APOCALIPSIS II


Negro como la oscuridad de rocas
Telúricas,
Que atravesaron el hoyo magnético
De los tiempos,
Se abalanzan en carrera incontenible
Sobre seres llorosos y dolientes
Que respiran vapores milenarios
Disputando con aves mitológicas
Surgidas de mentes pervertidas.

Son las aves de la muerte que
Aletean sobre la cabeza
De pequeños escarabajos ciegos
Que buscan incansables
El resplandor de la estrella matutina
Muerta en épocas pretéritas.

Llueve mansamente la ceniza
De volcanes activos sempiternos
Que arrojan insectos luminosos
Hambrientos de luces de colores.

La tierra se da un respiro
Y acomoda el espinazo ya cansado
Aúllan seres de ultratumba
Despertados de repente
Con estruendo.

Zumban las aguas de los mares
Henchidos de seres cristalinos
Vidas recicladas en lo profundo
De noches sin fin
Buscan alimentos en chatarras
Incontables.

Se escucha a lo lejos el sonido
De instrumentos antediluvianos,
Ejecutados por ángeles de vidrio
Con sombreros de fuego
Que arrastran tras de sí
Luminosos carruajes
Sobre los que viajan
Palomas de metal
Y hombres de doradas barbas.

Empieza la cuenta y se alinean
Unos pocos, son los menos.
Los otros ya no pueden
Están debajo de cemento armado
De carreteras pulverizadas
Por pesados vehículos de guerra

Hoy ha comenzado la cuenta.
Son pocos los que quedan,
Son pocos los que llegan
Al final.