Treinta años mirándome la tula sin comprender su real uso, basto un vodka Eristof para que un tercer ojo brotara en medio de mis bolas, entonces comencé a ver a los seres humanos como depósitos de mi pija y al trago como un grandioso escultor capaz de moldear hasta las weas más horripilantes. Esta iluminación me llevó a terminar mi compromiso de siete años con María, -Una de esas niñitas que no sabe como y cuando fruncirse- esto pese a un ataque de nervios, dos amenazas de suicidio y un embarazo falso. El Frank se sorprendió con mi decisión, pero yo le explique que ningún weon bien nacido podía hacer el amor mientras tu mina estaba rezando el Padre Nuestro, no creyó que fuera esta la razón y lo comprendo pues el a tenido la suerte de fornicar con minas que son casi “Sicomaracas”.
Mi nueva vida como “Hijo de Puta”, como me bautizo la sosegada María, comenzó en un topless del centro llamado Pussi-cat, ahi me masturbe en la concha de cuanta puta se acercaba con el slogan de: “Me invitas un trago” (Mas sincero seria sí te dijeran: Te Invito una refregaita.). Hice de mi sueldo un producto erotizante. Volví a las andanzas con el Veno, el maldito más alcohólico de Santiago. Me inyecte, aspire, comí, bebí y fume cualquier cosa que tuviera fama de potenciador, claro que al final resultaban lo contrario.
Para los viejos como mi Taita el ser vaca con las Mujeres era un orgullo; cuando podía me exhibía ante sus compañeros fábrica como “El semental de Recoleta”. Para mi Mama, bueno… no sé que decir… se quedaba muda… ¡Pero es que ella no sabe lo que es ser mina!.
QUINCE

-Amargo Rojo-

En la playa mis amigos y yo conocimos a tres Zorritas, rubias, torneaditas y lectoras asiduas del “Tv y Novelas”. El Pacho les dio vodka y se lo enfilaron en dos por tres, a las cuatro de la madrugada estaba tan borrachas que ni sintieron cuando Camilo les bajo los pantalones y las puso en filita a culito pelado. A eso de las once de la mañana, cuando despertamos las Perritas se había ido sin que nos diéramos cuenta, sin embargo surgió un drama mayúsculo; a una de ellas se le había quedado el carnet. La muy babosa tenia catorce años. El Frank puso el grito en el cielo, dijo que nos podían denunciar por estupro y el Guatón Veno bromeó diciendo que era muy difícil que se acordaran quien cresta las había perforado. La cosa es que estuvimos todo el día cagados de susto, pensando en una y otra brutalidad. Esa noche nos fuimos a la playa y ni siquiera prendimos fogata por no encontrarnos con nuestras acusadoras, no obstante una voz chillona vocifero: ¡Los Chiquillos! ; aparecieron las tres Pendejas tan sonrientes como siempre y con cuatro botellas de vodka en las pezuñas. Al final supimos que habían venido solas a la playa con permiso de sus Papas. En un principio no creí esa tonterita pero cuando el domingo la tarde vi que las recogió una Viejuja con pinta de Hippie y una risita pelotuda tapizando su cara de pasa, supe que era cierto.
Un año estuve en las andanzas sin encontrar ninguna Perrita con quien establecer algo “serio” y ya me había cansado del carrete. Entonces, lo único que lleno mis horas libres fue la biblioteca. Buscando un ejemplar de Papelucho en la sección Infantil conocí a Lucia: Tímida, Paliducha y con cara de weoncita. Salimos un par de veces.

DIESISEIS
-Amargo Rojo-

Me hice el sano. Tejí un plan de contingencia y la fui rozando con los ojos. Mi fín primero era su culo, si el primer polvo satisfacía mis expectativas pensaría en algo mas serio. Lo conseguí en abril, en el Motel “Luna” ubicado en Av Einstein. Ella temblaba, eso era normal en una mina que intentaba hacerse la cartucha, su cosa estaba aceitosa y sus palabras se atropellaban. Cuando estuve dentro suyo su boca hizo la pregunta fatal:
- ¿Me Amas?.
Tome fuerzas de flaqueza y respondí:
- Tienes rico el culo.
Sonrío tiernamente y apoyo su cabeza en mi pecho. Para ella esa era una buena respuesta y para mí el fin de mi época como “Hijo de Puta” .