre.
- Parece un monstruo.
Dice la gente que alcanza a verme a través de las cortinas de mi habitación. De repente la puerta se abre y entre temor y alegría logro reconocerla, es ella, la luz de mi vida, tal vez lo único que me mantiene aferrado a la vida, con lagrimas me confirma lo que anoche los médicos dijeron a mis padres, ellos quisieron ocultarlo, pero alcance a escuchar, hubiera sido mejor no hacerlo, la noticia de que te quedan dos meses de vida no son de la cosas que te ayuden a conciliar el sueño, dos meses se convirtieron el limite de mis anhelos.
- Aún queda una esperanza.
Dijo mi luz.
- Hoy llegó mi madre de ver a la mujer de la cual te conté y te envió esto.
Y sacando de su bolso unas botellas que había logrado entrar, me decía que bebiera, que tuviera fe, igual no tenia yo nada que perder así que bebí, lo que ocurrió al día siguiente fue sorprendente los médicos no se explicaban como la hinchazón había desaparecido, creí que la pesadilla había terminado, pero no, el tratamiento no estaba completo, aun debía viajar hacia donde estaba ella, el viaje ya estaba organizado, mi luz y yo saldríamos a su encuentro en la noche, y en contra de la indicaciones medicas y el sorpresivo apoyo de mi familia estábamos allí, frente a su casa; duda, incertidumbre llenaban mi cuerpo pero el calido apretón de mi luz me lleno de aliento, tocamos a la puerta, fuimos llevados ante ella su apariencia me sorprendió, no por lo extraña sino por lo normal, era una mujer algo mayor, muy simpática no parecía la mujer con las habilidades que la gente decía. Hablamos, me contaba cosas que solo yo sabia y las que no, como porqué sufría yo de este mal, de cómo errores del pasado habían vuelto a cobrar venganza, que seria un mal difícil vencer, pero no imposible, me hizo sentar en una silla en medio de una habitación donde solo estábamos los dos, empezó a rezar a cantar, yo perdía el conocimiento solo escuchaba su voz, me decía que no debía dormirme, cerré los ojos cuando los abrí tenia ante mi un gran montaña, creo que era la sierra,
- Esta montaña es el mal que te aqueja deberás recorrerla y cuando llegues a la cima estarás curado.
Me dijo la mujer. Entonces emprendí la marcha y a cada paso que daba el camino se hacia mas y mas empinado, mas difícil, pero seguía, el dolor en las piernas, las ampollas, las manos sangrantes por las constantes caídas, detenían el paso, pero aun así me paraba y seguía, no se cuanto tiempo paso pero por fin llegue a la nevada cima solo escuchaba el desenfrenado latir de mi corazón y la voz de esta mujer que no paraba de hablarme, me pidió que mirara a mi alrededor, yo no veía nada, solo nube, de repente entre ellas una silueta se dibujó, se empezó a acercar y su imagen se definía cada vez mas y entre mas cerca mas brillante era, cuando por fin distinguí su rostro, no podía creer, que existiera una mujer tan hermosa sus ropas eran extrañas como las que usan las imágenes en las iglesias, entonces lo comprendí era la virgen, cual virgen?, no se, pero era la virgen, sobresaltado abrí los ojos, mi luz me abrazaba mis gritos la alarmaron, mire a la mujer, y con una dulce sonrisa dijo
- quien ve a la virgen esta salvado.


Texto agregado el 21-01-2005, y leído por 85 visitantes. (0 votos)


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