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Capítulo 4: De vuelta a la vida (En el exilio)


Se despertó en medio de la más absoluta oscuridad, empapado en sudor y lagrimas: había vuelto a tener la misma pesadilla: aquella pesadilla espantosa que lo atormentaba todas las noches, aquellos horrores que no podía recordar, aquella muerte y destrucción que le era vedada mientras estaba despierto. Loner, el hechicero negro lloró aquella noche, lloró lágrimas de sangre y hiel; en parte porque todos los recuerdos apocalípticos habían vuelto a su mente, la sangrienta violación de Arien, la muerte de Aresius, en parte por el sueño que no recordaba y, por sobre todo, porque ya era muy tarde para morir: el deseo de vivir había crecido en su pecho, no era en realidad un deseo; sino un instinto... el instinto más viejo que existe desde que hay seres vivos en el universo, el engranaje de esa compleja maquinaria que se conoce como vida... sí, era aquel un impulso que un patético humanito con raciocinio no podía controlar: el instinto de supervivencia.


Encendió una pequeña fogata utilizando un viejo truco mediante el cual era posible conjurar un fuego negro, imposible de apagar con agua o con viento. Se acurrucó frente a la fogata y lágrimas reflejaron en su rostro lívido una irreal luz azulada proveniente de las llamas de fantasía.
Loner se recostó en la nieve aún sucia de sangre y contempló la inmensidad del espacio que se cernía sobre su cuerpo. Por unos segundos, creyó que podría fusionarse con las estrellas, que podría ser un todo con la inmensidad del cielo, que ya nunca más estaría solo, que ya nunca más tendría frío, entibiado por el calor de aquellos miles de solcitos blancos que brillaban frente a sus entristecidos ojos. Alguna vez su madre, hacía tanto ya, había cantado algo sobre las estrellas. Ahora no podía recordarlo.



Algo lo hizo volver a la realidad: la presencia de otro ser en aquellos desiertos helados. No fueron pasos lo que escucho, ni tampoco la respiración de alguien; fue mas bien como detectar a un fantasma, simplemente sabía que algo estaba allí en la oscuridad junto a él. ¿Desde cuándo? y ¿Por qué? Era algo que en su fatigada mente no pudo precisar. Por fin se incorporó y las borrascosas cumbres de Boshin le hablaron con sus voces milenarias, rieron y cantaron, susurraron y lo llamaron, con ecos antiquísimos y burlones. Y en las palabras del viento nórdico, algo, una presencia desconocida y familiar a la vez. Enseguida la reconoció, por eso era el Gran Hechicero Negro, podía tejer y destejer los más enredados sortilegios y enigmas mágicos mucho antes de que cualquier otro hechicero pudiese siquiera salir de su asombro. Los labios violáceos astillados por el hielo se movieron en un nombre, y mientras lo hacían sanaron por completo hasta quedar pequeños y rosados: “Lim´Dul”. Todo el cuerpo de Loner fue envuelto por una llamarada de luz verdosa. El hechicero negro se irguió en toda su gloria: los oscuros ojos de expresión astuta, la enmarañada cabellera sobre los anchos hombros y el pecho hinchado y orgulloso bajo el cual se movían acompasadamente los poderosos pulmones respirando vida. Arrebató una delgada varilla de unos treinta centímetros a su mítico abrigo de hombre-lobo. “Tirist agd, Dinoland” Una potente luz plateada nació en el extremo de la varita dispersando un delicado humo azul. Éste fue tomando forma poco a poco hasta convertirse en un poderoso dragón blanco de ojos rojos. Loner montó en su fiel Dinoland y emprendió el vuelo hacia los Bosque Oscuros, donde sabía que el poderoso Nigromante se había refugiado, hacía tanto tiempo ya, de la furia del rey Therenas. Necesitaba un contacto con las fuerzas oscuras, con las fuerzas de la Otra Dimensión, y Lim´Dul lo estaba buscando.
Lim´Dul lo encontraría.

“Él sabe… ¡él tiene que saber!”

Texto agregado el 28-03-2005, y leído por 243 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
06-07-2005 le guin, rowlin, luca, tolkien, garret. el orden de los factores no altera el producto. primo
29-03-2005 Muy bueno el manejo de las rupturas temporales, le da un dinamismo necesario a la historia... Además el contraste entre la mezcla de ternura y liviandad (que tal vez aún) tiene la narración de la aparición de este niño-potencial-hechicero, con el dramatismo de la historia en su adultez, es muy atrapante. Felicitaciones!! Paulina
 
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