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…Para Marce…

Me levanté queriendo escribir algo, sin embargo al levantarme ya no se me ocurrió nada, pero el simple hecho de haberme sentado frente al cuaderno con el lápiz en la mano me hizo feliz.

Me bañé, y tal como me lo esperaba al salir de la ducha sonó el teléfono, yo ya sabía de quien era esa llamada, así que no tuve que esperar hasta contestar para sonreír, porque cuando dije aló yo ya estaba riendo a carcajadas.
Como para variar aquel hombre me invitó a desayunar y yo para no perder la costumbre
Acepté.

Entramos a uno de esos restaurantes en donde todo es tan rico que dan ganas de comérselo todo, conversamos muy amenamente mientras nos traían el menú que hoy más que nunca estaba delicioso.
Fue difícil la decisión pero al final me decidí por un espumeante capuchino y unas tostadas con jamón y queso.

La mañana se me pasó volando y aquel hombre y yo cada vez nos entendíamos mejor, hablábamos del colegio, de lo que nos gustaba hacer, de nuestros amores pasados y de lo rico que sería algún día llegar a formar una familia.

Yo no tenía nada que hacer ese día, y con un enorme sacrificio el me invitó a salir por la noche y yo con mucha pereza le dije “bueno”.
Subí las escaleras que llegaban a mi apartamento y pasé toda la tarde leyendo y escribiendo, ansiosa por que la hora en que el me iba a recoger no fuera a llegar, para no tenerme que arreglar, pues detestaba que el me viera linda, o bueno linda no, mmm dejémoslo en medio arregladita.

Al final de la tarde cuando estaban dando ya las siete y cinco aproximadamente sonó el timbre, y mi corazón dio un vuelco de la emoción que sentí (por primera vez).
Abrí la puerta y ahí estaba él, más radiante que nunca, entró y me besó muy lentamente, yo sonreí, y un poco apenada le dije “¿vamos?”, el respondió “contigo a donde quieras” yo simplemente cerré la puerta y el salió tras de mi, luego nos dimos la mano en la calle y miramos al cielo que por cierto esa noche estaba mas estrellado y despejado que nunca, seguimos caminando y fuimos llegando a un lugar, no diré cual, porque en realidad es un secreto que he querido guardar siempre, pero si diré que era un lugar muy cálido, lleno de velas, rosas y bueno todo lo que ha soñado siempre una mujer enamorada, eso si, porque lo amaba tanto que negarlo a él algún día sería como negar mi existencia.

Nos sentamos en una hamaca que había en un balcón, y lo único que hacíamos era mirarnos, mirarnos y mirarnos, los dos nos fascinábamos cada día más estando juntos, y así nos fuimos quedando dormidos en aquel lugar, en donde viví la mejor noche de mi vida, que recuerdo como la más linda de todas, mmm como olvidarla, como borrar esa imagen de mi vida, como sacar esa huella de mi corazón, estoy segura que primero tendría que morir antes que perder ese recuerdo.

En la madrugada me levanté y él me sorprendió en el balcón, yo me di la vuelta y el me dijo “eres perfecta, no hay un rasguño en tu piel, ni una marca, ni una herida, ni una cicatriz”, yo le respondí, “rasguños los hay, pero están adentro, son rasguños del alma, marcas claro que si, las han ido dejando los seres que han pasado por mi vida y cicatrices son las pruebas de heridas que han sanado mi corazón”
Al terminar esto, volví junto a él y fui la mujer más feliz del mundo, porque a su lado, lo complejo se hizo sencillo, y lo duro se hizo blando.
El simplemente replicó “cada día me sorprendes más”.

Así se fueron yendo los días que inmensamente me llenaron, vivimos cosas sorprendentes que junto a nadie había vivido jamás, me quedaría imposible unir todo lo que llegué a sentir por él, porque por él sentía todo

Y sí, definitivamente nada es para siempre porque un simple día él me dijo adiós, y yo no tuve ningún derecho y mucho menos valor para hacer algo por detenerlo, yo simplemente le dije “gracias”.
Se volvió solo un recuerdo y ahora a diario continúo mi vida tratando de aceptar que aquel hombre ya no está.
Yo sigo con mi rutina, me levanto, me baño, y voy al colegio como cualquier adolescente normal, ¿tengo amigos? Sí, unos pocos, pero me son suficientes y son esos quienes llenan vacíos que personas como él han ido dejando.

Un día lo volví a ver, y me preguntó qué había sido de mi en este tiempo, yo sin temor alguno y con mucha valentía le contesté “aquí al final de los días, las noches y el clima inclemente sentimental, he estado esperando con los brazos abiertos solo para ti”, di la vuelta y con los ojos llenos de lágrimas seguí mi camino, cuando de repente el por detrás me abrazó me besó y me dijo “buscar es intentar, el intentar es más valioso que el encontrar”, me secó las lágrimas y me volvió a decir “voy a intentar volverte a querer”.

Estuve todo ese día con él, después de tantos días en los que pensé y juraba el no volvería y bueno aún no ha vuelto, solo esta un poco más cerca, yo me hago muchas ideas pero la que más me ronda es, cuando el se fue lo esperé en el eterno amanecer, y aún sigo esperándolo porque es eterno el amanecer.

Al otro día al volverme a levantar, tenía mis ganas de escribir ya muy saciadas, así que solo me acordé de una cosa, estaba viva y quería vivir.

Texto agregado el 13-03-2005, y leído por 74 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
12-11-2006 Precioso, Amalia... Mis felicitaciones! =) tonyvar
 
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