Tres hermanos, todos agraciados, compartieron su vida en lo alto de la montaña. Sus padres habían muerto, y desde entonces fue la mayor de los tres, Lucy, quien se hizo cargo del comer.
Bond y Clark, los dos mellizos eran también algo escurridizos. Y en las visitas de la guardia Civil, polvo, platos y ratas tan solo veía el alguacil.
Fueron pasando algunos años, y los tres jóvenes crecieron alimentados. Las artimañas de la hermosa Lucy habían dado resultado.
De bien entrada la mañana regresaba ella sola, del pueblo entrando en casas.
A fuera iba la ropa y en la ducha se frotaba. No quieran saber de sus sucios trabajos, pues Bond y Clark los hermanos, mucho menos eran recatados.
Entre noche y noche de verano, algunos días eran de descanso. Los sucios sucios días de trabajo fueron los hermanos quienes sembraron el pánico.
Armados tan solo con sus manos desgarraban los animales encerrados...En la Granja de todos, todos los aldeanos.

Clark pensó un día, en ser mayor su osadía. Ir a mayores. Cualquier delincuente moriría de horrores. "Pues es verdad que todo tiene un camino, mas siempre escoges tu deseado destino".
En la aldea estas palabras, poco valor tuvo entre los vecinos, pues nadie, nadie jamás hubiese escogido el dulce tormento de dos asesinos.

Lucy encontró algunas botellas de vino, las repartió entre hombres, mujeres y niños.
Dejó crecer sus cabellos tan largos. Que todos los vieron, y fueron danzando...
...A la montaña de los viejos viejos hermanos. Que ciegos del odio y alcoholizados abrieron sus puertas a todo invitado.

Los hombres y niños cargaban sus vinos, de Lucy, la puta, que había bebido. Mujeres en cambio, del mismo rebaño, antorchas y palos clavaban sus pasos.

Prendieron de fuego la trágica puerta, a los gatos, al suelo, paredes y mesas.

Y Lucy y Clark y Bond los hermanos, atados murieron debajo de un árbol.
Verdugos y niños soplaron las llamas, rieron gozaron su amada venganza.


FIN