Es increíble  
como ya nadie me soporta, 
y yo no soporto a nadie 
 
Voy buscando la felicidad  
en cosas  
artificiales, 
sonrisas en caja o botella… 
da lo mismo,  
con tal de que no esté aquí 
y no sea yo. 
 
Como es que lo amargo, 
ahora, 
me hace feliz, 
como es que lo agrio,  
ahora, 
me hace ser yo. 
No lo sé, 
simplemente es así 
y no quiero más discusiones 
ni estúpidos sermones. 
Sólo sé que un buen vino, 
o unos buenos golpes 
siempre 
arreglan las cosas. 
 
¿Por qué soy así? 
No lo sé. 
Quizás el medio, 
las circunstancias 
o el progreso. 
Siempre hay  
una buena excusa. 
 
Todo el odio 
de mirar a la gente, 
no sé por que es, 
pero sé 
que no es 
por no ser como ellos. 
Soy feliz, 
a mi manera. 
Sé que no soy el único 
pero nuestras caretas 
no nos dejan  
vernos como somos 
realmente 
y saber con quienes 
nuestro sentimiento es mutuo. 
 
Sé que me ganó el odio  
y nunca 
hago algo para cambiarlo 
es que por suerte 
o 
penosamente  
soy así. 
 
Escucha lo que escucho, 
silencio, sólo silencio, 
un silencio sin luces, 
sólo con estrellas 
y una magnánima luna 
que me observa y me vigila 
sin criticar lo que hago. 
 
¿Cómo salir de aquí? 
Como poder hacerme  
a un lado sin dañar, 
sin dejar a nadie, 
solo. 
Como poder no estar  
sin lastimar 
a los pocos  
que quiero, 
a los muy pocos 
cercanos. 
 
No soy un galán 
y nunca  
lo seré, 
sólo soy un perdedor 
en busca 
de algún alcohol 
que no me haga recordar 
que nunca estaré 
con 
ella. 
 
El humo de desvanece 
los vasos se vacían, 
matarme es una opción, 
aquel complejo  
de adolecente 
hace  
de nuevo 
su aparición. 
 
Tanto que decir, 
tanto que gritar 
tanto que escupir 
y nadie me quiere escuchar. 
Bueno,  
es el camino,  
es la senda 
que elegí, 
y con la que, 
pienso, 
soy feliz 
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