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DIANA STUART Al relatar la siguiente historia, mi sentimiento melancólico y mutilador es lo suficientemente vasto como para sofocar mis sentidos y mis ideas. El suceso de aquel martes veinticinco de noviembre de mil novecientos ochenta y nueve, sofoca mis ganas de seguir escribiendo estas líneas sobre el papel. Un gran escozor, provoca en mí, recordar aquella escena de desesperación y horror inimaginable. Esta escena, se puede equiparar, -claro esta-, aunque en menor magnitud, debido a la grandeza de estos acontecimientos, a los grandes genocidios ocurridos durante el siglo XX, a la catástrofe radioactiva de Chernoville o a la tragedia del maremoto de Indonesia, acaecida esta ultima, durante el último mes del año dos mil cuatro. El recuerdo imborrable de mi hermana Diana, durante las últimas semanas, me ha orillado a relatar esta triste y melancólica historia, encuentro en esta situación, un canal adecuado para que mi memoria y su alma descansen en santa paz. Transcurría la tarde de aquel martes veinticinco de noviembre de mil novecientos ochenta y nueve, eran las seis treinta y cinco de la tarde cuando hicimos nuestra entrada a la casa de la tía Magdalena. Mi hermana Diana, Eugenio, Guillermo, y el que escribe este relato, llegábamos puntuales como acostumbrábamos cada martes, a casa de nuestra tía Magdalena para convivir y cenar en familia. Antes de sentarnos en la mesa del comedor y empezar a tomar la cena, mientras mi madre y su hermana Magdalena conversaban tomando un poco de te de manzanilla en la sala de la antigua casa, mi hermana Diana, mis primos, Eugenio, Guillermo, y yo, nos entreteníamos en vulgares y ordinarios juegos para niños como; Las Escondidillas, la Habitación Oscura, Encantados, Domino, Damas Chinas, Cartas, y demás juegos existentes e inventados por nosotros, para agotar el tiempo de sobra, entre nuestro arribo a la casa de la tía Magdalena, hasta el momento de servida la cena. La tía Magdalena solía preparar para todos nosotros un sabroso banquete cada día martes. Nunca antes lo había mencionado, ni siquiera lo había comentado con alguna persona y mucho menos lo había plasmado en una declaración abierta como lo es, este relato. Aquel martes veinticinco de Noviembre, me parecía en gran medida, distinto a los demás martes. Desde tempranas horas del día, una extraña sensación invadió mis sentidos profundamente. No hay palabras con las cuales pueda explicar o definir esta extraña sensación percibida por mis sentidos, lo único que puedo argumentar, es que durante todo ese martes, estuvo presente y no desvaneció en las horas contiguas, nunca antes, durante toda mi primera infancia, había concebido una sensación de tal naturaleza. Aquel día, no era un día habitual, siendo siempre un día habitual, pero nunca un día repetitivo. Se comenzó ese martes con una bruma tan nudosa y espesa como la sentida por aquella extraña sensación percibida por mis sentidos, la lluvia incesante y el viento que bufaba colérico colmaban la atmósfera. Describo este día martes, no porque quiera crear un entorno místico para este relato, sino por el simple y sencillo hecho, de que en nuestra pequeña, pero a la vez gran ciudad, los días del mes de noviembre se caracterizan por un frió natural de invierno y no por un clima como el descrito líneas arriba. Concretizando la situación, era un día lóbrego, lo bastante gris y melancólico, que cualquier persona, preferiría quedarse en casa disfrutando de una confortable siesta, de una buena lectura o bien, de algún filme contemporáneo agradable, sin embargo, a pesar de las inclemencias del tiempo, las actividades de todo el mundo no se detuvieron por este hecho y continuaron su curso natural. Pero trasladémonos a la tarde de ese martes veinticinco de noviembre, en casa de tía Magdalena… A las seis cuarenta y cinco estábamos dentro de la casa de la tía Magdalena. La casa de la tía Magdalena era una de las edificaciones situadas en el corazón de la ciudad con mayor antigüedad, contaba con una gran extensión superficial de terreno y construcción, constituía media manzana, lo suficientemente grande como para jugar dentro de ella sin molestar en lo absoluto a alguna persona, incluyendo a la tía Magdalena y a los vecinos aledaños. Las habitaciones de la casa de la tía Magdalena, eran sumamente grandes, las puertas eran de madera fina y la decoración sumamente anticuada, lo bastamente anticuada como para creer que se vivía en otro siglo, quizás en el siglo XIX, a lo cual, a pesar de ser evidente la antigüedad de la casa, nadie tomaba el mínimo interés. A la muerte del esposo de la tía Magdalena, es decir; del tío Mauricio, todo había permanecido intacto por lo menos unos veinticinco años. Nos dispusimos entonces ha comenzar con nuestro juego aquella tarde de martes en casa de la tía Magdalena, por lo que pusimos a concurso las distintas opciones de juego que conocíamos y lo sometimos a votación. Fue nuestra elección esa tarde jugar a La Habitación Oscura. La habitación oscura, quizás para muchos de ustedes sea un juego desconocido o lo conozcan con un nombre distinto, por lo que me permitiré hacer la descripción de las reglas de este singular juego, no con el afán de proponerlo como juego para ustedes, sino para despejar la duda, de aquellos que no lo conozcan. El juego de La Habitación Oscura; tiene lugar, principalmente, como su sentido gramatical lo explica, en una habitación totalmente oscura, lo suficientemente obscura como para no dejar, por ningún motivo, traspasar un mínimo destello de tenue luz. El número de los integrantes puede ser variable según los jugadores; dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, o mas personas. Por sorteo, se escoge a un contador, mismo contador que desempeña la función de buscador de los demás integrantes ocultos dentro de la Habitación Oscura. El escondite, puede ser cualquier lugar, siempre y cuando, este tenga lugar dentro de la misma Habitación Oscura, tras la cuenta regresiva del contador o buscador de cien a cero, el mismo contador o buscador, comienza a buscar dentro de La Habitación Obscura y aquel jugador o integrante que sea encontrado en primera instancia, será el próximo contador o buscador, en la siguiente ronda. Este juego, encuentra su antecedente más próximo, en el juego de Escondidillas, diferenciándose este de aquel, de que en el segundo, se tiene el derecho o facultad de salvar, si se quiere, a los demás compañeros o alguno de estos. En estos dos juegos como en muchos otros, no hay ganadores, ni perdedores, simplemente son juegos que se hacen con el afán de divertir o convivir con personas de nuestras mismas edades, compenetrándonos así, en la ficción de las relaciones del ser humano… Una vez explicada la consistencia primaria de este singular juego, seguiré relatando la historia que es de nuestro interés. El reloj que pendía de una de las paredes de la casa de la tía Magdalena, marcaba las siete quince de la tarde. Una vez decidido el juego que nos habría de entretener, procedimos al sorteo de quien seria escogido primero. El primero en ser escogido, fui yo, siempre tuve mala suerte para esta clase de juegos, aunque meditando la situación un poco mas detenida y serenamente, creo que no era tanta mi mala suerte, sino que mi primo Eugenio, era el que nos llevaba un poco más edad y siempre se las arreglaba para no ser él, el escogido. Así entonces, mis primos y mi hermana Diana, corrieron presurosos hasta sus escondites, mientras comenzaba con la cuenta regresiva de cien a cero. Durante todo el tiempo que duro el conteo, aquella extraña sensación que mis sentidos percataban, seguía con mi crudo y aturdidor tormento. Al término del primer conteo, fui en busca de mis primos y de mi hermana Diana, el primero en ser encontrado fue mi primo Guillermo, quien se escondía detrás de las puertas del ropero de encino, del difunto abuelo Norberto, mismo que fue el siguiente contador, por lo tanto, mi primo Eugenio, permaneció escondido sigilosamente en el canasto de mimbre traído por la tía Magdalena de oriente medio, mientras que mi hermana Diana, estuvo escondida temerosa de ser encontrada, debajo del lecho de la tía Magdalena. Sin más nada que encontrar, el turno le pertenecía a mi primo Guillermo. Comenzó, entonces así, Guillermo, nuevamente con la mística y opresiva cuenta regresiva de cien a cero, y al termino la misma, se dedico a comenzar una exhaustiva búsqueda en medio de las impenetrables y nudosas tinieblas que persuadían a la habitación oscurecida por tal efecto. En esta ocasión, en la que el turno era de mi primo Guillermo, el primer en ser hallado, fue mi primo Eugenio, quien pretendía esconderse ingenuamente detrás de las cortinas de terciopelo café, y digo ingenuamente, por que las cortinas de terciopelo café, no lograban cubrir tan siquiera, las pequeñas extremidades de Eugenio y fue de esta forma como el primo Guillermo los encontró al primer intento, por mi parte, permanecí oculto dentro del baúl de doble fondo de los juguetes vacío, por este mismo motivo fue imposible para Guillermo encontrarme fácilmente, mientras, mi hermana Diana, permaneció inmóvil dentro del escondite, que una ronda anterior había pertenecido al mismo primo Guillermo. Ahora, tocaba el turno al primo Eugenio, quien comenzó inadvertidamente por primera vez, en la tercera ronda, con la cuenta regresiva de cien a cero, prosiguiendo al termino de la misma, a la encomienda de encontrar, a los tan bien escondidos coleguillas de juego, Eugenio sin mayor esfuerzo que el necesario, encontró tempranamente al cabo de un par de minutos a mi hermana Diana, quien intento esconderse con éxito, sin tenerlo, debajo de la empolvada vitrina de cobre, su error principal, fue sin duda, haberse escondido en compañía del Gato Molech, quien con el polvo que cubría uniformemente la vitrina de cobre comenzó a estornudar en repetidas ocasiones, delatando así, a mi hermana Diana, el segundo en ser descubierto, fui yo mismo, permanecí por varios minutos sin mover siquiera un solo músculo de mi anatomía, justo detrás de la puerta de la entrada de la habitación oscura, durante esos momentos de inmovilidad, aquella extraña sensación de la que he hablado anteriormente, comenzó súbitamente ha aumentar con constancia y disciplina tal, que parecía haber estado internada en algún riguroso centro militarizado, lo que me desconcentro y provoco que emitiera un breve sonido, mismo sonido que Eugenio alcanzo a percibir claramente, pudiendo ubicarlo y dar así con mi paradero, mientras, Guillermo tomo el anterior escondite que me había pertenecido la ronda anterior dentro del baúl de los juguetes, encontrándolo así, Eugenio a Guillermo fácilmente, basto que levantara la tapa del baúl de juguetes para estar frente la presencia de Guillermo. Era ahora el turno de mi hermana Diana, emprendió el conteo por primera vez, en la cuarta ronda, de cien a cero, culmino, y se adentro tranquilamente en la habitación oscura. Ahora el primero en ser descubierto fui yo mismo, tendría entonces, que desempeñar nuevamente, el papel de contador y buscador en la siguiente ronda, mi descubrimiento se debió meramente a mi total falta de concentración, provocada indiscutiblemente, por aquella extraña sensación que flagelaba mis débiles sentidos, esta vez, ni siquiera, me tome la molestia, como lo había hecho antes, a pesar del calvario, de buscar un buen escondite que permitiera ocultarme, simple y sencillamente me coloque agachado aun costado de la entrada de la habitación, abajo del reloj. Diana, encontró en segundo término al primo Guillermo, quien estableció su escondite colgado como ahorcado en uno de los picos del perchero de fierro montado en la pared de la habitación, pretendiendo hacerse pasar por una de las viejas gabardinas del abuelo Norberto, Diana además de hallarlo en segunda instancia, se llevo un enorme susto, mientras tanto, Eugenio permaneció escondido dentro de la polvosa vitrina de cobre, no de igual manera que como lo había hecho Diana anteriormente en la ronda correspondiente a Eugenio, no afuera y detrás de ella, sino dentro de la vitrina. Al encontrar Diana a todos y cada uno, una vez mas el turno me pertenecía, así entonces, nuevamente comencé con la torturaza e intrigante cuenta regresiva de cien a cero, esta vez era insoportable la fatiga que experimentaron mis sentidos, causada, por aquella extraña sensación sin anatomía, que ya para el momento había dejado de ser sensación extraña anti-anatómica, para convertirse en una premonición anatómicamente cerebral casi inevitable. Quería abandonar el juego definitivamente, estaba exhausto, el cuerpo que sugería aquella extraña premonición había turbado mis sentidos de sobremanera, al extremo sin final, de que casi era imposible para mi proseguir con el conteo de aquella agobiante cuenta regresiva de cien a cero y mantenerme todavía de pie. Me había desperdigado a la mitad de la cuenta. Todo era confuso. Los que me observaron en ese momento, notaron en mí, una amarillees verdosa en mi rostro. Casi como palo de alcatraz. La articulación vocal de los números me fue forzada sostenerla continuadamente y las fuerzas me abandonaban sigilosamente. Al termino del fatigante conteo, de la cuenta regresiva de cien a cero, me encamine una vez mas a buscarlos dentro de la habitación oscura, en esta ocasión, mi primer y fácil hallazgo fue mi primo Eugenio, quien se encontraba agazapado detrás de la lámpara de pie, el segundo en ser descubierto fue mi primo Guillermo, quien se resguardaba silenciosamente debajo de las blancas sabanas de lana recién lavadas y aromatizadas de la tía Magdalena. Proseguí al instante escudriñando la habitación lentamente en medio de la oscuridad total que la cubría, para intentar encontrar a mi hermana Diana quien seria la ultima en ser encontrada, obviamente. Al cabo de unos largos e inamovibles minutos, diez o quince, no lograba dar aun con su paradero, no aparecía por ningún lugar de la oscura habitación, todos y cada uno de los recovecos en donde posiblemente podría encontrarse, los recorrí y revise cuidadosamente una y otra vez exhaustivamente, a grado tal, que mi hartazgo y cansancio por el juego era definitivo, sentí en el momento, profundos deseos de abandonarlo en el acto, y así lo hice, encendí la luz y llame a Eugenio y a Guillermo para que acudieran de inmediato a la habitación antes oscura. Ellos, mientras tanto, esperaban exasperados por mi demora afuera de la habitación para continuar con el juego, llegaron agitados casi al instante, les manifesté entonces, la situación de inmediato. Punto y coma. La preocupación por Diana aumento de uno a tres en cuestión de segundos. Verdaderamente estábamos atónitos, no sabíamos lo que ocurría con Diana, y en el peor de los casos, no sabíamos su paradero. Siempre por más tiempo que estuviéramos escondidos, al encender la luz, el juego automáticamente en el momento culminaba y todos salíamos de nuestros escondites. Era como una regla implícita. Se acataba sin mayor demora. Empero, esta vez no fue así. Entramos los tres nuevamente y con espíritu renovado a la habitación, comenzamos a buscar en todos y cada uno de los rincones de la misma, solo para darnos cuenta de que Diana no estaba dentro de la habitación, al menos así se percibía a simple observancia. Buscamos en el ropero, detrás, fuera y dentro. Atrás de las cortinas. Debajo y por encima de las camas. Debajo de las sabanas. Sobre y detrás del perchero montado. Dentro, debajo, detrás y fuera del baúl de los juguetes. Etc. El paradero de Diana era totalmente desconocido y misterioso para nosotros, no pudimos ni siquiera, a pesar de todos los intentos de búsqueda, encontrar una pequeña pista que nos ayudara a dar con su misterioso paradero y esclarecer en definitiva el supuesto extravió de mi pequeña hermana Diana. Diana no había salido de la habitación. Esto era indudable. Lo afirmo rotundamente por que el único acceso hacia al patio que tenia la habitación en donde jugábamos, era una ventana corrediza de cristal, y de haber salido Diana por esa ventana, el ruido ocasionado por la misma, al abrirse, hubiera sido advertido ya sea por Eugenio, por Guillermo o por mi. Sin embargo, quizás yo no lo hubiera podido percibir con claridad del todo, no con la claridad que lo hubiesen podido percibir Eugenio y Guillermo, ya que el conteo lo realizaba afuera de la habitación, y por el contrario Eugenio y Guillermo se hubieran percatado de inmediato, empero, ninguno de los dos se había percatado de tal situación. También sabia que no era ninguna broma, ellos no vacilarían de esa forma, mucho menos por una situación de tal magnitud, además, su cara de espanto y confusión, era simétrica a la mía. Tampoco Diana pudo haber salido por la puerta principal de la habitación, esta era vigilada por mi mismo y de haber salido ella por la puerta principal, lo hubiera notado de inmediato y Diana hubiera perdido el juego, además, volviendo al supuesto de que ella hubiere salido por la ventana, el tiempo que le hubiera tomado en salir, era en gran medida mucho mayor, al tiempo en que yo estuve buscando, además, la ventana de esa habitación, al igual que las de las otras habitaciones contiguas, eran inaccesibles para nosotros, las mismas estaban situadas aproximadamente a unos dos metros y medio desde el suelo, hasta las cornisas de madera, lo cual era imposible para todos nosotros alcanzarla fácilmente, tampoco había debajo de ella, ningún mueble o apoyo con el cual pudiese haberse sostenido para saltar por la ventana. De inmediato mis primos y yo, desechamos rotundamente esta hipótesis, por la sencilla razón, de que la ventana estaba totalmente cerrada, y no tan solo estaba totalmente cerrada, sino que la misma, era asegurada por una barra de acero macizo y de haber salido Diana por la ventana, la misma ventana hubiera sido encontrada abierta y sin la barra de acero macizo. Nos sentamos a meditar la situación, y cada quien formulo sus propias hipótesis, de cómo Diana hubiere podido salir de la habitación sin ser observada y escuchada por alguno de nosotros. El primero en formular una hipótesis, fue mi primo Eugenio. Versaba así; que quizás Diana había podido salir por la entrada principal de la habitación, mientras me distraje un breve instante, mismo que hubiese podido aprovechar para salir rápidamente de la habitación sin ser observada, empero, pronto desechamos este supuesto, recuerden que yo en esos momentos estaba aturdido por aquella extraña sensación de impaciencia y nerviosismo, mas nunca perdí la razón, ni la visibilidad y de haber ocurrido como lo dijo mi primo Eugenio, la hubiera podido observar a su salida de cualquier forma. El segundo en formular una hipótesis, fue mi primo Guillermo, procedió al planteamiento de su hipótesis y argumentaba convencido de ella; quizás Diana si pudo salir por la ventana de la habitación, apoyándose sobre el baúl de los juguetes, usando este como escalerilla, saltando encima de el, logrando de este forma, alcanzar una de las cornisas de la ventana, traspasándola de esta manera, y una vez fuera de la habitación, aun sobre el borde de la cornisa, haber metido su pequeña mano por la parte inferior de la ventana, y volver a asegurar la ventana con la barra de acero macizo, decía Guillermo parte inferior, por que de ese preciso lado, la ventana estaba desquebrajada y la ausencia de un pequeño trozo de la ventana era notorio. La hipótesis de Guillermo, al igual que la de Eugenio, fue rechazada por nosotros, aunque así hubiere ocurrido y Diana, en efecto, hubiere salido por la ventana, como lo aseguraba mi primo Guillermo, el tiempo que tardaría en realizar toda esta compleja operación seria de mas de veinte minutos, además, de ser esta hipótesis cierta, el baúl de los juguetes se hubiera encontrado acomodado debajo de la ventana, situación que no ocurrió de tal manera, el baúl permanecía en su lugar habitual. La tercera y ultima hipótesis que se formulo fue la mía, a mi pensar fue la hipótesis mas lógica y sensata de las hipótesis planteadas por lo demás, por mi parte, argumente que Diana nunca, por ningún motivo, había abandonado la habitación, y que no salio, ni por la ventana, ni por la puerta principal de la habitación. Era la hipótesis mas lógica y sensata, mis primos estuvieron de acuerdo con ella, yo la sostuve y ellos me apoyaron, sin embargo, no podíamos explicar de ninguna forma el paradero de Diana, habíamos buscado hasta el cansancio dentro y fuera de la habitación, no estaba en ninguno de los lugares en donde su cuerpo pudiera caber, y tampoco tenia el don de hacerse invisible, permanecía dentro de la habitación, ¿Donde?, nunca lo supimos, hasta dos años mas tarde. El resultado de nuestras hipótesis y de nuestras búsquedas fue banal en total medida, no logramos encontrar a mi hermana Diana en ningún sitio, ni dentro de la habitación en donde realizamos el juego, ni en el resto de las habitaciones de la vieja casona de la tía Magdalena. Para ese momento la tía Magdalena tenia la cena preparada y nos llamo para que acudiéramos a la mesa. Ninguno de nosotros menciono nada de lo sucedido durante la toma de alimentos, cuando mama y la tía Magdalena nos interrogaron ligeramente por el paradero de Diana, contestamos que ella se encontraba profundamente dormida en la habitación de juego y que esa noche no cenaría con nosotros. Mamá, incrédula por nuestros argumentos, se levanto de la mesa y se dirigió hasta la habitación para cerciorarse de que su pequeña hija Diana estuviere realmente dormida. Al cabo de unos pocos minutos mamá hizo su regreso a la mesa del comedor bastamente exaltada, por dos situaciones primordialmente; la primera; habíamos mentido sobre el paradero de Diana, y segunda; mi hermana Diana no estaba dormida en la habitación, fue entonces, cuando mamá nos pidió una explicación verdadera y detallada del paradero de mi hermana Diana, con lagrimas en los ojos, mis primos y yo, la enteramos de todo sucedido, contamos paso a paso toda la situación. Donde, cuando y como había ocurrido el suceso. Pronto se reanudo la búsqueda, ahora mi tía Magdalena y mamá ayudaban en la misma. Así, entonces, continuamos con la búsqueda hasta las tres de la mañana, buscando y escudriñando minuciosamente, cada uno de los rincones de la habitación, del gran jardín y de la casa entera, sin encontrar, ni una sola huella de mi hermana Diana, pareciera como si la tierra la hubiera devorado, o como si hubiera desaparecido por mandato de la divinidad. No fue sino hasta las tres de la mañana, cuando la esperanza de encontrar a Diana dentro de la casa desvaneció por completo. Mamá dio parte sin demora del asunto a la policía Estatal y al departamento de servicios especializados en desapariciones, con el objetivo de tratar de dar con el paradero de Diana. Mamá albergaba en su profundo corazón, la esperanza de que Diana apareciera por algún lugar. Justo a las cuatro quince de la mañana, después de la llamada telefónica de mamá a la policía, hizo su arribo al la casa de la tía Magdalena, el comandante de policía; Eliseo del Monte, en compañía de ocho de sus mejor capacitados agentes, para investigar la misteriosa desaparición de Diana y comenzar una búsqueda sin mayor demora. A su arribo a la casa, los agentes de policía y el comandante Eliseo del Monte comenzaron a indagar sobre como habían ocurrido los sucesos, paso a paso, sin mentiras y especificados cada uno de estos. Estábamos reunidos en la mesa del comedor. Mientras el comandante daba un vistazo a vuelo de pluma dentro de la habitación donde había ocurrido el suceso, después de su recorrido por la habitación, el comandante Eliseo del Monte fue interrogándonos de uno por uno, primero a mis primos y posteriormente a mi. Para que la interrogación fuera más efectiva, el comandante Eliseo del Monte nos fue llamando uno por uno, a una de las habitaciones que antecedía a la habitación del suceso. El primero en ser interrogado sobre el suceso fue mi primo Eugenio, quien explico lo sucedido detalladamente al comandante Eliseo del Monte, planteo su hipótesis que anteriormente había formulado, aquella que decía, que quizás Diana habría podido salir por la puerta principal de la habitación mientras yo me distraje en algún lapso de mi conteo de cien a cero. El comandante Eliseo del Monte, tomo nota de la declaración de Eugenio minuciosamente. El segundo en ser llamado por el comandante Eliseo del Monte fue mi primo Guillermo, quien atento a las interrogantes del comandante Eliseo del Monte, respondió y relato el suceso paso a paso, tal y como el lo había percibido, a su declaración, además, agrego su hipótesis planteada anteriormente, aquella que decía que Diana quizás, si pudo salir por la ventana de la habitación, apoyándose sobre el baúl de los juguetes, usando este como escalerilla, saltando encima de el, logrando de este forma, alcanzar una de las cornisas de la ventana, traspasándola de esta manera, y una vez fuera de la habitación, aun sobre el borde de la cornisa, haber metido su pequeña mano por la parte inferior de la ventana, y volver a asegurar la ventana con la barra de acero macizo, planteada la hipótesis ante el comandante Eliseo del Monte, este tomo nota de la declaración de Guillermo minuciosamente. El tercero en ser llamado a la habitación para declarar el suceso ante el comandante Eliseo del Monte fui yo mismo, el comandante Eliseo del Monte me interrogo sobre la cronología del suceso, misma interrogante que conteste tal y como mi percepción, aunque un poco flagelada, fue capaz de advertir el suceso, detalle la situación al comandante Eliseo del Monte detenidamente, el tomaba nota de mi declaración, a la cual añadí de igual forma que en las declaraciones de mis primos, aquella hipótesis antes planteada, misma que decía que mi hermana Diana jamás, por ningún motivo, había abandonado la habitación donde tuvo lugar el juego, pero que sin embargo, su paradero era un misterio para todos. El comandante Eliseo del Monte tomo nota de mi declaración minuciosamente. En cuarto lugar, el comandante de policía Eliseo del Monte interrogo a la tía Magdalena y a mamá, aunque ellas no estuvieron presentes a la hora y en la habitación donde ocurrió el suceso, su declaración sirvió para aportar los datos necesarios sobre la antigua casa y las características físicas de la pequeña Diana, sin más interrogantes por parte del comandante Eliseo del Monte, este tomo nota de la declaración minuciosamente. Una vez que el comandante Eliseo del Monte indago ampliamente a todos y cada unos de los testigos que presenciamos la desaparición de Diana, el comandante Eliseo del Monte, mando llamar de inmediato al especialista en desapariciones misteriosas, el agente Frederick W. Taylor, graduado de la Universidad de Oxford en las materias de Criminalistica y Reconstrucción de Hechos.. El talentoso especialista, tomando como premisas fundamentales las declaraciones e hipótesis de los testigos, comenzó a analizar minuciosamente el asunto, al mismo tiempo el especialista formulaba sus propias hipótesis para desentrañar el misterio. Después de transcurridos aproximadamente unos veinte o veinticinco minutos en que el comandante Eliseo del Monte y el investigador especialista Frederick W. Taylor comentaban el asunto y las declaraciones de los testigos en privado, salieron de la habitación para que el especialista planteara sus respectivas hipótesis sobre el caso de la misteriosa desaparición de Diana. Mientras tanto, los demás agentes de policía, recorrían las habitaciones, el jardín y la casa entera para tratar de hallar alguna pista que condujera hacia el misterioso paradero de Diana. El investigador especialista en desapariciones, Frederick W. Taylor, y el comandante Eliseo del Monte, tomaron su asiento en el sillón de la sala, y citaron a todos para que escucháramos las hipótesis formuladas por el especialista. El especialista en desapariciones Frederick W. Taylor, con pipeta en mano, sugería tres hipótesis principales; la primera hipótesis consistía y a la vez coincidía con la plantada por mi primo Eugenio, aquella que sustentaba que Diana había podido haber salido por la entada principal de la habitación mientras yo me distraje en un breve lapso de tiempo, empero, con la variante de que Diana, además de haber salido por la puerta principal de la habitación, había recorrido toda la casa para salir hasta la calle y tomar un rumbo desconocido, lo que sugería el extravió de Diana, pudiéndose encontrar extraviada en cualquier calle de la ciudad. La segunda hipótesis planteada por el especialista Frederick W. Taylor, consistía en esencia, en que la desaparición de Diana obedecía a un secuestro, fraguado por la misma familia y consumado por alguna persona que tenia conocimiento geográfico perfecto de la habitación y de la casa, alguien que tuviera la habilidad y la destreza suficiente como para pasar desapercibido por todos, esta hipótesis de un supuesto secuestro era coincidente con la del primo Guillermo, salvo que agrego otra variante al hecho de haber escapado por la ventana de la habitación, el supuesto secuestrador pudo haber escapado también por la puerta principal de la casa y darse a la fuga con todo y la niña. La tercera y última hipótesis planteada por el especialista Taylor, era en gran medida, similar a la que yo había planteado anteriormente, aquella que argumentaba que Diana no había salido de la habitación por ninguna circunstancia y que permanecía dentro de la misma habitación, solo que el especialita agrego otra variante a esta hipótesis. Sugería que Diana estaba aun dentro de la habitación, atrapada, quizás, en algún pasadizo oculto de la habitación. Para despejar dudas, el especialista Fredrerick W. Taylor interrogó de nueva cuenta a la tía Magdalena. Indago si tenia conocimiento de que existiere algún pasadizo o gaveta oculta dentro de la misma habitación, la tía Magdalena respondió a su indagatoria en forma negativa, argumentando, que ella desde su llegada a esa vieja casa hace algunos sesenta años nunca había tenido conocimiento de la existencia de algún pasadizo oculto, ni dentro de la habitación, ni en el resto de la casa. Aunque esta ultima hipótesis estaba abrazada por argumentaciones lógicas y llenas de credibilidad, carecía de veracidad, los antecedentes que proporcionaba la tía Magdalena así lo dejaban ver. Una vez planteadas las hipótesis por el especialista Frederick W. Taylor, cada una de hipótesis fue analizada minuciosamente por el comandante Eliseo del Monte y todo su equipo de investigación, ellos sin demora, hicieron sus propios razonamientos, descartando rotundamente, la primera y segunda hipótesis planteada por el especialista. La primera de ellas fue descartada por principio de cuentas por que de haber salido Diana, por la puerta principal de la habitación y haber seguido caminando sobre el pasillo de la casa, hubiera llegado hasta la sala, y hubiera sido advertida su presencia por mamá y la tía Magdalena. La segunda hipótesis fue descartada también por el comandante Eliseo del Monte y los agentes de policía. Un secuestro, era imposible, las únicas personas que teníamos cocimiento perfecto de la geografía de la casa, éramos los presentes esa noche, y en el dado supuesto, de que hubieran salido el secuestrador y mi hermana Diana por la ventana de la habitación, al secuestrador le hubiera sido imposible, por mayor habilidad y destreza que poseyere, mantener el equilibrio sobre las cornisas de madera sujetando a mi hermana Diana, de haber ocurrido de este modo, el secuestrador y mi hermana Diana hubieren descendido hasta el jardín, ademas el factor del tiempo es indispensable en esta hipótesis, y nunca el secuestrador hubiera podido consumar tan complicada operación en menos de veinte minutos, lapso en que ocurrió el conteo de cien a cero y la búsqueda que yo emprendí. La tercera hipótesis fue aprobada por el comandante Eliseo del Monte y los agentes de policía, el supuesto de que existiera un pasadizo oculto dentro de la habitación, suponía la opción más lógica y sensata. Partiendo de este postulado, los agentes pusieron en marcha su plan para encontrar a mi hermana Diana. Entraron a la habitación en donde había ocurrido la desaparición y comenzaron a desmantelar la habitación de arriba abajo, husmeando y analizando cada centímetro de la habitación cuidadosamente, sus labores se perpetuaron hasta el día siguiente, sin hallazgo alguno que sugiriera la existencia de algún pasadizo oculto. A la ausencia de algún pasadizo oculto y la presencia de Diana la intensa búsqueda fue suspendida y no se reanudo nunca más, en los días, meses y años siguientes. Así, sin encontrar a mi hermana Diana, los días, los meses y los años transcurrieron lentamente para mamá y para toda la familia. Con el paso del tiempo, se marchaba la esperanza de volver a ver con vida a mi hermana Diana, durante dos años el paradero de Diana fue un misterio total. Permaneció este asunto en los archivos de la policía, como uno de los casos de desaparición, más difíciles y misteriosos por resolver. Para ese tiempo, en que aun el caso permanecía sin esclarecerse, la tía Magdalena había caído en una profunda y desalentadora crisis depresiva causada por la desaparición de su sobrina, a su crisis depresiva se sumaban ya setenta y cinco años de edad, además, la lesiva Leucemia diagnosticada por los doctores ese mismo año, agobiaban su débil existencia, llevándola un mes mas tarde a su fallecimiento. A las pocas semanas de que ocurrió la triste sepultura de la tía Magdalena, la vieja casona fue puesta en arrendamiento por la familia, a los pocos días los nuevos inquilinos se instalaron en su nueva morada. Al hacer las remodelaciones convencionales en la vieja casona por los nuevos inquilinos, la habitación donde había desaparecido Diana, también fue remodelada totalmente. Mientras los nuevos inquilinos procedían a desmontar la habitación, por casualidad se percataron, que justo en donde anteriormente había estado el baúl de los juguetes, (ellos no lo sabían), si se presionaba con fuerza el suelo, este se abría y daba lugar a una estrecha gaveta de acero, construida seguramente con la finalidad de almacenar pertenencias o dinero en efectivo. La gaveta de acero era sumamente estrecha, tan estrecha que ninguna persona adulta podría caber con facilidad en la misma, sin embargo, mi hermana Diana no era una persona adulta, apenas alcanzaba los siete años de edad, siendo de esta forma en que ella si pudo penetrar fácilmente en el teatro de la muerte. En esa misma gaveta de acero, fue encontrado el cadáver de mi hermana Diana, quien había permanecido dos años dentro de la misma, los huesos de mi hermana Diana, según lo atestiguan los inquilinos, estaban esparcidos por toda la gaveta de acero, sin embargo, místicamente, el cráneo de mi hermana Diana aun mostraba intacta su cabellera castaña. También sus dientes y el corazón disecado permanecieron intactos. Tal pareciera que el tiempo no los hubiera tocado, como muestra de que Diana esperaría que la encontraran dentro de la gaveta por años y aunque hubiera pasado más de un siglo, su corazón permanecería intacto, como una ofrenda a su descubridor y a los dioses. De entre los restos mortuorios de mi hermana, uno de los inquilinos se percato que sujetaba en su mano izquierda una hoja de papel, que no era más que una ultima nota de despedida hecha por mi hermana en medio de la oscuridad. En ella, describía su fulminante calvario y últimos deseos. No fue fácil descifrar las palabras contenidas en la anotación, hay que tomar en cuenta que la nota fue hecha en medio de la oscuridad, y más que letras, parecían signos garabatescos, también se preguntaran, de donde saco la hoja y el crayón con que fue escrita la nota, todo esto es muy sencillo de explicar; Diana solía dibujar paisajes muy a menudo y siempre portaba en la bolsa delantera de su overol, lo necesario para realizarlos, así pues, una vez aclarada la duda, proseguiré a transcribir la anotación encontrada entre los restos de mi hermana Diana. La anotación decía: Madre mía, tía Magdalena, Guillermo, Eugenio y Fabricio Stuart, con Alegría: Se que nunca mas volveré a verlos y que quizás nunca encuentren esta triste nota de despedida que ahora, con mis ultimas fuerzas escribo. Sin embargo, quiero decirles que los voy a extrañar demasiado, hubiera querido crecer con todos ustedes, seguir jugando, quererlos y amarlos. No podré cumplir jamás mi sueño de ser enfermera y ayudar a los enfermos del hospital, espero que ustedes si cumplan sus sueños de infancia que se han trazado. A mi, el poco aire aquí dentro se me esta agotando, y saber que a unos cuantos centímetros el aire es puro y corre libre, mis pulmones comienzan a sentir una fuerte opresión. Vuelven a mi todos los recuerdos felices, se que hubieran venido en mi auxilio sin demora si hubiesen sabido donde me encontraba, no se culpen por esta situación, la culpa no es de ustedes, sino es mía, cuando entre a esta gaveta, pensé que iba a ser un buen escondite para el juego, pero cuando intente salir no pude abrir mas la gaveta, se atoro con el baúl de los juguetes, su doble fondo fue cerrado mientras alguno de ustedes buscaba un escondite, fue imposible, a pesar de todos mis esfuerzos, lograr abrir la pesada puerta de la gaveta, supe entonces que mi vida estaba a punto de terminar y comencé a escribir esta nota. La desesperación es demasiada aquí dentro, como los extraño, quisiera que pudieran escucharme, tal y como yo les puedo escuchar en estos momentos, a lo lejos escucho el lúgubre llanto de mama que se pregunta donde estoy, la melancolía y el recuerdo de aquellos días de juego tan felices me han hecho quebrarme en llanto, las esperanzas me han abandonado por completo, siento un gran frió que me abraza lentamente, todo es desolación, no puedo salir, ¡Socórranme! , el oxigeno se agota, ¡Ahora veo a mi padre, y a los abuelos Stuart, también esta toda la familia!

Texto agregado el 26-01-2005, y leído por 186 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
21-02-2005 Encantador... Tus personajes me recuerdan a personas en mi vida... Me encantó... El único defecto: La falta de párrafos hace muy cansada y difícil la lectura... (Te estré leyendo) daggaz
19-02-2005 Excelente tu cuento, de misterio y suspenso,una historia de relevante final pero me quedo una pequeña duda cual fue tu inspiracion? mafalda85
27-01-2005 es escalofrinte tu texto Que fortaleza deespiritu la de tu hermana y y que nervios los tuyos de escribir este escalofriante hecho venusita
 
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