A la tristeza le escribo porque me da la gana y ella nunca respeta cuando no siento ganas de que llegue a mi lado a ponerme de compañero, cuando de pronto me doy tarde cuenta y ya me invadió.

A ella nada más, que está cuando creo estar completamente solo y no es cierto, ella que se queda siempre atenta mirándome, pero por respeto a mi llanto dice mas nada que silencio.

A la compañera que me significa cuando por más que intento no puedo y sé debo llorar, sea porque mis ojos así lo requieren o porque hay algo que me oprime el pecho y no me cabe en el cuerpo, necesito sacarlo y aunque no lo pido ella me ayuda, me inspira.

A la tristeza porque no tengo a quien más y siempre necesito pero casi nunca llega, porque cuando llega no hago caso y no me importa si la tristeza está de su lado o en su corazón instalada.

Y porque cuando busco nadie escucha mis reclamos ni mis razones, y ella viene a mi pronto encuentro para no dejarme solo.