En la última noche del siglo XVII estaba por empezar la celebración anual, toda la realeza, sociedad, políticos y artistas se mezclarían en dicho evento, para la princesa Sofía, era solo una celebración más de tantas a las que había asistido desde su debut en sociedad, en donde llamó la atención por su deslumbrante belleza.
-¡Oh, qué fastidio!, -exclamó
-Odio estas galas, prefiero soñar con los muchos placeres carnales que he encontrado en los libros, solo espero hacerlos realidad muy pronto.
Nada más entrar al elegante salón sintió algo diferente en la atmósfera, una sensación desconocida la tenía nerviosa llenándola de ansiedad.
Después de sortear cumplidos empalagosos, logró llegar sola hasta al jardín del palacio intentando calmar un poco el nerviosismo, la sensación de unos ojos siguiéndola era tan intensa, que su rubor natural bajaba desde su rostro hasta sus pechos, el escotado vestido sacaba a relucir el esplendoroso cuerpo con curvas perfectas.
Pensativa no se dio cuenta cuanto se había alejado del palacio hasta que noto que no alcanzaba a escuchar la música y la oscuridad la envolvía.
De pronto, se vio presa de una contemplación brutal, atrevida, lujuriosa, unos ojos negros la hicieron estremecerse, la hipnotizaban, no pudo ni quiso desviar la mirada, así sin darse cuenta, quedó frente al hombre más sensual, misterioso, enigmático y atrayente que había conocido.
-¡Oh, Dios!.. ¿Como puede un hombre ser tan perfecto? –pensó.
-Buenas noches milord, ¿acaso lo conozco?
-No, pero desde que cruzaste la puerta supe que a partir de ese momento tu vida estaría ligada a la mía.- Dicho esto, tomo una de sus manos llevándosela lentamente hacia los labios besándosela.
Sus cuerpos quedaron juntos, en segundos el abrazo se convirtió en un largo, profundo y seductor beso, Sofía quiso abrir los ojos pero un gran sopor la invadió, así que se dejó llevar intentando adivinar que vendría después.
Desvistiéndola comenzó a frotarle los pechos en círculos suaves, estos se endurecían al tiempo que el centro de sus piernas empezaba a humedecerse, ese mismo movimiento que estaba haciendo sobre el rosado centro de los senos, lo hacía sobre su cuello con la lengua, sentía entre las caderas como la masculinidad de aquel hombre, imitaba la velocidad de crecimiento de sus pezones, los cuales él comenzaba a chuparlos como queriendo beber todo lo que había en ellos, la lengua los rodeaba, dándole pequeños mordiscos en las puntas, ya ella temblaba de placer cuando el le dijo que jamás había tenido tetas tan ricas como la suyas y que estaba excitado con solo verla, sin poder contener un suspiro, Sofía comenzó a bajar las manos desde el vientre varonil, lentamente hacia su sexo, ya despierto.
Tomó con una mano el duro miembro de el y con la boca siguió el mismo recorrido trazado por sus dedos, usando la lengua comenzó a recorrerlo por los costados, lamiéndolo todo, de arriba a abajo mientras lo miraba llena de lujuria.
Sujetando la cabeza de ella entre las manos la llevó hasta su boca para besarla de manera más suave cariñosa y salvaje, mordiéndole los labios mientras con la lengua buscaba la suya.
Con los dedos el empezó a tocar sus labios inferiores hasta el punto mas sensible de su cuerpo, bajando luego hacia el húmedo rincón para beber el jugo de su esencia, delineando sendas ardientes por la entrepierna y marcando el ritmo que deben de tener sus caderas, logró llevarla hasta la cúspide en donde ella solo deseaba en cada poro de su piel, sentir ya la masculina dureza hundiéndose hasta el fondo de su sentir.
Viéndose perdida en ese sentimiento erótico, como si fuese un sueño, comenzó a acariciarse los pezones, frotando sus erguidas puntas, lenta y sutilmente trazó círculos con la yema de sus dedos, pellizcándolos provocativamente sin apartar la vista de el, así nota como el placer de mirarla, se ve reflejado en esos enigmáticos ojos negros, al mismo tiempo, siente como algo rígido va penetrando en su centro húmedo, cuando el, apretándola fuertemente contra si se mueve hacia delante y hacia atrás, cada vez más rápido, cada vez más profundo, hasta que lo siente completamente dentro, imitando ella esa danza frenética comienza a moverse con fuerza, con ansias, con ese éxtasis que de pronto van provocando espasmos desde su interior, así juntos, abrazándose, ambos lanzan un gemido, mientras sus cuerpos van llegando al clímax y el orgasmo los invade al unísono, ella arqueando su cuerpo siente como un caliente liquido va llenando el rincón de su ser.
Rodeándola entre sus brazos el coloca tiernamente la cara de ella junto a la suya.
-Eres exquisita, adorable, casi siento que me perteneces por completo.-le susurro el, quedamente.
-Soy tuya ya, mi cuerpo jamás será de nadie más.
-Sofía, no solo quiero tu cuerpo, también tu alma, tu esencia, tu ser... - le decía el mientras se inclinaba sobre ella y ladeando la cabeza, los varoniles labios llegaron a su cuello, un estremecimiento hizo presa de ella, cuando sintió cálido aliento masculino en la nuca.
Sabiéndola dominada continuó dándole pequeños mordiscos, así siguió hasta que encontró el lugar preciso para satisfacer esa necesidad, que desde un principio tenía...
-Ahora te haré completamente mía.- exclamo- al momento en que la hacia suya, clavándole los colmillos en su aterciopelada piel.