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Inicio / Cuenteros Locales / ofoperez / carta a mi padre 1ra parte

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Hola padre, te extrañara el hecho que yo te escriba una carta, ya que nunca en toda mi vida te he dado una, pero sabes?, eso no quiere decir que nunca te la haya escrito, fueron varias las que te escribí, unas cuando estaba en el colegio, otras cuando en los retiros espirituales, y en fin varios lugares que me brindaron la oportunidad para escribirte, pero como cosa rara tu nunca estabas hay para recibirla y luego ya no era importante, algo así como lo que sucedió en mis cosas, donde todos los padres iban y tu no te manifestabas ni con una carta, es mas ni una nota de aliento, tan solo estaba acompañándome quien siempre lo hizo, mi mamá. Toda la vida ella trato de justificarte, que vivías muy ocupado, que tenias otras cosas, que de todas formas tu me querías, en fin una larga lista de disculpas que con el tiempo se hicieron repetitivas, perdieron valor y luego ya no significaron nada, comprendo que en esa época por cuestiones de tu trabajo únicamente te pudiera ver un fin de semana cada mes, pero por que no hacerlo divertido, no era cantidad de tiempo lo que pedía era calidad de tiempo, un beso un abrazo, quizá un momento en el que dejaras tus cosas y jugaras conmigo, pero nunca, siempre fuiste el papá distante que llegaba a casa, preguntaba que había pasado, premiabas al que había hecho algo bien y castigabas al que había hecho algo mal, te sentabas en tu sillón a ver televisión leer el periódico y nada mas. Con el tiempo empecé a verte como el señor que llegaba de vez en cuando y me pegaba por que me iba mal en el estudio, por que había quebrado algo, por que yo esto, y yo lo otro, siempre existía una razón para que te enojaras conmigo, al pasar los años hasta comencé a evitarte, a duras penas te saludaba, me iba a mi habitación y leía, de pronto en ese aspecto si te agradezco mucho, pues cuando de vez en cuando te levantabas de tu trono, te acercabas a donde estuviera yo leyendo y me preguntabas que había leído, ¿por que?, ¿que pensaba de eso?, me indicabas libros y al no querer que me miraras como lo hacías cuando no respondía bien, trataba de comprender los libros al máximo, algo que me sirvió mucho a lo largo de mi vida, me hizo un buen lector y un buen escritor, ya que era lo único que con el tiempo terminamos compartiendo. Cuando saliste de la empresa donde trabajabas, en el año de 1988, las cosas cambiaron drásticamente, dejaste de viajar, ahora estabas mas tiempo en casa, juzgabas muchas cosas de las que hacíamos por que no te gustaban, pero lo siento éramos nosotros, eras tú el extraño que llegaba, no éramos nosotros quienes deberíamos cambiar, eras tu quien debía adaptarse, pero no, destruiste todo lo que éramos por que no te gustaba, quien dijo que yo podía hacer tareas de noche, esas deberían hacerse de día, yo debería dormir a las ocho de la noche no a las nueve ni a las diez, quien le daba permiso de salir a mis hermanos, de ese momento en adelante todo se volvió un regimiento, así la situación que ya era dura, por la cuestión económica que nos cambio de un día a otro con tu salida de la empresa se empeoro con tu mal genio y tus largos momentos de aislamiento. Por eso, fue para mí un alivio el que te hubieras ido a trabajar a Girardot, por qué ya no podía soportarte, a todo momento me cuestionabas, me seguías, desconfiabas de mí, era como si tuviera siempre un ojo evaluador vigilándome, que pensabas? Que era un delincuente juvenil o algo así?. Por que sencillamente no me lo preguntabas, era tal la aversión que tenia de estar cerca de ti, que empecé a ir a clases de teatro, así huía de tu poder por algún momento, vivía otra realidad, era yo en un lugar donde la gente si creía en mí, donde confiaban en mis capacidades así fuera tan solo un niño, a diferencia de lo que veía a diario en mi casa, donde pensarían acaso que yo era un retardado mental, que no podía hacer nada solo, pues a toda hora mandaban a mis hermanos a revisar lo que yo había hecho, que dieran quejas de mí o de cualquier cosa y como para ellos era un juego por nada se les daba el hacerme regañar o castigar. Nunca tuve ni voz ni voto en las decisiones de la familia, no me preguntaron si quería irme para Ibagué, alguien se intereso siquiera en que yo tenia una vida?, que era yo el que dejaba su circulo de amigos; sin tan solo preguntarmelo, un día únicamente me dijeron “empaque maletas que se va para Ibagué”, no me despedí de nadie, pensé que eran solo las vacaciones, pero en enero me di cuenta que no, que me habían manejado como un títere, que ya me tenían cupo en un colegio, que ya traían todas mis cosas para la nueva casa y nadie se digno a preguntarme que opinaba yo.


Texto agregado el 26-01-2005, y leído por 4050 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
28-01-2005 Algo que se siente bien honesto, en lo personal me gustan muchos los escritos en segunda persona. Aniuxa
 
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