Desnudo en un infierno desierto,
Sin verdad ni ilusión por descontar,
Entre la libertad cegada de esperanza y el filo del desconcierto,
Pétalos ya de otoño y pestañas anegadas de olvido.

Con la opresión entre las manos que silencia mis sentidos
Y la sonrisa fugaz ya extinta en un laberinto sin huellas ni señales,
Donde el sentimiento es mi recuerdo y el amor tan solo un rugido,
Para el cual soy lluvia de domingo que azota los mares.

Será quizá que necesito de ti, mi presencia sin sombra
O que la soledad compañera sea testigo del ocaso inoportuno,
Tal vez un viento del sur más lejano susurre alguna tarde tu nombre,
O quizá mi corazón se derrita por tu espera sin futuro.

Ya los petreles cansados atisban con disimulo mi caminar,
Las calles ya no encierran mis pasos libres al que se yo,
Y mientras una estrella latente entre los cielos intente brillar,
Yo seguiré resistiendo el dolor del pasado que algún día me hirió

Y sin respuestas, ilusión o fantasía una noche más ocluye en mi vida,
Una sonrisa prófuga y un silencio protagonista,
Mientras las luces descansan y las cadenas envuelven mi alegría,
Un último grito entre lágrimas suplica cariño mientras mi corazón agoniza.

Quizá sean pequeñas huellas del tiempo de deslumbre ante la luna,
Recuerdos que me dicen y me hablan sobre ti,
Curiosidad del cariño epidérmico que jamás unió nuestros cuerpos de marfil,
Muerte que se siente placentera… perfume de flores sin bandera que pide por tu ayuda.

Sé que caminaré por tus labios sempiternos en busca de la libertad oculta,
Donde la cima del tiempo en la calma tempestad es jardín de tu miel,
Recorriendo praderas por sumergirme en tus besos de extraño placer,
Despertando cada día sin saber quién eres y en lo mucho que por siempre te querré.