Hoy, mis ojos se han vengado de mi corazón, derramando amarguras en mi rostro.
Hoy, se ha regado el erial de mis mejillas con sucias aguas, de las oxidadas cañerías de mis venas.
Hoy, la naturaleza me ha bautizado con el estigma de la impureza.
Hoy, el aliento se ha sacrificado dentro de mi pecho, pérdiendose entre volutas de aire quemado.

La dulzura se ha embriagado en fermentados recuerdos, y la fertilidad se ha secado de las estancias de mis latidos.
Hoy, he encontrado una pincelada de color acuoso.
He encontrado una mancha sucia ( eso creo yo) en un rincón de la enferma cavidad de uno de mis riñones.
Éste es el último filtrado de mi sangre, el último fragmento del colage de mis sentimientos.

¿Nadie se cobijará ya en el cuenco de mis manos?
¿Nadie acampará ya a la sombra del bosque de mi cabello?
¿Ya nadie se bañará en las acequias de mi sangre?

Hoy, ahora... aquí, me siento ahogado entre océanos de luz oscura.
Antaño, yo recorría los caminos sembrados de guiños; aquellos en los que te interceptaba día y noche; aquellos que siempre te conducían a mí. Aquellos senderos que te encaminaban a un futuro común...
Conmigo.

¿Estoy viviendo un eclipse total de mi ser?
He perdido la sensibilidad del amor. Me he vuelto carente...
De ti.
Me he vuelto soluble al aire, arrastrado al olvido.

Ahora, soy presa del Señor de la Guadaña. Mis esperanzas han abandonado la competición, y la realidad se ha teñido del color lechoso de la Muerte.
Todo ha desaparecido.
Todo se ha perdido.

He perdido el VERBO de mi ser.
He tachado el delicado ADVERBIO de la suavidad.
He olvidado tu ADJETIVO.
He muerto con tu NOMBRE en mis labios...