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El diagnóstico es demoledor.

Tan simple pero a la vez tan complejo. "El linfoma está extendido. No respondió bien", le dice con el seño fruncido. Con voz de Todopoderoso agrega que "está en su fase terminal" y sugiere con voz algo compasiva "pero existe la opción de tratamientos paliativos para el dolor".

El diálogo no dura mucho más. Hay un silencio incómodo entre el paciente y el médico. A un extremo la vida. Al otro el anuncio de su extinción.

El paciente no está acompañado. No es una sala de urgencias sino la consulta de un oncólogo acostumbrado a entregar diagnosis de este tipo. El paciente se dirige solo al ascensor, de vuelta al trabajo.

Ya en la calle, en medio de automóviles, autobuses y camiones; de hombres, mujeres y niños; de enfermos y sanos -cómo saber cuál lo está- camina hacia el Metro, sin apurarse pero tampoco arrastrando las piernas.

Sabía que el médico algún día le daría esta noticia. No porque los exámenes o las fracasadas radioterapias lo hicieran pensar así. Simplemente lo soñó. Y creía en sus sueños.

Como vivía en soledad, sus padres no saben de su enfermedad ni menos de su diagnóstico final. Sólo en su trabajo, su jefe y dos amigos han guardado este secreto que no quiso ni quiere que nadie sepa. Le parece algo íntimo. No tiene porque llamar a la compasión.

Tal vez por eso, no camina ni lento ni rápido. tampoco siente ganas de llorar ni de reir. Es que simplemente la vida pasa. Más larga para algunos, más corta para otros.

Desde aquel sueño revelador, que por cierto incluso le avergonzaba dado su caracter y formación racional, tomaba la vida de otra forma. Enfocaba sus energías en sanarse pero no le producía miedo el resultado. Habia que tener fortaleza y vivir lo que le quedaba. Mucho, poco o nada.

El caminar le es grato. Así que no siente cansancio por las cuadras demás que tomó para llegar al Metro. Una vez en la estación, se sienta a ver pasar los rápidos trenes sin tomar ninguno. Estuvo así por unos cinco minutos. Después se lanzó al kiosko de libros instalado a unos metros. Tiene mucho que leer.

Texto agregado el 31-03-2005, y leído por 203 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
12-01-2006 Genial. 5* sorgalim
20-08-2005 Realmente escribes muy bien ! Me quedo con la frase "A un extremo la vida. Al otro el anuncio de su extinción." Isamar
09-06-2005 Muy bueno... y llegar a superar la fase de negacion es dificil ... supongo que pudo por su filosofia de vida! en fin, muy bueno! ***** peinpot
24-05-2005 me gusto mucho. bien narrado. eligio el camino de la vida aunque ya ni le quedaba tiempo. danyblumit
09-04-2005 Es un cuento largo. Creo puedes acortarlo más sin que lastime su claridad y su coherencia. El final aunque siempre será la muerte, el lector quizá apuesta a que probablemente se tiraría hacia ls vias de alta tensión. sin embargo nos soprende su deseo de hurgar en los libros... un abrazo rubén sendero
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