Yacía en la cama con su novia al lado y la cabeza de ella descansaba sobre su pecho. Podía ver como su espalda se movia rítmicamente por su respirar pausado y aprovechó ese momento de insomnio para recapitular el día. Se había levantado (sin hacer ruido para no despertarla), había ido a trabajar, cosa que no sumo ningún acontecimiento digno de mención. Al mediodía almorzó sin ningún sobresalto, y la tarde se arrastró lenta e inevitablemente llego a su fin. Pero era la noche la que él esperba, ésa misma noche iban a cumplir un año de noviazgo con su amada. Llegó a su casa. Se bañó, cambió y perfumó y luego con su auto fue a buscar a su novia. La cena (a la luz de las velas) en el exclusivo local no pudo haber salido mejor. En el teatro la obra fue presentada con rigor aleman y presición suiza. Y el final de la salida fue una fogosa unión en la casa de ella. Prestó atencion a la tenue musica que salia del equipo de audio. Volvio a mirar a su novia y nuevamente quedó prendado de su belleza (aun cuando dormía parecia bella, más frágil). Suspiró, la abrazó mas fuerte y su ultimo pensamiento antes de entregarse satisfecho a los brazos de morfeo fue: “si alguien pudiera morir de satisfacción, yo me ofrecería voluntario”.