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El guardia nos despertó temprano, y eso, eso era lo que mas me molestaba de la prisión, no por tener que levantarme temprano, ya que eso siempre lo he hecho, sino porque despertarme a esa hora significaba que tendría muchas horas mas para pensar porque estaba aquí (dicen que es el objetivo de estar preso), sin embargo me he acostumbrado a esto, no por nada son 6 meses los que llevo encerrado.
Aún tengo mucho sueño, anoche las cosas estuvieron fuertes en la habitación, apenas las luces se fueron comenzó todo el alboroto, como siempre pasa que llega carne fresca para los poderosos de la sección, habían entrado 2 el día anterior, uno de ellos, el cholo, mechero de oficio, ya todos lo conocían, había caído una vez más, pero para el otro, con el que ni siquiera alcancé a conversar, y que sólo me dedique a observarlo toda la tarde (no tenía nada mas que hacer) era la primera ves, vi detenidamente cada uno de sus movimiento, su parvula reaccion, ante esta, su nueva vida y como toda primera vez, se notaba muy asustado, traté de acercarme varias veces, pero se movía y se me perdía cada 10 segundos, estaba muy asustado, tanto como yo el primer día, tratando de no acercarse a nadie, y tratando a la vez de encontrar un alma conocida, alguien que fuera su conexión con el mundo normal, alguien a quien poder mirar a los ojos y no tener miedo, alguien a quien escuchar y hablar sin que esto significara nada mas que conversar, alguien que lo salvara de esta podredumbre que nunca imaginó, quizá hubiera podido hacer mas por el pobre chico.

Cuesta imaginar que esto exista a diario y tan cerca de todo, cuesta creer que nadie se imagine siquiera que aquí es otra realidad, ni las mejores películas te dejan ver mas que las uñas de lo que se vive en una prisión de este honesto país. Eran cerca de las diez de la noche cuando tiramos las colchonetas al suelo para dormir, la pequeña televisión que estas alturas tiene la dignidad de los mejores cines, se había apagado hace unos minutos, obviamente después de ver las noticias, que aquí tienen especial atención exclusivamente por la sección policial, pues es la conexión directa con el ambiente profesional, allí los hermanos se reencuentran, los amigos están al tanto, y los pulentos siempre escapan, es todos los días lo mismo, pero todos los días es necesario saberlas para poder sobrevivir en este infierno. Cuando yo llegue aquí, todos ya sabían, me había piteado a uno del garra, y aunque salí en la tele, cuando llegué nadie me dijo nada, solo susurros y amenazas, porque mi curriculo, sin yo saberlo, era temido como el de los grandes que estaban aquí, aunque sólo hubiera sido un "accidente". Eran cerca de las diez y cuarto, nos preparábamos para dormir y el nuevo estaba sentado en un rincón, cerca del estante de la tele, allí nadie duerme, por que esta justo en el pasillo y la humedad y el viento que por allí escurren te pueden matar en una noche, si es que no lo han hecho otros antes, el chico apoyando su espalda en la pared y su cabeza entre sus piernas me pareció verlo rezar.

Aún entre sueños de libertad me llegan dos fuertes golpes de bastón, sin entender me paro rápidamente y el guardia que ha procedido con el de la litera de arriba nos ordena formarnos desnudos y enumerarnos, las ordenes llegan confusas desde la puerta y en un segundo todos vamos marchando a tranco rápido por los pasillos, directo a las duchas, trato de ver por el hueco de alguna ventana que no halla sido sellada para saber si aún es de noche, pero solo me doy cuenta al ver que las otras habitaciones aún permanecen cerradas. Deben de ser las 5:30 y en la cuenta estamos todos menos el tipo nuevo, sin despegar los ojos del guardia que da las ordenes trato de escuchar los agitados pasos del resto, tratando de saber que ha pasado, de cinco en cinco entramos a las duchas, recién allí me entero de que el nuevo fue herido por uno de nosotros y que nuestro próximo destino son los solitarios, y una vez mas siento el temor a lo desconocido, la misma sensación del primer día.

Se han llevado la televisión, a los monitores encargados de la sección (que son los reos con mas tiempo y "buen comportamiento") no los veo desde las duchas y hemos vuelto al pabellon y estamos todos recostados sin hablar, solo susurros se escuchan entre las literas, creo que han pasado mas de dos horas pero el miedo aún sigue aquí, el guardia dijo que regresaría si no encontraba al culpable y elegiría al azar, la desconfianza y las culpas corren por la habitación como el vapor de nuestros cuerpos agitados en el frío de la habitación, las miradas se cruzan con amenazas como respuesta, yo solo miro mi foto pegada en la litera de arriba y pienso en el tipo, que habrá hecho para estar aquí y que le habrá pasado, y la verdad es que no se por que me preocupa, cuando aquí lo primero que se aprende es a ser violentamente independiente, las preocupaciones o la camaradería solo son aceptables si son sinónimo de sumisión o liderazgo, o sigues o mandas, no existen los términos medios, yo afortunadamente cuento con un sequito aparente de seguidores, que aunque no lidero, me siguen, y esto es la imagen que tácitamente damos al resto de la población penal, todos tipos los menos malos por decirlo de alguna forma, tenemos sin querer un contrato en el que ellos hacen como que soy su líder, y yo hago como que lo soy, así nadie nos molesta. Existen aquí demasiados códigos que para la gente común, como el tipo nuevo, nunca entenderían y es quizá esto lo más terrible de estar encerrado, es esto lo que más nos distancia de la sociedad una vez que entramos y salimos de aquí, es tanto el tiempo viviendo igual, con nuestras propias leyes y conductas, en una micro sociedad para la cual la violencia y la fuerza son los parámetros a seguir, como lo es para el resto el dinero y la riqueza, es esto lo que mas cuesta, adaptarse a este mundo, cambiar radicalmente los valores mas simples y los mas preciados, y deber hacerlo para poder vivir y mantener lo único claro que tienes cuando entras aquí, tu sexo.

Hoy nos toca día de declaraciones en el juzgado, es un día especial, aunque sea por un rato respiraremos otro aire, veremos otras caras y creeremos que somos uno mas de los que están afuera, pero todo depende de lo que halla pasado con el nuevo, después de tres horas he escuchado decir que está en coma, ojalá no sea así, sentiría una especial culpabilidad. Aún nadie se ha movido de sus literas, aunque nuestras piernas nos piden a gritos ser utilizadas, los calambres se suceden de cama en cama como una peste, sabemos que cualquiera de nosotros podría pasar mas de una semana sin ver el sol, con mucho frío, y sin comer, pero todo eso es preferible a la traición, y como acá se entiende traición por delación, es mucho mejor el solitario por una semana a una vida de angustia y persecución. El guardia entró rápidamente a la habitación, se quedó en silencio un rato mirando a todos y cada uno de nosotros directo a los ojos, tratando de ver algo en ellos, pero lo que él buscaba, mas por miedo que por haberlo hecho estaba en cada uno de nosotros, la culpabilidad era en esos momentos parte de todos. Dos pasos, sólo fueron dos paso los que dio y se encontró de lleno con mi litera, no hubo ni palabras ni miradas, que diablos, me paré sintiendo hasta un poco de tranquilidad, porque en el fondo en ese momento alguién de los que estaba allí comenzaba a deberme un favor, y total era sólo una semana, en que yo creía que por lo menos el guardia sabiendo que yo no era el culpable, y utilizándome sólo como ejemplo, me trataría con benevolencia.

Que gran error fue creer que por mi conducta sentirían algún tipo de compasión, estuve tres días, 72 horas y muchos minutos sin ver la luz, comiendo quizás que, y pensando, y llorando, y maldiciendo y por sobre todo creyendo que me faltaba poco, fueron en total 12 días de tortura.
Ahora estoy devuelta en mi cama, sin mirar a nadie, sin involucrarme con nadie, de uno han ido pasando presentándome sus respetos, ofreciéndome su ayuda para lo que sea, cigarros no me faltan, pero yo no he hablado con nadie, siento un especial odio hacia todo lo que me rodea, y no sólo a lo que están allí encerrados, hacia todo, incluso mis esposa. Los malditos dolores que provocó el frío y la incomodidad se acentúan minuto a minuto, las placas metálicas injertadas en mi espalada después del accidente se sienten como trozos de hielo dentro de mi carne.

Es el cuarto día de terapia, después de los dos que pasé gritando y maldiciendo en la celda por los dolores, estoy en la cama cuatro de la sala de enfermería del pabellón, dos camas mas allá están los enfermos de sida, y a mi derecha, justo a mi derecha el aparataje de tratamientos intensivos conectado a quien sabe quien y que a pesar de estar junto a el, no puedo ver, las cortinas siempre están cerradas, y por lo que veo, o el tipo está muy bien o muy mal, nadie lo visita, ni los doctores parecen percatarse de su presencia, van dos días y el pitito del sistema de tratamientos ya me tiene loco, su repetición maquinal, enfermiza y delatora han estimulado devastadoramente mi curiosidad. Se podría decir que en este lugar a pesar de ser algo mas que peligroso y tétrico, me siento feliz, la cantidad de luz que llega hasta mis ojos, compensa cualquier perdida y sufrimiento, el pabellón completo no debe ser de más de unos 4 de ancho por 8 de largo, pintado blanco, la luz entra a borbotenes esperanzadores, mi cama que está de espaldas a las ventanas, me hace olvidar por unos momentos los barrotes que allí existen.

El día que llegué aquí me dijeron que me traían entre cuatro, y en la celda creo que golpié a mas de uno que asustados se apartaban de mi como huyendo de la policía, mis gritos y maldiciones hicieron mucho mas que asustarlos, por que al paracer sin yo quererlo dije cosas que debiera haber callado para siempre, y mis sospechas acerca de aquella noche funesta se hicieron explicitas, quizá delirando, mis palabras llegaron a los oídos de la guardia, que en ese estado me interrogo, no se lo que dije, y temo volver.
Trato de mover las piernas para ver si siguen ahí y ver quien duerme a mi lado, mis músculos agarrotados después de dormir 3 días de tanta morfina inyectada a destajo, se resisten pero aún siguen vivos, como puedo me levanto afirmándome de una pequeña mesita junto a la cama, donde mis dedos se toparon con un sobre impreso del Poder Judicial de Chile, absolutamente hipnotizado me detuve en seco y lo miré esperando encontrar algo que ni siquiera en los últimos meses me había atrevido a soñar, lo abro pausadamente imaginando encontrar el nombre de otro escrito en él, pero lo que en mis sueños ya se había perdido en mis manos se hizo realidad, LIBRE, INOCENTE, Hombre aún, y un grito ahogado subió por mi garganta, mi cuerpo languideció y caí de espaldas en la cama, donde después de un rato aún con todo el alboroto que hice, nadie apareció.

Débil, trato de levantarme, buscar mis cosas e irme de allí de una buena vez, cada paso era aún un paso de miedo y temor, temor a despertar y encontrarme de nuevo en la celda, de nuevo viviendo con sesenta tipos, de nuevo con miedo y ahora con el peor miedo, el del traidor que vive con el traicionado, me golpeo la cara para asegurarme, y aún sigo allí, de pié a unos metros de la puerta, aprieto el sobre y miro hacia atrás, la habitación completa está en silencio, sólo el pitito retumba por doquier, incluso aún mas fuerte que antes, estimulando otra vez mi maldita curiosidad, camino dos pasos y las cortinas al alcance de mi mano se abren mostrándome en su lúgubre lecho al chico nuevo, entonces algo se clavo en mi mente, tomé su mano y no sentí nada, su respiración se había ido hace muchos más de 24 horas, su rostro intacto, y su cuerpo muerto hinchado de putrefacción a punta de golpes, de frio, hambre y violencia, comenzaba a expeler olores que era hora de abandonar, cerré cuidadosamente las cortinas y aún impactado caminé decididamente hacia la puerta, el pitito seguía sonando queriendo demostrar una vida que ya no existía, caminé por el pasillo unos cuantos metros sin ver a nadie cuando me toman fuertemente por el brazo, un guardia que no conocía me llamo por mi nombre y me indico que lo siguiera, como temiendo un detalle que no había previsto el temor vuelve a mí en el preciso instante en que al final del pasillo se abre una puerta hacia la libertad, sin mediar palabras el guardia que me había guiado desaparece y el otro que estaba en la puerta me indica con una mano que valla hacia él, la puerta abierta se veía en todo sentido como el paso de la muerte al paraíso celestial, y aún me pregunte si estaba soñando, me detuve un momento y sin poder creerlo el guardia de la puerta me ordena salir, sin dejar de mencionar la suerte que he tenido me toma del brazo y en un susurro cerca de mi oído me señala que desaparezca sin hablar con nadie si es que no quiero volver a entrar allí. Viviendo cada paso, respirando profundamente cada molécula de aire, tocando cada cosa el corazón parecía estallarme cuando escuche la voz de mi esposa que me llama detras de mí, la tome y la bese como nunca había besado a nadie, llorosa me comenta que estaba procupada por mí y que le contara que había pasado, yo aún sin saber que decir me acerqué a un quiozco que estaba a unos metros de nosotros, los pasos antes decididos eran ahora temblorosos, me imaginé de todo, estaba seguro de encontrar un titular en la prensa local y antes de terminar de revisar el ulltimo periodico me di cuenta que nada iba a encontrar...y pensé que una vez más que a partir de este momento y por el resto de mi vida tendría que huir, solo, fuera del sistema, en mi propia realidad..

Texto agregado el 30-03-2005, y leído por 98 visitantes. (0 votos)


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